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Guillermo pasea en bicicleta

Del número de septiembre de 1976 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Guillermo tenía once años. Le gustaba ayudar en las tareas de la casa. Los sábados por la mañana generalmente sacaba su bicicleta y llevaba cartas al correo. Un sábado por la mañana su papá le dio un pequeño paquete que debía llevar para que lo pesaran en el correo.

Antes de llegar al correo, Guillermo tuvo que pasar frente al patio de la escuela. Al acercarse, vio un grupo de jóvenes mayores que él que venían en tropel en bicicletas. Cuando Guillermo se acercó más, dos de los jóvenes mayores lo señalaron y se rieron.

Sólo pudo oír a uno de ellos decir: “Le vamos a dar un ‘paseíto rápido’ en cuanto cruce nuestro territorio”.

Guillermo se quedó frío. Hubiera deseado no estar ahí. Tenía miedo. Pensó en dar vuelta y regresar a casa. Pero entonces recordó las experiencias que había oída en las reuniones de testimonio de los miércoles en la iglesia de la Ciencia Cristiana. Que Dios está siempre allí mismo para bendecir a cualquiera que necesita ayuda. El Padre-Madre Amor está conmigo ahora, pensó Guillermo. Ya no tuvo miedo. Y pasó cerca del grupo sintiéndose seguro en el amor de Dios. Recordó cómo Cristo Jesús había pasado en medio de una muchedumbre enfurecida sin ser lastimado. Se sintió tan feliz en esa nueva libertad que entró sonriente en el correo.

— Te ves contento — dijo el empleado del correo.

— Por supuesto — contestó Guillermo. Es una mañana maravillosa.

Con el mismo sentimiento de absoluta confianza en el bien, Guillermo salió del correo, pasó en su bicicleta cerca de los chicos en el patio, y siguió hasta su casa. Los jóvenes estaban ocupados jugando. Ni siquiera miraron a Guillermo.

Aquella tarde cuando él y su madre hablaban sobre gratitud, Guillermo dijo: — Aprendí mi lección de la Escuela Dominical: “Guarda silencio ante Jehová, y espera en él” Salmo 37:7;, y sé qué significa. Hoy tenía miedo, pero pensé en la bondad de Dios y en Su amor. Sabía que eso es más grande que cualquier otra cosa. Así es que confié en Dios y todo salió bien.

La madre de Guillermo sonrió. — Es la misma sensación de seguridad que yo siento cuando escucho el himno de la Sra. Eddy que dice: “Su brazo nos rodea con amor” Himnario de la Ciencia Cristiana, No. 207.. Y abrazó a Guillermo fuertemente.

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