Hace más de cuarenta años que supe por primera vez de la Ciencia Cristiana al ser invitado a una conferencia de esta Ciencia. No recuerdo ahora lo que se dijo en la conferencia, pero nos impresionó porque inmediatamente mi esposa y yo comenzamos a concurrir a los servicios religiosos de una iglesia filial e inscribimos a nuestros dos hijos en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana.
He tenido muchas curaciones desde entonces, pero una que ocurrió hace poco más de un año se destaca en mi pensamiento. Esta curación me demostró conclusivamente que hay un Dios que nos ama y que la Ciencia Cristiana es el camino de la Vida.
Por más de un año padecía de la próstata y aunque estudiaba y oraba para ser curado en la Ciencia Cristiana y a veces le pedía a mi esposa que me apoyara con sus oraciones, no parecíamos lograr ningún progreso.
A veces el dolor era insoportable, hasta que una mañana yo y mi esposa — que había sido tan paciente y afectuosa durante todo este tiempo — estábamos conversando acerca del trabajo de oración que habíamos hecho. Finalmente mi esposa me dijo que esto no podía continuar y que yo tenía que hacer algo. Que si deseaba solicitar ayuda de un practicista que no fuese miembro de la familia, o recurrir a la cirugía médica, la decisión dependía enteramente de mí. Creo firmemente en los versículos de la Biblia (Marcos 11:23, 24): “Cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá”.
No tenía la menor duda acerca de estas verdades. Creía en ellas, y la respuesta que di a mi esposa fue categórica: “No recurriré a la cirugía médica. Estoy seguro de que juntos podemos solucionar este problema en la Ciencia Cristiana”. Esa afirmación fue el punto decisivo. Antes del anochecer la curación era completa y no requirió de un período de convalecencia. Fue verdaderamente un caso de cirugía mental, por el cual estoy profundamente agradecido.
Estoy verdaderamente agradecido por la Ciencia Cristiana y por la bendición de haber recibido instrucción en clase.
Three Rivers, California, E.U.A.
