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Tres cualidades esenciales en la curación

Del número de febrero de 1977 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El Científico Cristiano es un sanador. Éste es su elevado propósito. La “Reseña Histórica” en el Manual de La Iglesia Madre por la Sra. Eddy, declara: “En una reunión de la Asociación de Científicos Cristianos celebrada el 12 de abril de 1879, a moción de la Sra. Eddy, se acordó: — Organizar una iglesia destinada a conmemorar la palabra y las obras de nuestro Maestro, la cual habría de restablecer el Cristianismo primitivo y su perdido elemento de curación”.Man., pág. 17;

Al determinar el restablecimiento del Cristianismo primitivo con su elemento de curación como la meta de su Iglesia, la Sra. Eddy fijó esta meta para sus seguidores. Fue su obra sanadora y aquella de los primeros pioneros Científicos Cristianos la que sirvió de fundamento para establecer la Iglesia de Cristo, Científico. Ha sido la continua actividad sanadora de los Científicos Cristianos la que ha resultado en la edificación de iglesias de la Ciencia Cristiana por todo el mundo. Y es esta misma actividad sanadora la que continuará difundiendo esta enseñanza por todo el tiempo que la humanidad necesite de curación.

Mientras viajaba recientemente por el campo me impresionó la multitud de colinas y su exhuberante alfombra verde de fresco pasto primaveral. Parecían miles de colinas y paciendo sobre ellas miles de ganados. Una y otra vez recordaba el versículo en Salmos: “Porque mía es toda fiera del bosque, y los ganados que pacen sobre mil colinas”. Salmos 50:10 (según Versión Moderna);

A principios de la primavera el pasto más tierno se encuentra en la cima de las colinas. Y aunque había pasto grueso y abundante en los valles y cubría las praderas, el ganado parecía estar siempre en la cima de las colinas o yendo hacia ellas, paciendo en el pasto tierno en las partes más elevadas.

La Sra. Eddy nos dice en Ciencia y Salud: “En la transmisión figurativa del pensamiento divino al humano, la diligencia, prontitud y perseverancia son comparadas con ‘los ganados que pacen sobre mil colinas’. Traen el bagaje de la firme resolución y llevan el paso con los más altos propósitos”.Ciencia y Salud, pág. 514;

Las tres cualidades de pensamiento a las que se refiere la Sra. Eddy, ayudan a definir el alcance del logro moral y espiritual esencial en la curación. Con diligencia uno puede obtener una preparación cabal en el arte sanador cristiano. Con prontitud uno puede utilizar sus oportunidades y habilidades para curar. Con perseverancia uno puede disfrutar de las bendiciones que resultan al sanar los problemas de la humanidad.

Lo que amamos, lo hacemos con diligencia. Algunos sinónimos de la palabra “diligente” son industrioso, asiduo, resuelto. La Segunda Epístola a Timoteo representa a San Pablo exhortando una actitud tal a su compañero: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad”. 2 Tim. 2:15; La diligencia es una cualidad esencial que ha de cultivarse en la actividad sanadora de la Ciencia Cristiana.

La maestría sobre cualquier materia incluye, por lo general, el estudio de su teoría y enseñanzas. Pero esto abarca mucho más que el mero leer o procurar asimilar información. El estudiante concienzudo va más allá del conocimiento de los hechos llevándolos a la práctica. La experiencia humana es un laboratorio en el cual podemos aplicar nuestra comprensión creciente acerca de Dios y del hombre a las dificultades que enfrentamos como también a aquellas para las cuales se nos pide ayuda. En la medida en que diligentemente estudiemos las enseñanzas de la Ciencia Cristiana y apliquemos nuestra comprensión de ellas, progresará nuestra habilidad en el arte de curar.

Algunas veces, no obstante, algún problema no resuelto puede parecer que se destaca ante nosotros como una enorme montaña. Estemos alerta para ver esto como una oportunidad para lograr nuevas alturas de realización espiritual. Un alpinista puede aumentar su destreza en la ascensión de montañas, pero la montaña a escalar no puede aumentar de tamaño. Por muy grande que parezca la dificultad, podemos crecer espiritualmente. Cristo Jesús nos promete: “Si tuviereis fe, y no dudareis, ... si a este monte dijereis: Quítate y échate en el mar, será hecho”. Mateo 21:21; Al parecer, muy a menudo seguimos contemplando con aprensión algún error en lugar de percibir cómo acrecentar nuestra comprensión espiritual. Porque a medida que ésta crece la aparente magnitud del error se ve en la perspectiva apropiada. Entonces el error desaparece, porque no es nada ante la Verdad.

Cualquier dificultad, aunque parezca montuosa, es sólo una colección de creencias falsas no corregidas. Éstas siempre están sujetas a la acción correctiva de la Verdad. Toda forma de error puede ser corregida mediante la operación del Cristo, la idea de la Verdad, en la consciencia humana. La proximidad del Cristo, el poder y presencia de Dios que puede corregir cualquier concepto falso, está siempre a nuestro alcance para que la sintamos, pues Dios jamás está ausente y Su expresión está siempre presente.

