El Amor — sinónimo de la Mente — es el único sanador. La Mente cura al mantener su presencia aquí y en todas partes. La Mente es el origen y circunferencia de todo ser verdadero. “La Mente”, nos dice Mary Baker Eddy, “es el arquitecto que construye su propia idea y produce toda la armonía que se manifiesta. No hay otro sanador en el caso”.Miscellaneous Writings, pág. 41 ; Lejos están estas declaraciones de relacionarse con un reino místico o transcendental; nos ayudan a sanar a medida que las comprendemos.
Para el sentido humano, los individuos que han espiritualizado su pensamiento pueden sanar la enfermedad sobre una base metafísica. Hablando estrictamente, estas personas no son, en realidad, sanadoras. Son personas que han llegado a espiritualizar su pensamiento a tal grado que saben que la Mente construye y mantiene su propia idea — el hombre — y que la Mente pura o el Amor “produce toda la armonía que se manifiesta”.
Muchos cristianos, incluyendo los Científicos Cristianos, anhelan ayudar a los enfermos con mayor eficacia por medio de la oración. Pero el propósito de ser meramente mejores sanadores mortales nos desvía de esta meta. Abrigar un sentido mortal acerca del ser es colocarnos en la situación física donde parecen estar nuestros pacientes, perdiendo así la habilidad de mostrarles la salida. Es estar tan expuestos a problemas y limitaciones como aquellos a quienes desearíamos ayudar. Nunca es demasiado el énfasis que pongamos en esto: para el Amor, ningún caso de enfermedad o sufrimiento es desconcertante o se resiste, pues para el Amor no existe nada más que su propio ser y expresión.
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