La Ciencia Cristiana revela al hombre como Dios lo hace, espiritual e inmortal, nunca sujeto a la discordancia y a la decadencia, no viviendo en la materia sino en el Espíritu, no existiendo en el tiempo sino en la eternidad. La comprensión del hombre real como el reflejo de la Vida, revela constantemente nuevas oportunidades para expresar el vigor, la vitalidad y la fuerza de la Vida. Aparece la eterna lozanía con la revelación del reino de Dios, en el cual se ve al hombre coexistiendo con su Hacedor, sin pasar por el nacimiento ni la muerte.
Cuando los fariseos le hicieron preguntas sobre el reino de Dios, Cristo Jesús dio énfasis al hecho de que el reino de Dios no es una localidad. Él dijo: “El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros”. Lucas 17:20, 21; El reino de Dios es el reino del Amor divino e infinito. Está caracterizado por la armonía eterna, por la supremacía de la Verdad, la belleza del Alma, la paz de la Mente, el orden inmutable del Principio divino. Aquí se reconoce que Dios es la causa única, el creador único, y que la creación es Su manifestación, que continúa eternamente. El reino de los cielos dentro de nosotros, no es pues, una meta lejana que ha de alcanzarse después de la muerte, sino un estado mental que le es revelado a los de corazón puro, del cual puede tenerse consciencia aquí y ahora.
La importancia que Jesús atribuía al reino de Dios es subrayada por la referencia que de él hace en el Padrenuestro (ver Mateo 6:9–13). Tanto el cielo, o la armonía, como el reino de Dios son mencionados dos veces en esta oración: “Padre nuestro que estás en los cielos.. . Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.. . porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos”.
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