Todos los temores que tienen los mortales, incluyendo el temor a la muerte, proceden de la falsa creencia de que el hombre es una individualidad mortal constituida por sí misma y que posee vida propia separada de Dios. Los mortales sufren porque no saben lo que el hombre es en realidad.
Si deseamos llevar una vida armoniosa, no debiéramos seguir creyendo que Dios está “allá” y nosotros estamos “acá”, sino darnos cuenta de la eterna unión de Dios y el hombre. El verdadero hombre es espiritual e inmortal, creado por Dios, Espíritu, a Su semejanza, según enseña la Biblia. El hombre refleja a Dios y está en paz.
Si alguien está sufriendo por alguna razón — quizás por alguna injusticia que cree que se le ha hecho, alguna pérdida dolorosa, un gran desengaño, o como resultado de limitaciones paralizadoras — al grado de llegar a enfermarse, ¿quién o qué es lo que sufre? En realidad, es su ego personal humano — es decir, su falso concepto de sí mismo — que está sufriendo por este estado mental. Su verdadero ser espiritual, la imagen y semejanza de Dios, jamás es afectado por las fases del error.
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