Tal vez la razón de que una dificultad parezca haberse agrandado, es por no haberla combatido con la suficiente prontitud. Prontitud significa disposición para actuar como también rapidez. Es otro requisito en la curación, ya sea al trabajar para uno mismo o para otro. Tan pronto como aparece una falsa sugestión es el momento de combatirla con todo lo que uno sepa acerca de la perfección de Dios y la falsedad del mal.

No deje que una creencia falsa se atrinchere en el pensamiento. Desarráiguela con la Verdad. La Verdad siempre está consciente de su perfección y de la integridad de su expresión, el hombre. Esto excluye la realidad o existencia de cualquier error. El éxito en la curación resulta de la prontitud en reconocer el intento del error de hacerse valer e igualmente de la pronta aplicación de las verdades específicas acerca de Dios y del hombre que corregirán la dificultad. Sin embargo, podemos saber con certeza que a pesar de su duración, cualquier creencia errónea es sólo sugestión, pensamiento no iluminado, impotente ante la luz y el poder de la Verdad y el Amor.

El que viaja en la oscuridad a menudo se consuela con la luz que brilla desde las ventanas y los porches de las casas. Si necesita de ayuda, quizás se dirija — no a un edificio oscuro sino al que está iluminado. Mantenga la luz del Cristo encendida en su consciencia, y aquellos que necesiten de curación y consuelo se dirigirán a usted; y usted podrá ayudarlos de inmediato. La luz espiritual elimina la oscuridad y revela la perfección de Dios y del hombre.

Pero es posible que a veces se presenten sugestiones como éstas: “No tengo la luz que atrae o sana. ¿Quién soy para ser un sanador? Otros tienen más comprensión. Que ellos hagan la curación”. ¿Qué hubiera ocurrido si David se hubiera sometido a semejante razonamiento mortal? Goliat hubiera triunfado. David fue pronto en encarar el desafío del error a pesar de que pretendía ser de proporciones monumentales — la mentirosa afirmación del error de que era superior a la Verdad. En realidad, una sugestión grande no es más real o poderosa que una pequeña. Los Goliats — los argumentos del poder y amenaza de la materia — por muy presuntuosos que sean, no son sino falsas creencias.

Como David, el joven pastor, el sanador puede recordar pasadas victorias sobre el mal, por pequeñas que sean, para cobrar confianza en la victoria sobre el mal en todos los grados. Es la misma acción y poder de la Verdad en operación tanto en los grandes desafíos como en los pequeños. El Cristo, o expresión de la Verdad, siempre es capaz de corregir cualquier discordancia. No es una habilidad o poder personal. Es la presencia y el poder de Dios que podemos poner en inmediata operación por medio de la oración. Pero es nuestra responsabilidad personal el invocar esta influencia divina ajustando nuestro pensamiento y nuestra vida a ella. El estar preparado en la verdad es esencial no sólo para evitar que el error se agrande sino también para elevarnos por encima de él con la curación del Cristo, la cual lo destruye.

El Maestro prometió a sus discípulos: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. Juan 8:31, 32. Podemos ser discípulos de Jesús sólo en la medida en que sigamos sus huellas y dejemos que nuestra vida sea disciplinada por el Cristo. La prosecución eficaz de cualquier meta requiere disciplina. El estudiante de Ciencia Cristiana es un discípulo de las enseñanzas de Jesús. Se esfuerza por desarrollar la autodisciplina que está a tono con la Verdad y que cada vez es más impenetrable por el error. El mero conocer y declarar la verdad no es suficiente. Es necesario que el sanador permanezca en ella. La perseverancia en practicar y vivir la Ciencia Cristiana es, pues, otra cualidad esencial en la curación.

Estrictamente hablando, el sanador no trata con cuerpos enfermos o negocios en decadencia. La Ciencia Cristiana revela que, fundamentalmente, jamás es una condición material la que necesita curación. Una dolencia o cualquier otra condición física es una creencia falsa que ha sido aceptada mentalmente y manifestada humanamente. Debe rechazarse persistentemente, y corregirse con la verdad acerca de la omnipresencia de Dios, verdad que excluye la creencia en la presencia de la materia. Por esto es que la Ciencia Cristiana, al tratar con la enfermedad, nos aparta de la materia — de los síntomas físicos, del diagnóstico, prognosis, o tratamiento médico.

Puesto que la dificultad no es, en realidad, una condición de la materia, sino un pensamiento discordante, sería fútil en la curación por la Ciencia Cristiana intentar el tratamiento de la dificultad como si fuera materia. Siendo mental el problema, el pensamiento discordante necesita corregirse y reemplazarse con la comprensión de la Verdad y su manifestación perfecta. El pensamiento erróneo objetivizado se somete a la acción zante y normalizante del Cristo, la idea de la Verdad, en el pensamiento y en el cuerpo.

La meta recompensadora de la curación puede alcanzarla cualquier estudiante sincero de Ciencia Cristiana. A medida que abrazamos las cualidades de “diligencia, prontitud y perseverancia”, nuestros logros alcanzarán elevaciones aún más altas — seremos mejores sanadores, ayudando a elevar a la humanidad por sobre los males que la enfrentan. La Sra. Eddy une estas cualidades vitalizantes con “la firme resolución” y “los más altos propósitos”. Son ellos esenciales en la práctica de la curación mediante el Cristo, la cual llega a la humanidad universal. Y nos equipan para ser sanadores en la Ciencia Cristiana.

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