Por dieciocho largos años
había llevado esa carga,
así que tengo una buena razón
para recordar
aquel día de reposo especial.
Creo que viví por tanto tiempo
con esta enfermedad
que ya era como un hábito.
Pero de algún modo lograba subsistir.
Un día era igual que el otro — pero ese día fue diferente.
Su mirada incluyó
a cada miembro de la congregación
hasta reposar en mí.
Me llamó hacia él,
y dijo suavemente:
“Eres libre de tu enfermedad”.
¿Cómo encontrar palabras para decir lo que pasó?
El pasado y el futuro — todo se unió
en un presente eterno,
cuando viejos moldes se entregaron
al poder que elevó mente y cuerpo hacia la luz total.
No es tanto que puedo enderezarme otra vez,
sino que cada día es un nuevo despertar
al sentir de nuevo el Amor que me liberó;
cada día me levanto por medio del Amor,
redimida y libre,
erguida y fuerte para glorificar a Dios.
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