Siempre he encontrado de gran utilidad los testimonios que aparecen en las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana. Con gratitud y gozo relato una curación que tuve hace algunos años.
En esa época mi esposo y yo éramos dueños de un pequeño negocio. Era el feriado bancario que se celebra en el mes de agosto, la época para nosotros de más trabajo del año, y el tiempo era muy caluroso. El sábado una de las piernas se me hinchó e inflamó debido a la picadura de un insecto venenoso. Tenía dificultad para mantenerme de pie. Llamé por teléfono a una practicista de la Ciencia Cristiana, quien con mucho amor me dijo que me daría tratamiento.
La Lección-Sermón de esa semana, en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, incluía el relato bíblico de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que fueron echados en el horno de fuego (ver Daniel, Cap. 3). Percibí claramente que así como la verdadera identidad de ellos no pudo ser tocada por esa experiencia, tampoco podía ser tocada mi verdadera identidad.
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