Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

[Original en griego]

Durante cerca de cuarenta años traté de encontrar la verdad estudiando...

Del número de julio de 1977 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Durante cerca de cuarenta años traté de encontrar la verdad estudiando teología, filosofía y metafísica.

Pero en 1973, mientras visitaba por primera vez una Iglesia de Cristo, Científico, mis ojos fueron abiertos. Inmediatamente comprendí que allí estaba la verdad que Cristo Jesús prometió, revelada a Mary Baker Eddy por Dios, y dada a nosotros a través de su divinamente inspirado libro, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras.

No tardé mucho en comprender que estaba en el verdadero camino de progreso, con excepción de que necesitaba algunas explicaciones que contestaran a mis preguntas y resolvieran mis problemas. Fui a visitar a dos estudiantes de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), uno en su oficina, y más tarde al otro en su casa.

Ambos me recibieron con amabilidad y amor. El primero me aconsejó que leyera Ciencia y Salud inmediatamente, y me dijo que fuera a una Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana donde podría pedirlo prestado. Le contesté, tímidamente, que iría otro día a pedirlo, pero él me alentó a ir en seguida. Su firmeza me hizo dejar de vacilar y le agradecí e inmediatamente fui a la Sala de Lectura. Sentí que era un lugar tranquilo y hermoso. Una bibliotecaria me recibió amablemente. Además de prestarme Ciencia y Salud, se ofreció a contestar a mis preguntas. Salí de allí lleno de alegría, porque sentí que tenía en mis manos el libro que contenía la verdad.

Desde que comencé a leerlo, dejé todos los otros estudios que mencioné al principio, dedicándome diariamente al estudio de la Lección-Sermón en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. Gradualmente me fui liberando de extrañas creencias que había acumulado durante años y que me causaban confusión mental.

Alrededor de diez días después, le pregunté a otro Científico Cristiano si podría discutir conmigo algunas dudas que yo tenía. Desde entonces aprendí que las respuestas a todas mis dudas se encuentran en la Biblia y en Ciencia y Salud. Después de escucharme atenta y pacientemente, comenzó a hablarme sobre Ciencia Cristiana y espontáneamente contestó a todas mis preguntas. Salí de allí aún más convencido de que con esta maravillosa Ciencia yo había encontrado la clave de la verdad. Me dediqué de lleno a la lectura, y además de estudiar diariamente la lección, leía otras obras de la Sra. Eddy. En Miscellaneous Writings (Escritos Misceláneos, pág. 34) ella dice: “Quien ha sido sanado por la Ciencia Cristiana, no solamente ha sanado de la enfermedad, sino que ha mejorado también moralmente”. Ésta ha sido mi experiencia.

Hace varios años, antes de conocer esta Ciencia, sufrí dos ataques al corazón. El médico era un profesor de cardiología en una renombrada universidad. Permanecí en la clínica veinte días y después me llevaron a mi hogar. Se me dijo que cuidara. Tomé muchas medicinas y muchas las tomé por temor. Me hacían un examen médico dos veces al mes. Esta situación me causaba una gran angustia, la cual acrecentaba a diario mi temor. Mi sistema nervioso todavía estaba bastante débil cuando visité a los dos Científicos Cristianos, y aún estaba tomando medicamentos.

El día que leí el pasaje de Miscellaneous Writings (Escritos Misceláneos) ya mencionado, me di cuenta de que no tomé ningún medicamento. No hice ningún esfuerzo, ni me forcé a mi mismo, simplemente dejé de tomar medicamentos. Me di cuenta de que no estaba enfermo, sino que estaba bien. Esta convicción fue probada como verdadera con mi completa curación. Yo le debo todo a esta Ciencia y a la autora de Ciencia y Salud, la Sra. Eddy. Me afilié a una iglesia filial en Atenas, donde sirvo con regocijo en la Sala de Lectura y en la Escuela Dominical.

Me gustaría aprovechar esta oportunidad para narrar otra de mis experiencias. Una tarde al comenzar a leer algo sobre Ciencia Cristiana, me vino la idea de reexaminarme, y en seguida algunos pensamientos negativos acerca de ciertas injusticias y pruebas que había tenido que soportar, me llenaron de indignación. Esto pasó como una cinta de película delante de mí.

Inmediatamente recordé el consejo de la Sra. Eddy en la página 210 de The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany (La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea): “Queridos Científicos Cristianos: Tened vuestra mente tan llena de Verdad y de Amor, que ni el pecado, ni la enfermedad, ni la muerte puedan entrar en ella. Es evidente que no se puede añadir nada a la mente que está llena. No hay puerta por la cual pueda entrar el mal, ni espacio que pueda ocupar en una mente llena de bondad”. Con este cambio de pensamiento inmediatamente me sentí bien, y los recuerdos negativos de injusticias desaparecieron. Continué mi lectura con regocijo. En las palabras de la Sra. Eddy (ibid.): “El que abriga buenos pensamientos mora bajo la sombra del Omnipotente”.

Estoy muy agradecido por la Ciencia Cristiana.


Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / julio de 1977

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.