Un renacimiento del ocultismo está surgiendo en los Estados Unidos de América y en Europa.
¡Cuán paradójico es que esta época, tan altamente avanzada técnica e intelectualmente — que ha sido capaz de enviar un hombre a la luna — puede que también se recuerde en la historia como un período en el que el renacimiento de la brujería y demonología creció a tales proporciones que algunas iglesias consideraron necesario establecer procedimientos para el exorcismo de demonios!
Pero esto ha sucedido recientemente. En Inglaterra, una comisión ecuménica de católicos romanos y de anglicanos publicado un informe que no sólo incluye procedimientos para el exorcismo de demonios, sino también recomienda que cada diócesis designe un exorcista oficial.
El ocultismo anteriormente asociado con la ignorancia y superstición de la Edad Media, se está infiltrando hasta en los sistemas educativos. No sólo algunas universidades ofrecen cursos de misticismo, astrología y brujería, sino que en algunos lugares estos temas también han sido introducidos en el nivel secundario.
Recientemente recibí por correo una circular de un club de libros muy respetable, ofreciendo un selección de veinticinco libros sobre ocultismo que trataban sobre temas tales como la brujería, astrología, demonología y las artes negras e incluyendo instrucciones específicas sobre “cómo realizar hechizos y maldiciones”.
Recordé con disgusto que anteriormente había considerado a la astrología como un inofensivo juego de salón, y a las brujas las asociaba exclusivamente con los cuentos de hadas (producto de la fantasía y totalmente inofensivas). A los demonios los había relegado directamente a la ficción, algo para verse ocasionalmente por televisión en las películas de terror que exhiben en el programa de medianoche. Ahora sé que esto era apatía hacia el ocultismo en algunas de sus formas más insidiosas.
El estudio de la Ciencia Cristiana nos alerta al creciente fenómeno del ocultismo, pues nos despierta a los peligros involucrados cuando un conocimiento del poder de la mente humana cae en manos de individuos que no han sido disciplinados por las leyes morales y espirituales. El vehemente llamado del Apóstol Pablo a los antiguos romanos debe ser tomado literalmente hoy: “Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz”. Rom. 13:12;
¿Por que parecerán tan atractivas estas “obras de las tinieblas”?
“Lo que está detrás de mucho del ocultismo, después de todo,” dice un artículo de la revista Time, “es el débil intento del hombre de asemejarse a Dios, de dominar el mundo que lo rodea”. Y continúa: “El poder, concuerdan los ocultistas y sus críticos, yace en el fondo de la búsqueda de parte de los ocultistas por realización personal.. . En la cristiandad el mensaje del Evangelio es sumisión a Dios; en el ocultismo el motivo principal es el control”.Time, junio 19, 1972;
La Ciencia Cristiana viene enseñando por más de un siglo que el hombre verdadero — la verdadera identidad de cada uno de nosotros — ya es la semejanza de Dios. El hombre no tiene que luchar por el poder, porque nunca ha perdido el dominio que le fue dado por Dios en el primer capítulo del Génesis (el relato verdadero de la creación). El hombre es divinamente gobernado y está bajo el absoluto dominio del Principio. El hombre existe ahora mismo en el punto de la perfección, poseyendo todo el bien, expresando todo el bien, viviendo todo el bien, y eternamente inseparable del Amor divino, la fuente de todo el bien.
Pero estas verdades absolutas necesitan ser demostradas humanamente, y esto requiere amor por el bien y el esfuerzo consciente de someter el pensamiento humano al gobierno de lo divino. Esto implica descartar toda creencia de que el hombre es una fuente de poder o dominio. El hombre no domina nada. Dios gobierna todo.
El ocultismo trata de pasar por alto esta acción autodisciplinaria. Pero esto conduce a la autodecepción. No hay atajos al poder. Dios, el bien, es todo poder.
Al no reconocer que la verdadera identidad se halla siempre unida a Dios, la humanidad parece estar constantemente tratando de encontrar a Dios, el bien, o de encontrar poder y dominio en el mal — fuera de Dios. La Ciencia Cristiana enseña que esta creencia en el mal, que denomina magnetismo animal, es enteramente irreal — ya sea que se presente como un deseo por el mal, la búsqueda de él, o la práctica del mismo. Como sólo hay una Mente, Dios, el bien, y como esta Mente es infinita, no hay ni mal ni ninguna otra cosa “fuera”. La pretensión de que hay otra mente, otra consciencia, otra existencia, es una ilusión.
