Si se piensa en la última década, claramente se ve el énfasis que algunos individuos han puesto en actos de índole radical. Secuestros de aviones, raptos, bombardeos, y aun asesinatos, han sido usados como instrumentos para atraer la atención nacional o internacional. Algunos de estos actos son casos evidentes de hombres y mujeres que se sienten impelidos a tomar medidas extremas para promover una causa que consideran justa.
En agudo contraste, la Sra. Eddy, una clase diferente de radical, pudo escribir: “Sed moderados en pensamiento, palabra y obra. La mansedumbre y la templanza son joyas del Amor, engarzadas en sabiduría. Refrenad el celo inmoderado. ‘Aprended a trabajar y esperar’ ”.Retrospección e Introspección, pág. 79;
Un acto muy común de radicalismo, usado una y otra vez en todo el mundo, ha sido el de secuestrar a personas para usarlas como rehenes. Supongamos a un grupo de radicales tan conmovidos por la pobreza, y aun por el hambre de la gente, que tomen rehenes y exijan del público alimentos para los necesitados. Aun si miles de personas hambrientas pudieran obtener libremente comida, cada una, básicamente, seguiría sin ser alimentada. Y a la larga esos radicales tal vez encontrarían que muy poco se obtuvo para su causa.
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