Mi madre aceptó inmediatamente la Ciencia Cristiana cuando observó la curación de una querida maestra de su niñez que había estado enferma de una seria afección cardíaca. Mi madre quedó profundamente impresionada. Había estado sufriendo de una condición pulmonar muy dolorosa y sanó rápidamente con la ayuda de una practicista de la Ciencia Cristiana. Luego mi madre pasó el resto de su larga vida como enfermera de la Ciencia Cristiana ayudando a traer a otros salud y alegría.
He experimentado muchas curaciones durante los años que he estudiado esta Ciencia. Recuerdo especialmente dos curaciones que fueron instantáneas. En Ciencia y Salud la Sra. Eddy escribe (pág. 113): “La parte vital, el corazón y el alma de la Ciencia Cristiana, es el Amor”. Las dos practicistas que me ayudaron en estas dos curaciones estaban reflejando el Amor divino, del cual la Sra. Eddy dice (ibid., pág. 494): “El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana”.
Cuando en un viaje de 400 kilómetros caí tan enferma que parecía imposible continuar el viaje, telefoneé a la practicista que esperaba mi llegada. Cuando regresé al auto estaba perfectamente libre, y finalicé a salvo los sesenta y cinco kms. restantes.
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