“Donde hay humo hay fuego”. A veces se emite este dicho sin darle importancia y como si fuera una verdad indiscutible. No hay duda de que en el mundo natural que nos rodea, este dicho es cierto. Pero cuando se lo relaciona con chismes, rumores y especulaciones maliciosas, puede ser totalmente engañoso y cruel. Puede dejar de ser una observación sin importancia y cobrar serias consecuencias.
Cuando los enemigos de Cristo Jesús lo entregaron a Pilato y le pidieron que fuera crucificado, declararon que tenía ambiciones políticas peligrosas. No sabemos exactamente lo que Pilato haya pensado al respecto, pero ¿no es posible admitir que haya razonado en los términos generalmente aceptados de que donde hay humo hay fuego? En este caso, el así llamado humo era simplemente la bruma del sentido material malicioso y no había realmente fuego en él.
El término “magnetismo animal”, como se usa en la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), indica supuestos procesos mentales cuyo propósito final — hablando en términos amplios — es la muerte. El magnetismo animal trataría de imponernos la mortalidad y el mal no sólo en un sentido físico, matando al cuerpo, sino que matando la buena voluntad, la cooperación, el entusiasmo, la esperanza — y la buena reputación.
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