La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud (pág. vii): “Para los que se apoyan en el infinito sostenedor, el día de hoy está lleno de bendiciones”. Desde que comencé el estudio de Ciencia Cristiana en 1971, cada día verdaderamente está lleno de bendiciones para mí. Estoy aprendiendo cómo apoyarme en el infinito sostenedor.
Desde hace más de veinte años mi esposo y yo tenemos un negocio que nos proporciona trabajo a ambos. Durante muchos años sufrí de fuertes jaquecas. Los remedios materiales no me daban alivio alguno, y los dolores eran cada vez más intensos. Llegaron a tal grado que ya no podía ayudar en el negocio. La única solución aparente era la de vender el negocio. Como éste era nuestro único medio de vida, no sabía qué sería de nosotros.
Un día un cliente mencionó que la Ciencia Cristiana sanaba, y que yo podía pedir ayuda a una practicista de la Ciencia Cristiana. Concerté una entrevista con una practicista. Cuando la conocí y escuché lo que ella me hablaba de Dios como el Todo-en-todo, un nuevo mundo se abrió para mí. Me di cuenta de que esto tenía que ser verdad. Después de dos visitas sané completamente de las jaquecas y de un trastorno nervioso que sufría desde hacía muchos años, y también de problemas intestinales. Siempre había tenido que tomar medicamentos, pero ahora los tiré todos. En lugar de temor y ansiedad por el futuro sentí “la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento” (Filipenses 4:7). El gozo entró en mi vida. Realmente podía decir (Salmo 23:1): “Jehová es mi pastor; nada me faltará”.
En lugar de vender el negocio, ahora podíamos ampliarlo. Algún tiempo después cuando estábamos haciendo algunas reparaciones, me caí pesadamente sobre una pierna. Inmediatamente declaré que ningún accidente había ocurrido, y lo que no había ocurrido, no podía tener consecuencias. El dolor era intenso y no podía levantarme del suelo. Mi esposo me ayudó a incorporarme y me rogó que fuera a sacarme radiografías. Para calmar su temor, consentí en ello. Mientras esperaba vinieron a mi pensamiento muchas maravillosas verdades espirituales. Repetí pasajes de Ciencia y Salud e himnos que sabía de memoria, a fin de excluir de mi pensamiento todo aquello que no me pertenecía.
Luego de examinar las radiografías, el médico me dijo que la rodilla estaba fracturada de tal manera que sería necesaria una operación. Supe inmediatamente que mi amor por la Ciencia Cristiana haría imposible que yo consintiera a esto. Me informaron que podía irme a casa pero bajo mi responsabilidad. Esto significaba que las autoridades del hospital se abstenían de cualquier clase de tratamiento — no me pusieron yeso ni vendaje alguno. Pero me dijeron que en casa tendría que permanecer en cama y sin tratar de apoyarme en la pierna durante ocho semanas.
Al llegar a casa llamé inmediatamente a una practicista de la Ciencia Cristiana para que me diera tratamiento por medio de la oración. Cada día estaba mucho mejor, y después de cinco días pude caminar. No había sentido dolor alguno. Después de unas breves vacaciones regresé directamente a mi trabajo en el negocio, donde permanecía constantemente de pie, trabajando durante once o trece horas diarias. La rodilla había sanado completamente.
Estoy humildemente agradecida a Dios por Cristo Jesús y por la Sra. Eddy, quien pudo darnos esta religión práctica que es una ayuda siempre presente en la vida diaria. Estoy agradecida por ser miembro de La Iglesia Madre y de una iglesia filial.
Estocolmo, Suecia
