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A salvo detrás del volante

Del número de febrero de 1977 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


A través de los años ha habido una continua mejoría en la seguridad del tránsito. Cursos educativos para conductores han hecho que la instrucción sea profesional; la ingeniería y el alumbrado han mejorado nuestras calles y carreteras; y los fabricantes han añadido muchos nuevos accesorios a sus vehículos para que sean más seguros. Todos estos adelantos son pasos en la dirección debida. ¿Por qué no habremos de tener confort y seguridad completos cuando manejamos nuestros vehículos?

Sin embargo, las soluciones humanas nunca son soluciones completas porque se basan en falsas suposiciones. Suponen que los hombres y las mujeres son mortales que viven en un mundo a veces peligroso al que pueden gobernar sólo ocasionalmente. La completa protección se logra sólo cuando se rechaza esta falsa imagen y se la reemplaza con la verdad. La ley de la Verdad que puede asegurarnos protección en el tránsito es ésta: Dios gobierna todo armoniosamente.

Esta ley lleva a la conclusión positiva de que el único lugar en que vivimos y nos movemos es en el reino de Dios. Aquí todo está bajo el gobierno directo y continuo de Dios, el Amor. Al percibir esto claramente ayudamos a mejorar el ambiente total — las condiciones atmosféricas, calles y carreteras, automóviles, peatones y conductores. Aun las leyes de gravedad, inercia y fuerza centrífuga pueden verse sujetas al gobierno directo y continuo de Dios, el Amor.

En este estado espiritual del ser, la discordancia y los accidentes son desconocidos. Un Dios que está siempre presente, siempre cuidando, y que es el único poder, gobierna nuestro ir y venir.

“Pero”, puede alguien objetar, “yo veo justamente lo contrario. Voy diariamente al trabajo en medio de un tránsito congestionado, irritante. He conducido en carreteras peligrosas, estrechas y sinuosas. He presenciado accidentes”.

Seamos honestos y sinceros. Por medio de nuestro estudio de Ciencia Cristiana podemos cambiar estas discordancias e incertidumbres por armonía. Debemos decidir qué mundo preferimos. Cristo Jesús lo planteó así: “Ninguno puede servir a dos señores”. Mateo 6:24; La Sra. Eddy advierte: “Vuestras decisiones os dominarán, sea cual fuere el rumbo que tomaren”.Ciencia y Salud, pág. 392;

Cualquiera puede labrar este mundo de bien en su vida negándose persistentemente a inclinarse ante la creencia de que hay un poder aparte de Dios, un poder que puede ocasionar peligros. Puede, en cambio, insistir en que Dios, el Amor, es la única causa, y Su reino el único lugar — hermoso y siempre armonioso. Al aferrarse a estas verdades sentirá que el poder de Dios le trae paz cuando maneja su vehículo.

Pero alguien puede decir: “Mi fe no es lo suficiente grande. Mi comprensión acerca de Dios es prácticamente nula”. Bueno, Dios también se ha encargado de este problema. Él provee a todos la habilidad de conocer estas verdades. La Sra. Eddy escribe: “La historia del cristianismo suministra pruebas sublimes de la influencia sostenedora y del poder protector, conferidos al hombre por su Padre celestial, la Mente omnipotente, que le da al hombre fe y entendimiento, con los cuales defenderse no sólo de la tentación sino también del sufrimiento corporal”.ibid., pág. 387;

Comprender que la verdadera protección y confort al conducir un vehículo se logran reconociendo y aferrándose al hecho de que Dios gobierna Su reino armoniosamente, y que el único lugar en que vivimos está dentro de este reino, trae renovada libertad y alegría al usar nuestros medios de transporte. Entonces nosotros también tenemos resultados positivos y podemos cantar con el Salmista, que se refirió a Dios así: “Has escudriñado mi andar y mi reposo, y todos mis caminos te son conocidos ... Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra”. Salmo 139:3, 9, 10.

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