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¿Cómo trabajamos para la iglesia?

Del número de noviembre de 1977 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En cierta ocasión en que se hallaba Jesús en la región de Cesarea de Filipo, casi al final de su carrera terrenal, se sentó a hablar con sus discípulos. Anhelaba escuchar de labios de ellos alguna indicación de que habían comprendido el tremendo significado de su misión y de que comprendían quién era él.

Pedro dio la respuesta que el Maestro deseaba oír: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. Jesús respondió inmediatamente y con regocijo: “Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos”, continuando con la promesa: “Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”. Mateo 16:16–18;

Ésta es la primera vez que la palabra “iglesia” se menciona en la Biblia. Pero desde los días de Abraham, que buscaba “la ciudad que tiene fundamentos”, Hebr. 11:10; se han colocado piedras como altares, y se han construido tabernáculos, indicando los anhelos de los hombres de sentir su unidad con su Hacedor. Gradualmente evolucionó un concepto más elevado de iglesia, la culminación del cual se encuentra en la definición de “Iglesia” que da Mary Baker Eddy en el libro de texto de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras: “La estructura de la Verdad y el Amor; todo lo que descansa en el Principio divino y procede de él.

“La Iglesia es aquella institución que da prueba de su utilidad y se halla elevando la raza humana, despertando el entendimiento dormido de sus creencias materiales a la comprensión de las ideas espirituales y a la demostración de la Ciencia divina, así echando fuera los demonios, o el error, y sanando a los enfermos”.Ciencia y Salud, pág. 583;

Hoy en día, nuestras iglesias encaran numerosos desafíos. Muchos de nosotros ansiamos ser miembros más activos y sanadores en la Iglesia que fundara nuestra Guía, la Sra. Eddy. Queremos fortalecerla y hacerla más extensiva; entonces “las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”.

¿Cuál es la mejor manera de lograrlo?

Si estuviéramos enfrentando un problema personal, recurriríamos a nuestra identidad espiritual. Estableceríamos firmemente en nuestro pensamiento lo que constituye nuestro ser, su relación con Dios, su seguridad, su integridad y perfección. Reconoceríamos que el único nos que existe es la idea divina de Dios. Y porque sabemos que tal comprensión trae curación, nos aferraríamos vigorosamente a estas verdades espirituales hasta que el problema cediese a la ley de Dios.

Si el problema atañe a nuestra iglesia, el enfoque es el mismo. Sabemos que “la estructura de la Verdad y el Amor”, la identidad espiritual de Iglesia, está a salvo — tan a salvo como nuestra identidad espiritual misma. Es la institución humana — La Iglesia Madre y sus filiales — la que parece ser atacada algunas veces. Sin embargo, mediante los esfuerzos de cada persona que verdaderamente ama lo que nuestra iglesia representa, y que ora correctamente, la institución será protegida y perpetuada.

¿Qué hace por la institución esta comprensión de la verdadera identidad de Iglesia? Da a la organización humana todo lo que ésta necesita al ofrecer una visión más clara de la idea divina de Iglesia en cada una de las actividades de la iglesia. La actividad divina que se desarrolla en “la estructura de la Verdad y el Amor” impulsa y permite a la institución lograr su cometido.

La Palabra de Dios no está esperando pasivamente a que se haga o no se haga uso de ella; produce un ímpetu activo. Y en el grado en que admitamos este hecho, y nos aferremos a él en nuestras oraciones por la iglesia, corregirá cualquier condición humana que necesite ser corregida. “La estructura de la Verdad y el Amor” no está inerte como una estructura material. Tiene vida. Y nuestro entendimiento individual de esta estructura divina — es decir, el establecimiento de esta estructura divina en nuestros corazones — impulsa y sostiene activamente a la institución en el cumplimiento de su misión.

La Sra. Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, indica esto en una carta a una iglesia en la oportunidad de su dedicación una vez saldadas todas sus deudas. Dice: “El éxito laudable de esta iglesia, y sus esfuerzos unidos para erigir un edificio en el cual venerar al infinito, surgió de los templos edificados primero en los corazones de sus miembros — el amor desinteresado que edifica sin manos, eterno en el cielo del Espíritu”. Y continúa: “Dios permita que esta unión perdure, y que continúen edificando, reedificando, adornando, y llenando estos templos espirituales con gracia, Verdad, Vida, y Amor”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 195.

