Una madrugada desperté con una molestia que me producía una gran desarmonía. Me levanté, pero enseguida tuve que llamar a mi esposo pues no podía mantenerme en pie. Me di cuenta de que un temor de carencia me había estado molestando. Mi esposo negó los errores de enfermedad y carencia, y entre los dos aplicamos los conocimientos que teníamos de Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens); afirmamos la presencia de Dios y la perfección del hombre como reflejo de Dios.
Me alivié y pude volver a la cama. La molestia había disminuido, pero como no cedía llamamos a una practicista de la Ciencia Cristiana. Le manifesté mi temor. Ella afirmó la omnipotencia de Dios, que Dios es Amor y que, por lo tanto, Él nos ama y nos protege.
A los pocos momentos me sentí completamente libre de la enfermedad. Mary Baker Eddy dice en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras (pág. 596): “Aunque el camino sea oscuro según los sentidos mortales, la Vida y el Amor divinos lo iluminan, destruyen la inquietud del pensamiento mortal, el temor a la muerte, y la supuesta realidad del error”.
Una curación instantánea que tuve me trajo una valiosa bendición y me enseño que tenemos mantenernos alerta y orar continuamente para cerrar la puerta a pensamientos erróneos. Una amiga que no es Científica Cristiana me hizo avisar que una hermana de ella, muy querida, había fallecido. Pensé que deseaba que la acompañara, así es que rápidamente decidí hacerlo. Cumplí bien con mi obligación de cristiana y de amiga, lo que está bien, pero debiera además haber orado científicamente, es decir, debiera haber fortalecido mi pensamiento con la realidad de que Dios es la Vida y que, por lo tanto, la muerte no existe. Debiera haber afirmado la verdad de que la Vida es eterna.
La Sra. Eddy dice en Ciencia y Salud (pág. 584): “Toda evidencia material de muerte es errónea, pues contradice a las realidades espirituales de la existencia”.
Cuando llegué a mi casa tenía un agudo malestar de estómago. Inmediatamente me di cuenta de mi necesidad y llamé por teléfono a una practicista para que me diera tratamiento por medio de la oración. Mientras hablaba con la practicista el dolor agudo desapareció, dejándome completamente libre.
En otra ocasión empezó a hinchárseme y a dolerme una mano. Al cabo de algunos días el estado se agravó; no podía mover la mano. Me dolían las piernas. Solicité a una practicista que me ayudara con la oración. Como trabajo para el gobierno y no podía cumplir con mis tareas, solicité licencia por enfermedad y se requirió que me viera un médico. Éste dijo que era artritis.
Habiendo cumplido con los requisitos de la oficina, me aparté de lo que el médico había dicho y comencé a estudiar la Ciencia Cristiana para poder colaborar con el trabajo de oración de la practicista. Un gran temor y falta de confianza en mí misma me tenían aprisionada. En Ciencia y Salud (pág. 425) leí: “Corregid la creencia material por el entendimiento espiritual, y el Espíritu os formará de nuevo”.
Cuando entendí que Dios es fuerza y poder, que Él está siempre presente y que el hombre es Su reflejo, gran paz llenó mis pensamientos. El estado inarmonioso desapareció. Mi mano volvió a su estado normal y en las piernas no quedó rastro del problema. A los pocos días pude volver a mi trabajo en perfecta salud. Estoy muy agradecida a Dios por esta curación.
Expreso humildemente mi deseo de continuar en este camino, guiada por la verdad y la Palabra inspirada de Ciencia y Salud. Estoy muy agradecida a Dios por Su hijo, Cristo Jesús, y por la Sra. Eddy, que dio la Ciencia Cristiana al mundo.
Montevideo, Uruguay
