La espiritualización del pensamiento: esto es lo único que adelantará y unirá a nuestra iglesia y la mantendrá segura. Es lo único que finalmente contribuirá a que la Ciencia Cristiana se destaque, separada y apartada del pensamiento y la organización meramente mortales.
Metafísicamente comprendida, la consciencia es divina. Job percibió esto cuando dijo acerca de Dios: “Si él determina una cosa, ¿quién lo hará cambiar? Su alma deseó, e hizo”. Job 23:13; La consciencia no es algo que necesita ser espiritualizada o que puede serlo. Científicamente, es la actividad del Espíritu. La mejor manera de espiritualizar nuestro pensamiento es aceptando la consciencia del Espíritu divino como nuestra. Esto no es principalmente una cuestión de tiempo y trabajo, sino de inspiración y verdadero amor.
A fin de mantener a salvo la Iglesia de Cristo, Científico, y llevar hasta el máximo su utilidad para la humanidad, debemos comprender que la Iglesia es realmente la idea divina del Amor. Así como sólo hay una clase de consciencia, sólo hay una clase de Iglesia, la Iglesia infinita, que representa la infinitud de la Verdad y el Amor. El que exista la idea divina,
Iglesia, y el que tengamos una institución de iglesia no significa que haya más de una Iglesia. Lo que sí significa es que la única Iglesia puede ser conceptuada humanamente.
La espiritualización del pensamiento nos lleva a ver que nosotros, como Científicos Cristianos, no somos meramente trabajadores religiosos; estamos en la vanguardia del aparecimiento de la Verdad divina a la humanidad. No sólo estamos interesados en el trabajo de comités sino también en edificar nuestro razonamiento sobre una base eterna. Éste es nuestro trabajo de Iglesia más elevado, y al mismo tiempo la base para la oración de protección para nuestra iglesia. Vivamos el hecho de que no hay lugar en donde no exista la Verdad y el Amor. La Ciencia Cristiana está aquí no sólo para guiar a la humanidad hacia los edificios de nuestra religión sino también para demostrar que no hay lugar en donde no se halle la Iglesia del Amor infinito.
Una manera poderosa y fundamental de fortalecer y acorazar la institución de iglesia es ver espiritualmente lo que verdaderamente son la Iglesia y el hombre. Los seres humanos a veces rechazan la religión. Pero el hombre jamás rechaza a la Iglesia. El hombre y la Iglesia, por sus naturalezas divinas, son inseparables. La Iglesia no tiene dimensiones materiales, tampoco las tiene el hombre. Ninguno de los dos está comprimido en la palma del tiempo. Ambos son eternos.
Brindamos la mejor ayuda a la organización de la iglesia cuando comprendemos que tanto la Iglesia como el hombre son ideas puramente espirituales. Si sintiésemos que sólo estamos tratando con la religión y los mortales y tratando de unir a estos dos para mutuo beneficio y protección, nuestro trabajo como Científicos Cristianos podría resultar frustrador.
Cuando pensamos en nuestras iglesias y en la humanidad debiéramos hacerlo con vistas en la inmortalidad, más bien que en la mortalidad. La espiritualidad es nuestro único apoyo para lograrlo. Si las vemos mortalmente probablemente veamos una organización vulnerable y mortales falibles. Mas al verlas como inmortales, vemos a la Verdad divina y a su idea como por siempre una. Éstas jamás son enfrentadas por un enemigo, jamás son separadas por cuñas divisivas, jamás necesitan mejorar ni ser protegidas.
Cuando sacamos a la materia del pensamiento — el único lugar en que la materia puede aparentar estar — obtenemos una perspectiva mucho más clara de Iglesia como invulnerable y un concepto mucho más exacto del hombre guiado por el Amor. Comprender que no puede haber materia en la totalidad del Espíritu es el punto vital de la espiritualización. Quita la carga de tratar de mejorar la mortalidad y trae el gozo espiritual que aporta el reconocimiento de la verdad.
¡Cómo anhelaba Mary Baker Eddy transmitir esto! A un grupo de sus estudiantes les dijo en 1889: “Habéis venido a que se os pese; y, sin embargo, yo no quiero pesaros, ni que se os pese. ¿Por qué? Porque Dios lo hace todo, y no hay nada en el platillo opuesto. No hay dos — Mente y materia. Tenemos que poner fin a esa noción. Como comúnmente pensamos, nos imaginamos que todo estará bien si echamos algo en el platillo de la Mente, pero debemos comprender que a la Mente no se la echa en la balanza con la materia; sólo entonces estamos obrando de un solo lado y según la Ciencia”.Miscellaneous Writings, pág. 280;
Debemos tomar esta dirección inspirada a fin de ver con claridad a la Iglesia divinamente defendida y al hombre perfecto. Del único lado que debiéramos trabajar es del lado del Espíritu total y de la espiritualidad total. De lo contrario, no estamos trabajando metafísicamente sino que estamos trabajando mortalmente. Es nuestro vivir espiritual, nuestro pensar y saber activos, los que ayudan a unificar la expresión humana de Iglesia y a protegerla de la confusión y del cisma. Y de esta manera realmente servimos a la humanidad.
El movimiento de la Ciencia Cristiana está activo. Su centro verdadero es el movimiento espiritual de pensamiento. “Hambrientos y sedientos de una vida mejor,” la Sra. Eddy nos alienta, “la obtendremos, y nos convertiremos en Científicos Cristianos; llegaremos a comprender a Dios correctamente, y a conocer algo acerca del hombre ideal, el hombre verdadero, armonioso y eterno. Este movimiento de pensamiento tiene que dar impulso a todas las eras: tiene que encauzar correctamente el razonamiento, educar los afectos hacia recursos más elevados, e impedir que el cristianismo sea influido por las supersticiones de una época ya pasada”.ibid., pág. 235.
Lo más importante es desviar nuestro pensamiento de la mortalidad hacia la Vida divina, de la personalidad mortal hacia el Principio divino, de la materialidad hacia la espiritualidad. Nada menos que esto dará “impulso a todas las eras”. Nada menos que esto podrá sostener, enriquecer, prosperar y proteger a la Iglesia de Cristo, Científico. Sin lugar a dudas, la gran hambre espiritual de la actualidad puede ser mejor satisfecha por la revelación de la verdad del ser que por cualquier otra cosa. La Iglesia de Cristo, Científico, está en el umbral de lo que potencialmente es su época de mayor productividad.
La Ciencia Cristiana no está en la retaguardia. Jamás podrá. Representa la verdad final del ser y la revelación completa de la totalidad del Espíritu y el Amor tal como lo demostró Cristo Jesús. Esto es lo que la humanidad necesita. Nuestra comprensión de la Iglesia como la idea infinita y segura de Dios puede ayudar a satisfacer esa necesidad. Lo hará en la medida en que espiritualicemos nuestro pensamiento. Y haremos esto mejor en la medida en que reconozcamos la consciencia del Espíritu como nuestra, por siempre.
