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Necesitamos leones

Del número de febrero de 1977 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Oíste decir alguna vez que los leones son cobardes? Un león es el valiente rey de la selva. Y eso es lo que necesitamos hoy — jóvenes que sean leones, que tengan valor para enfrentar al enemigo, sea el que sea. El enemigo es el mal, en todos sus disfraces. Necesitamos personas que sean lo suficientemente fuertes y sabias para resistir el mal — para mantenerse firmes del lado de Dios y Su bondad.

Cristo Jesús nos dijo: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. Mateo 5:16;

Jesús siempre estaba del lado de la Verdad e hizo lo que era correcto. Tuvo el valor para echar a los cambistas del templo, la fortaleza para resistir todas las tentaciones del diablo. Era un hombre poderoso. Pero no era su estatura física la que le daba la fortaleza para hacer lo que él sabía que era correcto. Era su confianza en Dios, la Verdad, y el saber quién era él como hijo de Dios, lo que lo capacitó para reflejar el poder de Dios para beneficio de todos.

Nosotros tenemos esa misma fortaleza para hacer lo que es correcto. La tenemos porque la recibimos de Dios, nuestro Padre. La expresamos a través de nuestra pureza y honestidad a la manera del Cristo. Como Científicos Cristianos demostramos nuestra fortaleza al no tener nunca miedo de vivir de acuerdo con Dios, la Verdad. Cuanto más hacemos esto, más fortaleza espiritual desarrollamos para resistir al diablo, a los intentos de la mente carnal de engañarnos y debilitarnos.

Puedes demostrar cuán fuerte y valiente eres al no tener miedo de decir ¡no! al mal, aun cuando se disfrace con atractiva máscara. Esto puede sorprender a tus amigos, pero el mantenerte firme en lo que es honesto y correcto no sólo te protege a ti de ser engañado para que hagas algo incorrecto, sino que también tus amigos pueden sentirse alentados a decir ¡no! al mal.

Mary Baker Eddy demostró su valor cuando era alumna de escuela y tenía alrededor de ocho años. Ver Irving C. Tomlinson, Twelve Years With Mary Baker Eddy (Boston: La Sociedad Editora de la Ciencia Cristiana, 1966), pág. 14; Como Mary Baker sentía gran respeto por lo que era correcto, tuvo el valor para enfrentar a una chica más grande, una camorrista que siempre trataba de asustar a los más pequeños; hasta los varones la temían. Un día esta chica entró a la clase con un pepino ahuecado y lleno de agua barrosa, la que pretendía hacer beber a todos. Aunque la chica era mucho más grande, Mary se le enfrentó y dijo: “No me pondrás la mano encima ni lastimarás a ninguno de ellos”. La chica se sorprendió y le dijo a Mary: “Eres una valiente pequeña pícara”, y la abrazó y besó.

Después de esto, cada vez que la chica trataba de asustar a los más pequeños, Mary nuevamente lo impedía, manteniéndose firme en lo que era correcto. Finalmente la chica se dio por vencida, y su maestra le dijo a Mary que ella había hecho por esa chica lo que las palizas no habían logrado. La valiente posición de Mary no sólo protegió a los otros chicos y a ella misma, sino que también cambió el carácter de la chica más grande para mejor. La hazaña valerosa de Mary expresó el poder del Cristo, que bendijo a todos ellos.

Recuerda, el mal no es una persona, no es un enemigo ni un aparente amigo. Por eso, aun cuando pareciera que la gente nos quiere inducir a hacer algo incorrecto, podemos ver cara a cara sin temor a ese mal impersonal y decir ¡no! Esto es lo que hizo Jesús. Él echaba fuera las malas creencias de los enfermos y de los pecadores, pero no condenaba al hombre. Él condenaba y echaba fuera los pensamientos malos que parecían utilizar a la persona. Dios nunca creó a ninguno de Sus hijos para que mintieran, robaran o hicieran el mal. Aunque a veces nos parezca que nuestros amigos quieren hace algo incorrecto, sabemos que al hombre verdadero le gusta hacer el bien. El saber esto puede ayudar a una persona a expresar sus cualidades otorgadas por Dios.

Nuestra Guía, la Sra. Eddy, amaba las cualidades que los jóvenes expresan naturalmente, y sabía lo que éstas podrían hacer para ayudar a encaminar al mundo. En su libro Miscellaneous Writings (Escritos Misceláneos) habla a su Iglesia con estas palabras: “Amados niños, el mundo os necesita — y más como niños que como hombres y mujeres: necesita de vuestra inocencia, desinterés, afecto sincero y vida sin mácula. También vosotros tenéis necesidad de vigilar, y orar para que preservéis estas virtudes sin mancha, y no las perdáis en el contacto con el mundo. ¡Qué ambición más grandiosa puede haber que la de mantener en vosotros lo que Jesús amó, y saber que vuestro ejemplo, más que vuestras palabras, da forma a la moral de la humanidad!” Mis., pág. 110.

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