“Donde hay humo hay fuego”. A veces se emite este dicho sin darle importancia y como si fuera una verdad indiscutible. No hay duda de que en el mundo natural que nos rodea, este dicho es cierto. Pero cuando se lo relaciona con chismes, rumores y especulaciones maliciosas, puede ser totalmente engañoso y cruel. Puede dejar de ser una observación sin importancia y cobrar serias consecuencias.
Cuando los enemigos de Cristo Jesús lo entregaron a Pilato y le pidieron que fuera crucificado, declararon que tenía ambiciones políticas peligrosas. No sabemos exactamente lo que Pilato haya pensado al respecto, pero ¿no es posible admitir que haya razonado en los términos generalmente aceptados de que donde hay humo hay fuego? En este caso, el así llamado humo era simplemente la bruma del sentido material malicioso y no había realmente fuego en él.
El término “magnetismo animal”, como se usa en la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), indica supuestos procesos mentales cuyo propósito final — hablando en términos amplios — es la muerte. El magnetismo animal trataría de imponernos la mortalidad y el mal no sólo en un sentido físico, matando al cuerpo, sino que matando la buena voluntad, la cooperación, el entusiasmo, la esperanza — y la buena reputación.
Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana y su Guía, fue objeto de la calumnia, mentiras, juicios erróneos, odio e infamias del mal. Es muy comprensible que sus observaciones sobre este tema sean fuertes. No se anda con rodeos. En Miscellaneous Writings dedica un capítulo al tema, bajo el título “Perfidia y calumnia”. Dice: “La ley ha juzgado necesario proteger a los inocentes contra los calumniadores — esas pestes de la sociedad — cuando sus crímenes están bajo su jurisdicción. ¡De modo que, evadir el castigo de la ley, y, todavía con premeditada malicia propagar sus malas intenciones, es la sutileza por la cual se empeñan en poner su pesada baratija en manos de la murmuración! Alguien que no sea caritativo quizás trate que ésta se propague y, antes de percaterse de ello, descubra que es responsable de bondadosos (?) esfuerzos”.Mis., pág. 227;
Ser un eslabón en la cadena de la malicia engendrada por la mente mortal es estar en un estado tan lamentable como el del calumniado. En los grados más bajos del pensamiento humano el chisme puede tener una seductora atracción. Los ataques al carácter personal pueden parecer (al pensamiento fascinado por la creencia de realidad en la materia) tener el atrayente poder del entretenimiento y el drama o la fuerza de la honestidad. Pero la consciencia espiritualizada está alerta al peligro y al intento del magnetismo animal y se defiende de él. Y aquellos que se vuelven del teatral escenario de las personalidades mortales hacia la Mente divina y su idea, no sólo se protegen a sí mismos, sino que también ayudan a apoyar a otros.
El magnetismo animal jamás puede atacar al Espíritu y sus ideas. Puede parecer atacar, en el plano humano, a quienes se esfuerzan por percibir y vivir las realidades espirituales. La destrucción está dirigida al Cristo, la Verdad, pero nunca puede encontrarlo. A lo más — y únicamente en la creencia humana — sólo puede parecer que lo alcanza en aquello que humanamente representa lo real, lo verdadero y lo bueno.
Veamos un ejemplo. En la Ciencia Cristiana se percibe al Cristo como la idea espiritual de Dios, eterna, pura, inmortal. El Cristo estuvo representado en su más alto grado en el hombre llamado Cristo Jesús. La mente mortal, la suma total de todo lo que es malvado y mortífero, trataría siempre — si pudiera — de aniquilar al Cristo, su antídoto y destructor. Cristo Jesús, una transparencia del Cristo en un grado único, fue el objeto de este odio. Finalizó en su crucifixión. Pero nunca pudo tener éxito en destruir al Cristo. Comprendiendo la inmortalidad y pureza de la Vida y de su idea, el hombre Jesús resucitó de la tumba, y finalmente ascendió.
Debido a la pureza de su pensamiento, Cristo Jesús pudo afirmar: “Viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí”. Juan 14:30; La Sra. Eddy explica así el éxito de Jesús al frustrar la malicia mortal: “El verdadero Cristo no tenía consciencia de la materia, el pecado, la enfermedad y la muerte; pues sólo estaba consciente de Dios, del bien, de la Vida eterna y de la armonía. Por consiguiente Jesús, el humano, podía recurrir a su individualidad superior y a su relación con el Padre, para encontrar allí descanso de las tribulaciones irreales en la consciente realidad y realeza de su ser, — teniendo lo mortal por irreal, y lo divino por real. Fue esta retirada de la individualidad material a la espiritual, lo que le fortaleció para triunfar sobre el pecado, la enfermedad y la muerte”.No y Sí, pág. 36.
La malicia del sentido material no ha disminuído hoy en día. El pensador espiritual alerta no tropezará en la trampa por no mirar los pasos que da, ni se dejará engatusar por la sugestión mesmérica de que uno está justificado al creer en la sugestión ilusoria de la malicia — o que se encuentra satisfacción morando en la personalidad mortal.
Por otra parte, no debiéramos cubrir con una actitud descuidada o de mera indiferencia problemas que necesitan nuestra atención y corrección. Pero andar olfateando por el humo y luego, creyendo haber descubierto algo, hundirse en atrevidas afirmaciones de que hay fuego, es ser víctima uno mismo del magnetismo animal y del pecado. Aquellos que viven obsesionados por encontrar faltas en los demás, puede que no se den cuenta de que sus propias ropas están ardiendo y se encuentren peligrosamente ciegos ante el peligro.
Ya sea en las esferas políticas, en los hogares, en las universidades, o en las iglesias, la necesidad primordial es de visión espiritual que admite y comprende la presencia y el poder de Dios, y sobre esta base desenmascara — con el objeto de hacer el bien — lo que necesite ser sanado y corregido.
