¿Debo dedicarme por entero a la práctica pública de la Ciencia Cristiana? Esta pregunta me la hice repetidas veces hace años.
Era yo entonces miembro activo de una filial de la Iglesia de Cristo, Científico. Entonces, después de haber tomado instrucción en clase Primaria de la Ciencia Cristiana, muchas personas me solicitaban ayuda por medio de la oración, y sanaban. Estas evidencias del poder sanador de la Verdad divina me llevaron a considerar seriamente la pregunta mencionada. Pero siempre postergaba la decisión para un futuro no tan cercano.
Por aquella época yo era una activa ejecutiva, desempeñando diferentes actividades comerciales con éxito, y era el sostén de mi familia. Pero algo faltaba; no me hallaba completamente satisfecha, no me encontraba realizada. Dentro de mí había un anhelo que estaba más allá de las consideraciones materiales. Deseaba dedicar mi vida a cosas espirituales. Sugestiones negativas resistían este deseo: falta de tiempo, posible disminución de recursos, alejamiento de mi familia, temor, incapacidad, y aun el sutil argumento de dejar actividades sociales — un cambio que pensaba convertiría mi existencia en una sucesión de días tristes y monótonos.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!