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Una nueva perspectiva

Del número de febrero de 1977 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Dios, el Espíritu, es el creador único y universal. La Biblia lo enseña así. También la Ciencia Cristiana lo enseña así. Esta Ciencia del cristianismo demuestra que el hombre no es un creador, que la materia no es creadora y que el mal no es un creador; sólo el Espíritu divino crea.

La primera cualidad que se atribuye a Dios en la Biblia es la capacidad creadora. Las primeras cinco palabras de la Biblia son: “En el principio creó Dios...” Gén. 1:1; Este mismo primer capítulo de la Biblia presenta al hombre como creado a la imagen de Dios. El hombre nunca crea, sino que refleja, entre sus cualidades primordiales, la capacidad creadora divina.

La originalidad creadora es con frecuencia la cualidad esencial que necesitamos para resolver nuestros problemas diarios. Cuando afirmamos vigorosa y persistentemente esta verdad eterna de que el hombre refleja la infinita capacidad creadora del Espíritu divino, podemos esperar que, tanto en nosotros como en los demás, se manifieste esta necesaria originalidad de visión y acción.

Esta cualidad es útil en las artes, las ciencias, las tareas del hogar y los negocios, en la universidad y en las profesiones, en la salud, la política y la dirección social. Su vasta aplicación fue reconocida en un comentario literario publicado en el The Wall Street Journal, que dice así: “La tendencia común es identificar la capacidad creadora con la actividad artística, pero detenerse en este punto ... es ignorar que el hombre de ciencia es completamente igual [al artista] en el pensamiento creador y que esta peculiar visión original que se denomina capacidad creadora puede iluminar todas las actividades humanas”.The Wall Street Journal, 29 de diciembre de 1975;

Ya se trate de una tarea que nos asedia desde hace tiempo o que acaba de presentarse, una disposición creadora para buscar y encontrar una perspectiva enteramente nueva suele llevarnos a encontrar la solución. Y esta “visión original” es más potente y penetrante cuando se reconoce que proviene de lo que el hombre refleja del único creador, Dios.

En cierta ocasión, los discípulos de Cristo Jesús habían estado pescando toda la noche sin obtener nada. Apareció entonces Jesús y les dijo que echaran su red al otro lado de la barca. Así lo hicieron y al instante sacaron la red colmada. Este cambio de enfoque les brindó la solución a la tarea inmediata que tenían, pero por estar espiritualmente inspirado, hizo algo más: les enseñó, como puede enseñarnos a nosotros, una lección espiritual más profunda. En Ciencia y Salud la Sra. Eddy indica que el Cristo, la Verdad, estaba alejando sus pensamientos de la materia, llevándolos a percibir la realidad espiritual y su poder renovador. La Sra. Eddy escribe: “Percibiendo a Cristo, la Verdad, de nuevo en la ribera del tiempo, pudieron elevarse un tanto sobre el sensualismo mortal, o el enterramiento de la mente en la materia, a una renovación de vida como Espíritu”.Ciencia y Salud, pág. 35;

Hoy, como entonces, nuestra necesidad consiste en volver nuestros pensamientos y afectos hacia la realidad espiritual y reconocer a Dios, el Espíritu, como creador y al hombre como expresando infaliblemente la divina capacidad creadora. Esta actitud puede abrir nuestros ojos para ver métodos nuevos y originales para realizar alguna tarea humana — métodos que nunca se ensayaron o que ni siquiera fueron concebidos en el pensamiento. Puede también elevarnos a una nueva percepción y conocimiento de la vida como completamente espiritual: el hombre y la mujer expresando la libertad y realización ilimitadas de su ser espiritual y eterno.

La capacidad creadora encuentra su más potente motivación en el amor, el amor por Dios y por nuestro prójimo, que es una exigencia de lo que Jesús denominó los dos grandes mandamientos. Proceder con nueva visión y originalidad es proceder con amor. Damos señales de pereza y egoísmo cuando nos movemos y movemos a los demás por los cauces trillados de una rutina tediosa. “El amor a la humanidad”, escribe la Sra. Eddy, “es lo que eleva a la raza humana; demuestra la Verdad y refleja el Amor divino”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 288; El amor a la humanidad nutre la capacidad creadora y le da ese impulso por el cual se lleva más rápidamente a la humanidad a la solución de sus problemas en todos los niveles.

A veces se cree que una estricta observancia de las leyes de Dios inhibe la capacidad creadora, convirtiendo a todos en marionetas idénticas que piensan, hablan y actúan en forma similar. Esta creencia es lo diametralmente mente opuesto a la verdad. ¿Podría ser esto cierto acerca de aquel pequeño y vital grupo formado por los discípulos inmediatos de Jesús? ¿O acerca de la Sra. Eddy? Ciertamente que no. Cuanto más testificamos que somos reflejo de Dios obedeciendo Sus leyes morales y espirituales, tanto más percibimos que reflejamos libremente Su capacidad creadora.

The Times de Londres, resumiendo el año pasado las realizaciones de un destacado industrial, mencionó su pericia en los negocios, su equidad, su respeto por el bien público y su simpatía hacia todos los interesados. El periódico lo consideró como “una de las tres o cuatro grandes figuras creadoras en el mundo empresario de posguerra, en Gran Bretaña”.The Times (Londres), 20 de diciembre de 1975; Podemos esperar que las figuras destacadas en todos los órdenes de la vida combinen el respeto por las consideraciones morales y espirituales, por el bien público y por el bien individual, con una actividad creadora sostenida y sin inhibiciones. Así ocurrirá cuando los hombres aprendan que todas estas cualidades tienen como fuente común el Espíritu divino.

La Sra. Eddy esperaba que la comprensión de la ley de Dios ampliara la capacidad de los hombres de negocios, de los eruditos y del pensamiento humano en general. Ver Ciencia y Salud 128:4–11; La Sra. Eddy escribe: “El hombre es la culminación de la creación; y Dios nunca está sin un testigo siempre presente testificando de Él”.No y Sí, pág. 17. Una de las formas en que “la culminación de la creación” testifica de Dios es obedeciendo las leyes de Dios, haciendo la voluntad de Dios y, al mismo tiempo, reflejando siempre la capacidad creadora divina, la visión divinamente original. A medida que comprendamos esto, veremos que la capacidad creadora divina se expresa más y más en la vida humana.

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