Cuando Moisés promulgó los Diez Mandamientos, se encontraba en el pináculo de su triunfo. A pesar de lo vitalmente importante que fue esta etapa de su carrera, su continua tarea fue la de dirigir a sus vacilantes seguidores hacia la Tierra Prometida.
Como sus responsabilidades habían aumentado, el Señor le permitió seleccionar setenta hombres de entre “los ancianos del pueblo.. .” para delegar en ellos parte de su responsabilidad (ver Números 11:24, 25); pero, aún con este respaldo adicional, fue acosado por las dudas y consultas del pueblo.
Al considerar los postreros años de Moisés, es importante distinguir ciertos aspectos de la organización que él estableció. Estrechamente relacionada con la promulgación de la ley estuvo la preparación del arca, un cofre sagrado en el que se preservaban las tablas de la ley y que era guardado en el tabernáculo, o tienda, un santuario portátil (ver Éxodo 25:8, 9), utilizado principalmente durante la jornada por el desierto y descrito especialmente en los capítulos finales del libro del Éxodo.
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