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[Original en alemán]

Durante mi infancia fui sanada por la Ciencia Cristiana...

Del número de septiembre de 1976 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Durante mi infancia fui sanada por la Ciencia Cristiana cuando los médicos en la pequeña ciudad de Alemania Oriental donde mis padres residían no habían podido sanarme. En aquel tiempo mi madre no sabía nada de esta religión, pero le habían dado la dirección de un practicista de la Ciencia Cristiana en la lejana ciudad de Danzig, y mi curación instantánea se produjo al solicitarle tratamiento por medio de la oración. Desde entonces el libro de texto Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, tuvo un lugar en nuestro hogar, y mi madre se empeñaba en aplicar sus verdades según lo mejor de su comprensión. Mi abuela, que vivía en Danzig, era motivo de constante preocupación para mi familia porque siempre se encontraba enferma y débil. Se dedicó a estudiar la Ciencia, y desde entonces por muchas décadas vivió una vida alegre, útil y ejemplar.

Más adelante, cuando mis padres se mudaron a Berlín, tuve el privilegio de asistir a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana por unos pocos años más. Pero en ese entonces todavía no persistía lo suficiente en mi aplicación de sus enseñanzas, y cuando me casé con el hijo de un pastor protestante, quise adaptarme en todo sentido, incluso a su creencia religiosa, aunque la religión protestante no me satisfacía de ninguna manera después de los años que había pasado asistiendo a una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana.

Luego llegó un momento en que evidentemente me hallé bajo la presión de la situación — a menudo en cama o en el hospital — y continuamente en contacto con médicos. Se me dijo que nunca podría sanar por completo de una afección del riñón, y que tendría que tener sumo cuidado en cuanto a mi alimentación y temperatura del cuerpo. Además, debido a baja presión arterial siempre me sentía cansada y débil. Los médicos no pudieron lograr una mejoría de importancia en este sentido, y estaba siempre susceptible al contagio de cualquier enfermedad que apareciera. Sentía gran oposición a la Ciencia Cristiana porque pensaba que había encontrado a pocos Científicos Cristianos verdaderos — que vivieran de tal manera que me hiciesen vivir así también. No había llegado aún a comprender que la Ciencia Cristiana es la verdad — a pesar de la manera en que la gente la use.

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