Cualquiera que está aprendiendo a demostrar estas verdades espirituales no se alarma por el entusiasmo que está causando el ocultismo. Pero sería una equivocación pensar que no necesitamos estar alerta sobre ello. Nuestro Maestro, Cristo Jesús, encomendó a sus seguidores que echasen “fuera demonios”. Mateo 10:8; No podemos ignorar la atmósfera mental en que vivimos, pues lo que piensan otras personas pretende influirnos a nosotros si no estamos alerta.
“En un mundo de pecado y sensualidad, precipitándose a un desarrollo mayor de poder, es sabio considerar en serio”, advierte la Sra. Eddy, “si es la mente humana o la Mente divina la que está influyendo en uno”.Ciencia y Salud, págs. 82–83;
La Sra. Eddy, una fiel seguidora del Maestro, reconoció la maldad del ocultismo y su fascinación mesmérica para los incautos. Con su reconocimiento de la totalidad de Dios ella enfrentó y científicamente traspasó la pretensión del mal a tener inteligencia y poder. Ella trata sobre ello minuciosamente a través de todo el libro de texto, Ciencia y Salud, y dedica dos capítulos completos a este tema, intitulados, “El Magnetismo Animal Desenmascarado” y “La Ciencia Cristiana contra el Espiritismo”. Y en Miscellaneous Writings (Escritos Misceláneos) ella nos dice: “La Verdad es suprema y omnipotente. Por tanto, cualquier otra cosa que parezca ser inteligencia o poder es falsa; engaña la razón y niega la revelación, y procura destronar a la Deidad”.Mis., pág. 260;
La astrología, actualmente en la cima de la ola del respeto intelectual, sigue siendo una “obra de las tinieblas”, no importa cuán actualizada parezca. Los horóscopos que son diagramados por computadoras difieren poco de aquellos preparados por los magos de hace siglos. Sigue siendo la creencia del individuo en la astrología — y no los planetas o estrellas — lo que afecta su experiencia.
Es cierto que la mayoría de los horóscopos impresos diariamente en miles de periódicos son, por lo regular, tan generales que pueden aplicarse a cualquier persona, pero el peligro radica en cuán sugestible es el lector. Toda persona que tanto pasiva o activamente acepta tales predicciones y análisis de carácter puede convertirse en una víctima de limitaciones y debilidades que pueden continuar indefinidamente sin corregirse, ocasionando problemas totalmente innecesarios. O puede, como resultado de la guía astrológica, precipitarse a un empleo, un matrimonio o una relación que sólo una estrella irreflexiva podría aprobar. Tales son sólo algunos de los frutos de destronar a la Deidad.
La brujería también se ha vuelto muy moderna. Las brujas tienen una nueva imagen; ya no vuelan en escobas, sino que aparecen en público en la televisión y dan conferencias. No obstante cuánto bien pretendan hacer las brujas modernas, no obstante cuánto traten de divorciarse a sí mismas del satanismo y de los practicantes de las “artes negras”, la brujería sigue siendo un mal porque alienta a sus adherentes a interferir en la vida de otras personas.
El ocultismo opera mediante la creencia de que la persona está a la merced de influencias. Ya sea influencia planetaria, de corrientes eléctricas, brebajes mágicos, hechizos o maldiciones, transferencia del pensamiento, hipnotismo, control de espíritus, o demonología, la creencia de que una mente influye o domina a otra es básica a su práctica. La Ciencia Cristiana no tiene nada en común con el ocultismo, porque esta Ciencia reconoce una sola Mente verdadera, una sola influencia divinamente amorosa que todo lo abarca y que irresistiblemente lo gobierna todo.
Actualmente podría parecer que el ocultismo esta “precipitándose a un desarrollo mayor de poder”. Para la completa protección contra sugestiones ocultas, cada uno de nosotros puede considerar seriamente qué es lo que nos está influyendo y persistentemente aceptar al Cristo como el único poder gobernante, la única influencia verdadera en la consciencia humana. Podemos magnificar la supremacía y omnipotencia de la Verdad y regocijarnos en que la Mente divina y su manifestación es todo lo que realmente existe. A medida que lo hacemos, nos vestimos “las armas de la luz”. Esto ayuda a iluminar el camino para toda la humanidad.
Tarde o temprano todos deberemos renunciar a toda pretensión de poder humano y aceptar el completo gobierno de Dios. Todos nos encontraremos en el reino de la comprensión espiritual, donde “no habrá más maldición; y.. . no habrá allí más noche”. Apoc. 22:3, 5.
