La creación de Dios de ideas espirituales incluye la continuidad eterna de la verdadera identidad y de todo lo que le concierne a esta identidad. Las ideas espirituales jamás experimentan nacimiento mortal. Son imperecederas y jamás morirán. Coexisten con Dios, la Mente divina, el origen y preservador de las mismas. Por tanto, son inmutables e inmortales.
Las ideas espirituales y sus identidades expresan la substancia verdadera — que es el Espíritu, Dios. La substancia divina es perfecta, incorpórea, e indestructible. Es incapaz de imperfección o discordancia. No puede decaer ni sentir dolor, inflamarse o encogerse. Es enteramente buena, del todo armoniosa, la esencia de la Verdad, el Amor y la Vida.
La curación en la Ciencia Cristiana, por medios espirituales solamente, de cuanto parezca tener necesidad de curación, confirma el hecho de que las verdades eternas de la Vida y la substancia, una vez comprendidas, nos pueden ayudar ahora. Por medio del estudio y de la práctica de la Ciencia Cristiana podemos aspirar a una creciente demostración de nuestra consciencia de lo espiritual. Aquellos que se ocupan de lo espiritual han hallado la única Vida que existe. Esa Vida es la substancia imperecedera que es incapaz de decaer.
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