El Salvador, el Cristo sanador, nos espera en las reuniones de testimonios de los miércoles en las Iglesias de Cristo, Científico, en todo el mundo. Una parte muy importante de esta reunión es la oportunidad que se brinda para dar testimonios de gratitud por las demostraciones de ayuda y curación en la Ciencia Cristiana.
Sabiendo el poder que tiene la sincera gratitud a Dios para enfocar la luz espiritual, la Sra. Eddy fue guiada a proveer a los Científicos Cristianos con estas oportunidades para expresar públicamente su gratitud y dar testimonio de sus curaciones. Estas expresiones de alabanza y gloria ayudan a quienes testifican sobre sus curaciones y a cada uno de los que escuchan los testimonios.
La Biblia declara: “Vosotros, pues, sois mis testigos, dice Jehová, que yo soy Dios”. Isa. 43:12; Tal testigo es el que puede hablar por experiencia propia y, por lo tanto, dar testimonio de la verdad del siempre presente poder sanador de Dios.
Cristo Jesús fue un testigo perfecto de la eficacia de la ley de Dios. Nos ha demostrado cómo podemos ser testigos de la ley de Dios y amar bajo cualquier circunstancia, y así alabar y glorificar a Dios por todo el bien que diariamente nos prodiga.
En su misión de amor por la humanidad, Cristo Jesús cumplió la ley divina de comprensión y curación. El Maestro demostró el poder sanador y la supremacía de la ley de Dios restableciendo la vista a los ciegos, la salud a los enfermos y la pureza a los pecadores. Podemos amar como Cristo Jesús amó. Él siempre estaba consciente del amor de Dios, y reflejaba este santo amor a toda la humanidad.
La presencia y poder indiscutibles de Dios se manifiestan en las cualidades espirituales que nos sanan. En el grado en que nos identificamos con las verdaderas cualidades del Cristo, manifestamos la ley divina del Amor, ley que corrige y sana la falsa creencia en las condiciones discordantes. Algunas de estas cualidades son la armonía, la confianza en el bien, el orden, la bondadosa comprensión hacia los demás, la colaboración, el afecto.
Cuando uno reconoce al Amor infinito y ve que la pretensión de la mente mortal de tener realidad es falsa, puede despojarse de la creencia en una identidad separada de Dios. El estar conscientes de nuestra unidad con Dios nos da la fuerza para elevarnos por encima de todo lo que no es de Dios. La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud: “Temer el pecado significa no comprender el poder del Amor ni la Ciencia divina del ser en la relación del hombre con Dios, — dudar de Su gobierno y desconfiar de Su protección omnipotente”.Ciencia y Salud, pág. 231;
Ayudaremos a acelerar la demostración universal de la Verdad inmortal en la proporción en que comprendamos que la Ciencia divina — como se ha revelado en cumplimiento de la promesa de las Escrituras — ha venido en la Ciencia Cristiana, y todos los que lo deseen pueden emular las obras de curación del Maestro a medida que aprendan a comprender y aplicar la verdad mediante el estudio de esta Ciencia.
La Sra. Eddy dice en Ciencia y Salud: “Millones de mentes sin prejuicios — sencillos buscadores de la Verdad, fatigados peregrinos, sedientos en el desierto — están esperando anhelantes descanso y refrigerio. Dadles un vaso de agua fría en nombre de Cristo, sin temer jamás las consecuencias”.ibid., pág. 570; Como testigos agradecidos del amor y poder sanador de Dios, podemos manifestar y dar testimonio del amor, sabiduría y gracia que experimentamos en cada prueba que tenemos del Amor divino.
En un tiempo, fui una buscadora de la Verdad, y jamás olvidaré mi primera visita a una reunión de testimonios de los miércoles. Quería ver por mí misma de qué se trataba esta Ciencia. Mas para mi asombro tuve la sensación de que se me estaba esperando; me embargó una gran paz y al leer las maravillosas palabras: “Dios es Amor” Ver 1 Juan 4:8; escritas en la pared, supe que había encontrado a Dios.
Absorbí, como alguien que está sediento, la inspirada lectura que desde el púlpito se leía y los testimonios que se daban, y esa misma tarde, al comenzar a comprender que Dios jamás causa la enfermedad al hombre, sané de una infección crónica del riñón. Fue tanta mi gratitud que al poco tiempo yo también di un testimonio de agradecimiento por esta curación.
¿Estamos conscientes de cuán maravilloso es poder comprender y demostrar que toda discordancia puede ser superada con la ayuda de la Ciencia Cristiana? El anhelo de reconocer a Dios como Amor y a nuestra verdadera identidad como Su imagen y semejanza es oración genuina, y puede liberarnos de condiciones adversas de cualquier naturaleza, tales como la opresión, la escasez o el ansia de poder. Es una consciencia pura, sin temor, la que demuestra que Dios sana. El amor a Dios supera el temor que nos impide ser testigos de Dios, al dar testimonio de las curaciones y experiencias alentadoras que hemos tenido al poner en práctica las enseñanzas de la Ciencia Cristiana.
Una curación es completa cuando le damos gracias a Dios, pues esto significa que estamos verdaderamente convencidos de que Dios está siempre presente para ayudarnos y sanarnos. No podemos servir al temor que nos impediría ser testigos de Dios. La autodisciplina es necesaria para hacer nuestro el amor de Dios y vivirlo. A medida que nos esforzamos por vivir el amor de Dios como Cristo Jesús lo vivió y demostró, nuestra consciencia humana se espiritualiza; y se comienza a reconocer la omnipresencia y omnipotencia del Amor divino.
El amor de Dios hacia el hombre se manifiesta en infinidad de maneras — en la protección siempre presente, en provisión abundante, en decisiones y acciones guiadas por la sabiduría, en el manejo de los negocios — en todas las actividades de la vida diaria. Nunca nos falta la dirección divina cuando nos ponemos diaria y continuamente en las manos de Dios.
¿Acaso no dijo Cristo Jesús a sus discípulos: “Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor”? Juan 15:9. Sin lugar a dudas esto significa reflejar el amor con que se nos ama. Incluye responder a la oportunidad que tenemos en cada reunión de testimonios de los miércoles, de demostrar que el Cristo está allí, esperándonos, y que la puerta está abierta de par en par para cada uno que busca y es atraído por el amor de Dios.