Evidentemente la filial a la cual le escribía nuestra Guía tuvo éxito porque sus miembros edificaron primero en sus corazones el verdadero concepto de Iglesia.

La comprensión que continúa “edificando, reedificando, adornando, y llenando estos templos espirituales”, gobernará y elevará nuestro concepto de la institución. Este entendimiento reemplaza nuestras creencias limitadas y opresoras. Promueve el amor y la apreciación entre los miembros, trae cooperación y unidad espirituales además de guía y dirección. Nos ayuda a demostrar la vitalidad, provisión, energía y conocimientos que necesitan nuestras iglesias para realizar cada una de sus actividades.

Quizás uno de los puntos más alentadores de la revelación que tuvo la Sra. Eddy de la Ciencia divina es que los problemas humanos nunca están fuera del alcance del cuidado de Dios. Dios provee ayuda donde y cuando la necesitamos. Esta ayuda es el Cristo. El Cristo, la idea verdadera de Dios, está siempre activo en la consciencia humana, dándonos el estímulo que necesitamos. Cada agitación purificadora de bien evidencia la agitación purificadora del Cristo.

Las numerosas declaraciones sobre el concepto humano de iglesia que se encuentran en los escritos de la Sra. Eddy indican la importancia que ella le daba a la institución. Además, en el segundo párrafo de su definición de “Iglesia”, es de la institución de la que se dice que está “elevando la raza humana, despertando el entendimiento dormido... y sanando a los enfermos”. He aquí el Cristo en operación, la actividad de la idea espiritual.

Con mucha frecuencia quizás la curación es considerada como si correspondiera sólo a los practicistas de la Ciencia Cristiana. Pero ocurren muchas curaciones durante los servicios religiosos de la iglesia y pueden lograrse muchas más. Para que esto suceda debemos volver a escuchar la Palabra de Dios y a vivir el Cristo — a mantener nuestro pensamiento tan espiritualmente transparente que nada pueda impedir que la verdad sanadora de la Biblia y de Ciencia y Salud sea eficaz en nuestra vida diaria.

En su Sermón del Monte, Cristo Jesús da énfasis a la importancia de hacer la paz con nuestro hermano antes de traer nuestra ofrenda al altar (ver Mateo 5:23, 24). ¿Qué sucedería en nuestros cultos religiosos hoy en día si cada miembro antes de venir a la iglesia hiciese el esfuerzo de despojarse de toda animadversión, crítica, obstinación, o cualquier característica que quisiera impedir que la luz sanadora de la Verdad resplandezca? Esto puede lograrse aferrándonos firmemente al verdadero propósito de iglesia, basado en el cristianismo verdadero.

Cada pensamiento que mantengamos sobre iglesia necesita glorificar “la estructura de la Verdad y el Amor”. Cada actividad de iglesia necesita ser el resultado de la actividad divina que se desarrolla en la estructura espiritual. Entonces hallaremos que las limitaciones ceden a la abundancia, el pesar a la alegría, y el desaliento a una mayor firmeza.

La Palabra de Dios caracteriza la verdadera Iglesia; y el Cristo glorifica la aparición humana de la verdadera Iglesia — la institución. A medida que escuchamos la Palabra, ésta aumenta nuestro entendimiento de “la estructura de la Verdad y el Amor”. Vemos que tenemos iglesia sólo mientras esté basada en el Principio divino.

Aquí está la prueba para todo lo que hacemos en la iglesia: ¿Descansa en el Principio divino y procede de él? Así será, a medida que dejemos que el Cristo dirija nuestra actividad y transforme nuestro carácter. Se efectúa un cambio de un punto de vista material a la percepción divina, mejorando las circunstancias. A medida que diligentemente nos esforcemos por poner en práctica la Palabra, nuestras iglesias expresarán el significado más elevado del cristianismo, “elevando la raza humana, despertando el entendimiento dormido... y sanando a los enfermos”.

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