Cristo Jesús trajo a los que sanó una vislumbre de la perfección del hombre espiritual e individual, la imagen del Amor divino. Por medio de su propio ejemplo, él demostró la unidad eterna del hombre con Dios. Vio a cada hombre como hijo de Dios. Dedicó su ministerio a demostrar la voluntad de Dios para con la humanidad, y esa voluntad incluye la salud, así como la abundancia y las relaciones armoniosas. Él demostró el dominio de la naturaleza del Cristo sobre el odio y la mortalidad, y en la ascensión se despojó completamente del hombre falso mortal. Si queremos vencer las limitaciones y debilidades de la herencia humana, tenemos que demostrar nuestra filiación como ideas individuales de Dios, y entender claramente la relación inquebrantable del hombre con el Padre. Tenemos que reflejar el Amor divino como la fuente y sustancia mismas de nuestro ser, y encontrar en el Amor la esencia y la perfección de la verdadera filiación.
Mirando el mundo que nos rodea, es posible que sintamos que el pensar de tal manera es demasiado idealista. ¿Qué decir de las epidemias, de las terribles hambres, del terror y de la incertidumbre que persiguen a la humanidad? ¿Y del odio, la envidia y la malicia que tan a menudo motivan a la humanidad? Por medio de la revelación de la totalidad de Dios en la Ciencia Cristiana, podemos reclamar y comprobar la infinita presencia y poder del irresistible Amor divino — el Amor que es Dios, el Amor que es Vida. El Amor siempre está actuando y no puede ser escondido ni permanecer sin que se le sienta. El Amor es el Dios sempiterno, el Todopoderoso, y el hombre es Su hijo amado. El Amor es omnipotente, y nunca ha existido otro poder.
Por medio del sentido espiritual, María, la madre de Jesús, reconoció a Dios como Padre. La Sra. Eddy reconoció a Dios tan claramente como el Principio divino, el Amor, que pudo revelar que la naturaleza y actividad creativa de Dios abarca tanto Su paternidad como Su maternidad. La Ciencia Cristiana muestra que porque Dios es Madre así como Padre, el vástago de Dios es la manifestación completa de la naturaleza divina. El Cristo, la Verdad, trae a la luz esta relación perfecta del hombre con Dios. Jesús profetizó la venida del Consolador, o la Ciencia divina, para que nos guiara a toda la verdad. La Sra. Eddy escribe: “El hombre y la mujer, coexistentes y eternos con Dios, por siempre reflejan, en calidad glorificada, al infinito Padre-Madre Dios”.Ciencia y Salud, pág. 516; El Padre-Madre es uno, y ese uno es Dios, y esta unidad se refleja en el hombre. Cada idea, desde la infinita a la infinitesimal, es individual, y su armonía se encuentra en la unidad del Principio, la unidad del Espíritu, Dios, la única sustancia.
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