Es domingo por la mañana. Esta hora nace de la oración.
Padre-Madre Mente, sé que
no es nuestro pensamiento, no, sino
Tu propio amado conocimiento lo que eternamente nos abraza.
No existen sombras do Tus preceptos están;
ni sueños que se interpongan entre las ideas,
para oscurecer las palabras del pastor impersonal. Ver Miscellaneous Writings por la Sra. Eddy, pág. 322.
La comprensión yace en el pensamiento que aguarda
antes de que me levante con el Segundo Lector aquí.
El pastor impersonal rasga el velo, abre el santuario.
Palpamos la Palabra misma mediante este sermón:
partimos el pan, lo compartimos, tomamos la copa;
pues es el Cristo el que da alas a nuestro escuchar,
trae pruebas del nuevo pacto a nuestro corazón
con cada ráfaga de luz.
Y encontramos nuestra consciencia virginal.
Es domingo por la mañana. ¿Cuántos de nosotros
fuimos guiados a este culto por algo más
que no fuera el deber o la curiosidad?
De esto estoy seguro:
que en esta hora el Cristo sanador
suavemente sorprende
al oído anhelante.
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