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Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras: Su impacto sobre la salud

Del número de febrero de 1978 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando la Sra. Eddy dio su nombre completo y definitivo al libro de texto que escribió para explicar y establecer su descubrimiento de la Ciencia Cristiana, resolvió usar el título Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras. En realidad, este título establece un vínculo entre la salud y la ley, porque una ciencia funciona dentro del marco de la ley y requiere obediencia a la ley. La “Clave de las Escrituras” vincula a la Ciencia con el cristianismo, y a la salud con las curaciones registradas en la Biblia, especialmente las de Cristo Jesús.

La Sra. Eddy había percibido el nexo entre la ley y la salud cuando fue curada de los efectos de un accidente que se temía sería fatal. En aquel momento, mediante el estudio de la Biblia y mediante la oración y la demostración, vino a ella la revelación del Principio sanador que debe caracterizar al culto cristiano. Por eso pudo decir en el libro de texto: “Si el cristianismo no es científico, y la Ciencia no es de Dios, entonces no hay ley inmutable, y la verdad viene a ser un accidente”.Ciencia y Salud, pág. 342;

Respecto a Ciencia y Salud mismo, la Sra. Eddy se expresa así: “Aunque esta obra contiene la Ciencia completa de la curación por la Mente, no se crea jamás que todo el significado de la Ciencia puede absorberse con una mera lectura de este libro. El libro tiene que ser estudiado, y vuestra demostración de las reglas de la curación científica os colocará firmemente sobre la base espiritual de la Ciencia Cristiana”.

“Nuestro Maestro sanó a los enfermos,” — explica más adelante — “es decir, practicó la curación cristiana, y enseñó las generalidades del Principio divino a sus discípulos, pero no dejó una regla precisa para demostrar este Principio de sanar y prevenir la enfermedad”.ibid., pág. 147; La Sra. Eddy fue la pionera de la prueba verdadera de la ley sanadora que descubrió y que denominó Christian ScienceCiencia Cristiana. Desde la primera publicación de Ciencia y Salud en 1875, millones de curaciones se han producido en virtud del impacto que ha tenido sobre la salud la aplicación de la ley de Dios, que el libro enuncia. Un gran número de personas en todo el mundo reconoce con agradecimiento que han recobrado la salud y la libertad mental mediante el poder de la Ciencia Cristiana.

La ley divina de la curación: Al alcance en todas las épocas

La curación espiritual comenzó mucho antes de que Cristo Jesús apareciera o de que el cristianismo adquiriera su nombre. No era novedad para los hebreos. Abraham, Moisés, Elías y Eliseo ocasionalmente efectuaron curaciones, directa y resueltamente por medios divinos, estableciendo así que existe una ley de la salud, que la oración puede invocar el poder que manifiesta la ley divina y que este poder sanador está presente en todas las épocas.

Apenas si es posible leer los cuatro Evangelios sin reparar en la gran importancia que el Fundador del cristianismo atribuyó a la salud. Jesús explicó que su misión en la tierra era hacer la voluntad del Padre, y ciertamente esa voluntad se evidenció en su compasiva curación de individuos y multitudes. La salud es, entonces, más que un beneficio personal: es un requisito divino, una demanda de Dios.

Jesús sabía de la relación que existe entre la salud y el pensamiento correcto, por eso dijo en una ocasión apropiada, luego de curar a una persona: “No peques más”. Juan 5:14; Esto no quiere decir que toda enfermedad sea el resultado del pecado personal, pero sí siempre es el efecto del sentido pecaminoso que Pablo denominó “mente carnal” y que definió como “enemistad contra Dios”. Rom. 8:7 (según la versión King James de la Biblia); Esta explicación pone de manifiesto que la enfermedad, ya sea el efecto del pecado, del temor, de la ignorancia o de una falsa creencia, es siempre contraria a la voluntad del Padre y, en consecuencia, no es sancionada por Él.

Después de la ascensión de Jesús por sobre el sentido mortal de la existencia, sus seguidores obedecieron su mandato de ir por el mundo y predicar el evangelio, y curar a los enfermos. Los ancianos de la iglesia en el período anterior a Nicea atestiguan que la curación exigida por Jesús continuó, en alguna medida, por cerca de tres siglos. Sin embargo, el materialismo se fue introduciendo a medida que el maravilloso ejemplo del Maestro se desvanecía en el distante pasado. La curación dejó de ser considerada esencial en el culto cristiano. El alejamiento teológico de las enseñanzas del Maestro llegó a incluir la creencia de que era la voluntad de Dios que los hombres sufrieran y que éstos debían soportar la enfermedad mansamente y con paciencia.

La humanidad se ha esforzado por adquirir el control de ciertos elementos materiales — elementos de la tierra considerados medicinales — con la mira de mejorar las condiciones de la salud, en lugar de tornarse de lo terrenal a una vida que expresa al Cristo, como el medio de alcanzar la armonía física. Esta materialización de los métodos curativos aún continúa.

