Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

[Original en alemán]

La Ciencia Cristiana* para mí es la cosa más hermosa del mundo porque...

Del número de octubre de 1977 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) para mí es la cosa más hermosa del mundo porque ha realizado mi anhelo de sentir algo celestial. ¿Cómo llegué a esta maravillosa y práctica religión? Fue mediante la bondad y guía de Dios.

Durante la Primera Guerra Mundial mi padre enfermó gravemente. Yo pregunté: “¿Por qué la gente no puede curar de la manera que lo hacía Cristo Jesús?” Respuesta: “¡Eso fue en el pasado!” Después de eso, vi el emblema de la cruz y la corona en la literatura de la Ciencia Cristiana en una biblioteca. Yo era tan tímida que no investigué más al respecto. Cuando quise encontrarla nuevamente toda la búsqueda fue en vano. Pero tenía la seguridad de que volvería a encontrarla.

Inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, finalmente fui guiada a la Ciencia Cristiana, y reconocí con un corazón humilde y agradecido el emblema que no había podido olvidar — la cruz y la corona en los escritos de Mary Baker Eddy. Estudié estos escritos con gran devoción y entusiasmo. Estoy muy agradecida por ser miembro de La Iglesia Madre, por haber tomado instrucción en clase de un maestro devoto, y por trabajar en un grupo de Científicos Cristianos, donde tuve el privilegio de servir como Segunda Lectora.

De todas las bendiciones que he recibido mediante la aplicación de la Ciencia Cristiana, quisiera relatar dos curaciones. Cuando tenía un problema de vivienda que resolver, sufrí de fuertes dolores en los brazos y en las piernas que hacía insoportable el menor movimiento. Por medio de la ayuda de una practicista de la Ciencia Cristiana, percibí que debía erradicar todo el resentimiento que sentía por injusticias y enemistad que había sufrido. Cuando logré liberar mi pensamiento de todo resentimiento, los dolores desaparecieron por completo. Pude mover las piernas y los brazos nuevamente, y el problema de vivienda fue solucionado de manera completamente satisfactoria.

Unos años después tuve un serio problema de la vista que me alarmó. Mediante la devota oración de un practicista, mi propio estudio consagrado de la Biblia, y de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por la Sra. Eddy, además de mis esfuerzos por aplicar lo que había comprendido para solucionar este problema, la condición de la vista fue rápidamente superada.

En retrospección también quisiera dar gracias por la gran inspiración que sentí al tener mi primer contacto con la Ciencia Cristiana. Fue como nacer de nuevo. Era otro mundo. Cambié mi manera de pensar, y descubrí que todo sentimiento de pérdida, aflicción y pena, podía ser superado. No puedo describir lo feliz que me sentí al obtener mi primer ejemplar de Ciencia y Salud. El epígrafe me pareció un comienzo hermoso, y todavía hoy amo las palabras de la Sra. Eddy:

¡Oh! Tú has oído mi oración,
Y ¡me encuentro bendecida!
Ésta es Tu sublime promesa:—
Tú aquí, y en todas partes.

Aún no había terminado de leer todo el libro cuando tuve el privilegio de obtener mi primera curación. Me había caído súbitamente sobre mis rodillas en un camino pedregoso y sentía un gran dolor, cuando inmediatamente me vino al pensamiento (Ciencia y Salud, pág. 391): “Desechad la creencia en la posibilidad de que podáis albergar un solo dolor intruso que no pueda ser eliminado por el poder de la Mente, y de ese modo podéis prevenir el desarrollo del dolor en el cuerpo”. Sentí una maravillosa inspiración, y el dolor desapareció inmediatamente. Sentí algo tan hermoso y sagrado, que no podía hablar con nadie, excepto con Dios, de esta curación.

Una enorme gratitud llena mi corazón por la gracia de poder tener parte en las sabias oportunidades que ofrece nuestro movimiento. Toda la literatura, las Lecciones Bíblicas en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, las inspiradoras conferencias y reuniones de asociación, todo es importante para mí. Amo la Ciencia Cristiana sobre todas las cosas, y estoy dichosa de tener el privilegio de dejar que mi luz brille en gratitud. Desearía concluir este testimonio con las últimas dos líneas del hermoso himno No. 282 del Himnario de la Ciencia Cristiana:

En la tierra y en el cielo
se oyen cantos de loor.


Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / octubre de 1977

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.