Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

La gratitud trae curación

[Original en danés]

Del número de noviembre de 1977 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La gratitud es de suprema importancia para quien desea encontrar su verdadera identidad, y por medio de este entendimiento llevar una vida fructífera y alegre irradiando amor para Dios y para su prójimo. La gratitud está estrechamente relacionada con la obediencia a los mandamientos de Dios. Es una fuerza para bien que necesitamos mantener activa en nuestra consciencia.

Pero quizás ocasionalmente notemos en nosotros mismos o en otros, una tendencia a criticar e incluso a tratar de restar importancia a la gratitud como una cualidad esencial. Suele decirse, por ejemplo, que los hijos no les deben gratitud a sus padres por nada ya que es el deber de los padres proveer para sus hijos. Asimismo se alega que el empleado y su empleador se deben el uno al otro respectivamente sólo el trabajo convenido y la remuneración convenida; y el ciudadano, se argumenta, no le debe ninguna gratitud especial a la sociedad en la que vive; ni tampoco Dios, si es que Él existe, tiene ningún derecho especial a recibir gratitud de la humanidad ya que, en el mejor de los casos, los hombres reciben sólo lo que el creador le debe a toda Su creación.

La Ciencia Cristiana, sin embargo, revela el poder liberador, dinámico y espiritual que hay en la gratitud. Esta Ciencia se basa en la Biblia, que dice, en el primer capítulo, que Dios creó al hombre a Su imagen (ver Génesis 1:27). Cristo Jesús definió a Dios como Espíritu (ver Juan 4:24). El hombre como imagen y semejanza de Dios, como Su reflejo, debe por lo tanto ser espiritual. En consecuencia, ninguna de las falsas creencias que se suponen ligadas a la humanidad — hambre, necesidad, acciones pecaminosas, falta de carácter, sufrimiento, enfermedad — pueden tener relación alguna con este reflejo espiritual.

Fue con este reflejo perfecto con el que Jesús se identificó cuando dijo: “De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente”. Juan 5:19; En otras palabras, Jesús reconoció que lo que él hizo, lo hizo gracias a Dios. Por lo tanto podía agradecer a Dios porque él reflejaba lo que parecían ser sus propias aptitudes y suficiencia. Su reconocimiento atribuía con gratitud todo poder a Dios.

El comentario de la Sra. Eddy sobre la curación de los diez leprosos, curación descrita en el Evangelio según San Lucas, está de acuerdo con esto. Un grupo de diez leprosos pidieron a Jesús que los ayudara y fueron sanados mientras iban a mostrarse a los sacerdotes, según él les mandara hacer. Lucas nos dice que “uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz”. Lucas 17:15; Refiriéndose a esto, la Sra. Eddy dice en Ciencia y Salud: “De los diez leprosos a quienes Jesús sanó, sólo uno volvió para dar gracias a Dios, — esto es, para reconocer el Principio divino que le había sanado”.Ciencia y Salud, pág. 94;

De esto puede verse que reconocemos a Dios, el Principio divino, cuando Le damos gracias; que reconocemos que es Dios, y sólo Dios, quien obra en nosotros. Podría decirse que fue su gratitud a su Padre, Dios, lo que Jesús expresó en las palabras: “No puede el Hijo hacer nada por sí mismo”. La verdadera gratitud a Dios, por lo tanto, no es tanto una expresión de alegría al recibir o poseer algo, como una confirmación y un reconocimiento de ser algo — a saber, la idea, o reflejo, perfecta y armoniosa de la Mente que todo lo sabe, que es todo acción y está siempre presente. Esto significa comprender nuestro ser verdadero y espiritual, y amar a Dios.

Sentir verdadera gratitud hacia nuestro prójimo será entonces el resultado de ver que debido a que el hombre es el reflejo de Dios, el Principio divino, nuestro prójimo en realidad refleja el Amor divino. Comprender esto significa amar a nuestro prójimo. De esta manera la verdadera gratitud no es algo superfluo, mal comprendido y obsoleto, sino es algo necesario — es el vivir activamente los dos mandamientos más importantes: Amar a Dios y amar a nuestro prójimo.

Hace algún tiempo tuve una oportunidad de saber lo que puede significar la gratitud en una curación. Una angustiosa y dolorosa condición física me hacía difícil en ocasiones caminar erguido o inclinarme. No solicité ayuda a un practicista de la Ciencia Cristiana, ya que deseaba resolver el problema yo mismo; pero pasaron algunos meses, y la dificultad no sanaba.

Un día finalmente hablé sobre ello con una amiga que era practicista. Ella sabía que pocos años antes, mientras me hallaba en un viaje de negocios, me había sanado de un severo ataque de gripe en sólo pocas horas por medio de mi propio trabajo de oración. Sin duda ella percibió que debido a que yo pensaba que había logrado la primera curación por medio de mi propio trabajo, yo deseaba hacer lo mismo con este problema actual y, posiblemente, esto hacía que yo pasara por alto el hecho de que la curación en su sentido más profundo proviene de Dios y no del yo personal. Me preguntó si estaba verdaderamente agradecido — agradecido porque la Ciencia Cristiana nos muestra tan claramente que Dios es el verdadero sanador; que el hombre, la idea verdadera de Dios, es perfecto, completo y recto y es por siempre mantenido como tal por Dios; que esta idea verdadera es la identidad real e inmutable de cada uno.

Le contesté que pensaba que estaba agradecido por todo esto, pero le aseguré que llenaría mi consciencia con toda la gratitud que yo sabía que le debía a Dios. Hice esto lo mejor que supe durante el día, y cuando desperté a la mañana siguiente, estaba perfectamente bien. Podía decir con el Salmista: “Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias”. Salmo 103:2, 3.

La verdadera gratitud por el amor siempre presente de Dios es la clave que abre el camino para la solución de todos los problemas, y tenemos innumerables oportunidades cada día de usar esta clave y mantener nuestra gratitud brillante y resplandeciente.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / noviembre de 1977

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.