Una madrugada desperté con una molestia que me producía una gran desarmonía. Me levanté, pero enseguida tuve que llamar a mi esposo pues no podía mantenerme en pie. Me di cuenta de que un temor de carencia me había estado molestando. Mi esposo negó los errores de enfermedad y carencia, y entre los dos aplicamos los conocimientos que teníamos de Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens); afirmamos la presencia de Dios y la perfección del hombre como reflejo de Dios.
Me alivié y pude volver a la cama. La molestia había disminuido, pero como no cedía llamamos a una practicista de la Ciencia Cristiana. Le manifesté mi temor. Ella afirmó la omnipotencia de Dios, que Dios es Amor y que, por lo tanto, Él nos ama y nos protege.
A los pocos momentos me sentí completamente libre de la enfermedad. Mary Baker Eddy dice en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras (pág. 596): “Aunque el camino sea oscuro según los sentidos mortales, la Vida y el Amor divinos lo iluminan, destruyen la inquietud del pensamiento mortal, el temor a la muerte, y la supuesta realidad del error”.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!