Aun cuando conocía la Ciencia Cristiana por algunos años, no fue hasta 1944 que realmente me dediqué a estudiar esta Ciencia. Desde entonces he tenido hermosas curaciones mediante mi confianza en Dios; algunas instantáneas, otras con el fiel trabajo de algún practicista de la Ciencia Cristiana, y otras después de un largo período de oración y estudio.
Hace algunos años, una excrecencia comenzó a crecerme en una rodilla y una hinchazón dolorosa me apareció detrás de la rodilla, lo que me hacía difícil caminar. Un familiar, que no está interesado en la Ciencia Cristiana, vio mi condición un día y se alarmó tanto que, sin yo saberlo, llamó a un médico para que fuera a mi casa. Yo no vi al médico, pero esta acción y preocupación de mi familiar me hizo ver que la curación debía realizarse rápidamente y mediante la Ciencia.
Al siguiente fin de semana asistí a la reunión anual de una asociación de estudiantes de la Ciencia Cristiana. Durante ese día esuchamos cómo una practicista sanó a su hermana de un tumor al invertir en su oración todo aspecto aflictivo que había formado parte de la experiencia de su hermana, reemplazándolo con la realidad espiritual que ella sabía existe en la Ciencia divina.
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