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Herederos de la promesa

[Original en francés]

Del número de septiembre de 1976 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


“Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas”. Lucas 15:31; Estas palabras de Cristo Jesús que se encuentran en la parábola del hijo pródigo revelan, en su mensaje compasivo, la relación científica del hombre con Dios y la abundancia de las riquezas divinas la herencia legítima del hombre como hijo de Dios.

Todos los domingos, al final del culto en las Iglesias de Cristo, Científico, se leen las siguientes inspiradas palabras del Apóstol Juan: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios”. 1 Juan 3:1; La versión francesa de la Biblia y The New English Bible incluyen la frase siguiente: “Y así somos”. Ciertamente ningún título es más noble, más honroso que éste. ¡Qué revelación para cada uno de nosotros! El pensamiento elevado que capta la amplitud de estas promesas se regocija en apartarse de las creencias falsas y limitativas para tornarse a la contemplación del Amor infinito — el reino de los cielos, donde el Alma reina.

Mediante el estudio de las verdades que la Sra. Eddy ha revelado al mundo en su descubrimiento de la Ciencia Cristiana, aprendemos a conocer a Dios como Padre-Madre, tierno y afectuoso. Descubrimos que Dios no es un juez implacable que castiga a Sus hijos, sino que es Aquél cuyo amor infinito incluye a toda Su creación. Cualesquiera que sean los errores, las faltas o la ignorancia que según nuestra creencia nos hayan impedido disfrutar de las bendiciones de Dios, nuestra pródiga fuente divina, podemos saber que, en realidad, el hombre siempre ha sido inseparable de su Principio divino. Su vida no está a merced de las fluctuaciones de las creencias mortales, sino que refleja al Alma, la substancia verdadera del hombre, que es infinita.

¿Cómo podemos llegar a estar conscientes de nuestra herencia divina — a descubrir la felicidad y los recursos infinitos del Alma? Por medio de la oración. Mediante la espiritualización del pensamiento, es decir, mediante el reconocimiento de que el hombre, la imagen y semejanza de Dios, existe dentro del todo de Dios y refleja los atributos del Alma. Todo lo que sea falso o mortal — ya sea pecado, escasez, enfermedad o discordancia — está excluido de la herencia que el hijo de Dios ha recibido de su Padre. La Sra. Eddy escribe: “En la Ciencia somos hijos de Dios; pero todo lo que es mortal, o proviene del sentido material, no pertenece a Sus hijos; porque la materialidad es la imagen invertida de la espiritualidad”.Ciencia y Salud, pág. 572;

La Ciencia Cristiana nos enseña a reemplazar las creencias erróneas con realidades espirituales. Reemplazar el concepto del hombre mortal pecaminoso con el verdadero concepto del hombre, la imagen y semejanza perfecta de Dios, es orar. Substituir los objetos de los sentidos con ideas espirituales e indestructibles, también es oración. Cuando oramos de este modo, empezamos a abandonar los limitados conceptos que abrigamos acerca de las personas y de las cosas, y las ideas del Alma empiezan a aparecer. Solamente así estas ideas se manifiestan en forma tangible para responder a las necesidades humanas. La Sra. Eddy dice: “La metafísica resuelve las cosas en pensamientos y reemplaza los objetos de los sentidos por las ideas del Alma”.ibid., pág. 269;

¿Estamos en procura de una casa, o de un hogar armonioso, de un trabajo donde utilizar nuestro talento, o de lograr la salud, la provisión, la felicidad? Todo lo necesario para nuestro progreso y felicidad está presente en la consciencia espiritual no como objetos, sino como ideas espirituales, cuyo origen es Dios. El hogar, por ejemplo, representa los conceptos de amor, armonía, gozo y demás que son atributos del Alma, los cuales el hombre refleja. Por consiguiente, el hogar no se limita a una morada construida de madera, acero o cemento, sino que es una asociación de ideas justas y buenas y de cualidades divinas, cuya substancia espiritual está dentro de la consciencia divina.

El Alma, Dios, no puede existir sin Su expresión, el hombre. En razón de que el hombre emana de Dios, refleja los atributos del Alma en discernimiento, percepción, inspiración, pureza, paz, amor que son los hechos y facetas verdaderos de su ser. A medida que uno expresa las cualidades del Alma en la vida diaria, demuestra la acción armonizadora del Alma.

Orar de esta manera requiere humildad. La Sra. Eddy escribe: “El deseo de llegar a ser como niños pequeños y dejar lo viejo por lo nuevo, dispone el pensamiento para recibir la idea avanzada”.ibid., págs. 323–324; Al igual que el ave que deja la tierra para elevarse hacia el firmamento, tenemos que abandonar nosotros el fardo de creencias mortales, de un pasado plagado de errores, del temor a la escasez, o al futuro o a la enfermedad, para poder elevarnos hacia las alturas del Alma, donde descubrimos nuestra vida en Dios.

Hace algunos años, cuando me encontraba tratando de conseguir una casa, me dije: “¡Naturalmente! Poseo, por reflejo, todo lo que Dios posee. Puesto que soy la hija de Dios no tengo que anhelar nada. En mi consciencia está presente como ideas del Alma todo lo que necesito, y ésta es mi herencia divina”. Sentí tanto gozo e inspiración que me olvidé completamente del problema humano. Poco tiempo después alguien me ofreció la oportunidad de vivir en un hermoso y confortable apartamento donde pude disfrutar ampliamente de innumerables bendiciones. Entonces, una amiga colmó generosamente mi más preciado deseo al invitarme a viajar a Boston a visitar La Iglesia Madre.

Ser fiel a las verdades de la Ciencia Cristiana y estar consciente del hecho de que el hombre es ahora mismo el hijo de Dios, hace nuestro pensamiento receptivo a los recursos infinitos del Alma y para encontrar la felicidad duradera. “Sucederá en aquel tiempo, que los montes destilarán mosto, y los collados fluirán leche, y por todos los arroyos de Judá correrán aguas; y saldrá una fuente de la casa de Jehová”. Joel 3:18.

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