La ciencia médica está reconociendo cada vez más el efecto destructor del odio sobre el cuerpo material. Muchas enfermedades físicas, lo mismo que desviaciones mentales, están ahora siendo atribuidas a esta causa virulenta. La Ciencia Cristiana señala que los efectos nocivos del odio, tanto en el que odia como en el que es odiado, pueden ser contrarrestados reemplazando el odio con la expresión de la Verdad y el Amor divinos.
En Miscellaneous Writings (Escritos Misceláneos) la Sra. Eddy hace esta notable declaración: “No odiéis a nadie; pues el odio es un foco de infección que propaga su virus y acaba por matar”.Mis., pág. 12; El odio puede matar muchas cosas en nosotros, entre ellas, la dignidad, la justicia, la compasión, la esperanza, como también la inspiración, la alegría y el progreso. La pérdida de cualesquiera de ellos disminuye en gran manera nuestra paz mental.
¿Ha pensado usted alguna vez cuánto odio podría ser eliminado del mundo si la gente se amara más a sí misma?
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