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[Original en español]

En 1941 viajé a los Estados Unidos.

Del número de julio de 1977 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En 1941 viajé a los Estados Unidos. Al terminar el año me sentí muy mal con un dolor muy fuerte en el corazón. Los médicos me examinaron y me dijeron que era grave y que no debía hacer ejercicios de ninguna clase. Poco después visité una Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana donde me regalaron el libro de texto, Ciencia y Salud por la Sra. Eddy. Entonces regresé a Colombia y me tomó diez días llegar.

Allí fui a visitar a unos médicos y les comuniqué lo que me pasaba. Me hicieron unos exámenes y me encontraron sífilis. El diagnóstico médico fue que nadie ni nada podría curarme y que no viviría más de tres meses.

Me fui donde mis padres a una ciudad cercana donde me consagré a la lectura de Ciencia y Salud. Al mes dejé de tomar las medicinas que me habían dado los médicos. A medida que absorbía la verdad que contiene Ciencia y Salud se me quitaron los dolores que me oprimían el corazón. Mis padres me aconsejaron que volviera donde los médicos, pero yo les dije que estaba sano. Entonces pensé en el versículo bíblico que cita la Sra. Eddy (ibid., pág. 496): “ ‘Cuando este cuerpo corruptible se haya revestido de incorrupción, y este cuerpo mortal se haya revestido de inmortalidad, entonces será verificado el dicho que está escrito: ¡Tragada ha sido la muerte victoriosamente!’ ” (ver 1 Corintios 15:54, Versión Moderna). Esta curación cumple estas palabras: “Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo” (Efesios 5:14).

Comencé a trabajar en una compañía de aviación como asistente bilingüe en la torre de control. No sentía nada al hacer muchos ejercicios. Para entrar a trabajar los médicos me hicieron cuidadosos exámenes. Yo sabía que había sanado, ¡y así fue!

Hace más de diez años que no me dan dolores de cabeza, ni resfriados, ni dolores de estómago o indigestiones. No me adhiero a lo que se denomina leyes higiénicas, sino que confío completamente en la Ciencia Cristiana para la curación teniendo presente estas palabras de Cristo Jesús (Mateo 5:48): “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”.

Hace unos ocho años mi madre fue declarada incurable por los médicos y cerca de la muerte debido a una enfermedad llamada flebitis. Le salieron úlceras en las piernas. Yo le leí algunos pasajes del capítulo “La Práctica de la Ciencia Cristiana” en Ciencia y Salud. A los pocos días fui a verla de nuevo después de haber orado mucho por ella. La condición de las úlceras en sus piernas había mejorado. Ya no sangraban, y al mes estaba completamente bien. Le cité estas palabras (ibid., pág. 381): “Desterremos la enfermedad como a un proscrito, y sujetémonos al dominio de la armonía perpetua, la ley de Dios”.

Estoy muy feliz porque ya hace más de diez años que estamos celebrando cultos de la Ciencia Cristiana en esta ciudad y estamos haciendo las gestiones para ser Sociedad de la Ciencia Cristiana.

No tengo palabras suficientes para expresar mi agradecimiento a Dios por yo haber tomado instrucción en clase, por Cristo Jesús, que señaló el camino para la salvación universal, por la revelación del Cristo, la Verdad, que le fue dada a la Sra. Eddy para la sanidad de la humanidad entera, y por La Iglesia Madre.


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