La historia nos muestra que el cristianismo y todo lo que a él pertenece tienen la virtud de florecer en algunas épocas con la fresca energía del desarrollo. Así ocurrió cuando la Sra. Eddy descubrió la ley del Espíritu, Dios, y dio a la humanidad su descubrimiento en Ciencia y Salud. Mediante el impacto de este libro, aquellos que la siguen reconocen y comprueban nuevamente que la salud es un estado espiritualmente mental y la condición eterna de los hijos de Dios.

La consciencia verdadera incluye la salud permanente

Para poder comprender mejor cómo se está demostrando ahora ampliamente la curación espiritual, es menester saber qué es la salud. El Diccionario Webster da un indicio interesante en la definición del verbo “sanar”: “Restablecer la pureza o integridad originales”.

El concepto de la salud como “pureza o integridad originales” concuerda con la enseñanza de la Biblia y de Ciencia y Salud de que el hombre es la imagen y semejanza de su Hacedor y que incluye la pureza y la integridad como su herencia original otorgada por Dios. El hombre, bajo esta luz, refleja, no produce, salud: la refleja de su fuente, la Mente divina, o Dios.

Reconocer que nuestra consciencia real es absolutamente espiritual y perfecta, por ser reflejo de la Mente, es esencial en la práctica de la curación según la enseña la Ciencia Cristiana y la expone su libro de texto. De acuerdo con la revelación de la Ciencia, el hombre es una consciencia individual, la semejanza incorpórea de la Mente divina, y esta identidad real, o consciencia, incluye la salud inmutable e indestructible que es su estado normal. La salud es una característica inherente a la imagen de la Mente. Por eso la Sra. Eddy pudo decir en otra de sus obras: “La consciencia verdadera es la salud verdadera”.Miscellaneous Writings, pág. 298;

Como la salud es una característica inherente a la consciencia real, nunca le puede ser quitada al hombre. Está siempre presente para ser sacada a la luz; por lo tanto, un cambio de consciencia es siempre uno de los objetivos de la práctica de la Ciencia Cristiana. Cuando la mala salud parece prevalecer en una persona, su remedio en la Ciencia radica en su capacidad para cambiar su pensamiento de la existencia, tornándolo de la consciencia material a la consciencia espiritual, de su conocimiento de la materia a su discernimiento del Espíritu, o el bien divino. Debido a que la consciencia verdadera incluye la salud permanente, junto con una infinitud de otras características divinas, se debe comprender que la carne frágil y transitoria y sus desarmonías son meramente impresiones de los sentidos, supuestas contradicciones de la verdadera sustancia del hombre, impotentes para causar daño a la imagen de Dios.

La curación cristiana como ciencia

En el Diccionario Webster, una de las definiciones del vocablo “ciencia” es: “Conocimiento que abarca verdades generales o el funcionamiento de leyes generales, especialmente el que se obtiene y somete a prueba mediante método científico”.

La Sra. Eddy sometió a prueba cabal la ley que descubrió, curando a muchas personas de sus males. Comprendió que Jesús, al poner de manifiesto la salud en sus curaciones, había aplicado una ley divina. En su obra Rudimentos de la Ciencia Divina, la Sra. Eddy define a la Ciencia Cristiana “como la ley de Dios, la ley del bien, que interpreta y demuestra el Principio divino y la regla de la armonía universal”.Rud., pág. 1;

Desde los primeros siglos de la era cristiana, así como antes de ellos, indudablemente ha habido casos de curación espiritual. Ha habido gente que ha amado a Dios y ha orado a Él con profunda fe en Su poder para restaurar la salud. Su manifestación del Cristo y su adoración a la Deidad los ha puesto en íntimo contacto con el Dador de todo el bien. Y a veces esto ha producido la curación.

Pero la curación por la Ciencia Cristiana es más que una cura por la fe, o aun de fervorosa oración de petición. Su sistema regido por la ley incluye verdades inmortales y la demostración de las fuerzas tangibles del Espíritu.

¿Cuál es el sistema de la Ciencia Cristiana, el sistema que restablece en el pensamiento la pureza e integridad originales que constituyen la salud? Para curar de manera constante uno tiene que reconocer y ceder de todo corazón a la verdad de la infinitud, totalidad, supremacía y bondad del único creador, la Mente divina. Uno debe saber que el ser real de un paciente es, en realidad, la imagen e idea de esa Mente; por lo tanto, una manifestación incorpórea e impecable de la Mente. En el tratamiento sanador también negamos realidad a los sentidos materiales, que originan y experimentan la enfermedad, y los echamos fuera del pensamiento por ser ajenos al hombre de Dios, cuyos sentidos son espirituales.

Los detalles específicos de una enfermedad se detectan y se les niega existencia sobre la base de que solamente Dios es el creador de la salud y que el hombre no puede perderla. Con estas verdades básicas presentes en el pensamiento, el tratamiento de la Ciencia Cristiana puede incluir una multitud de ideas sanadoras. El sistema mediante argumentos expuesto en Ciencia y Salud es maravilloso, pues aleja al pensamiento humano de lo materialista y destructivo y lo conduce a lo espiritual e inmutable. Pero a menos que se exprese el espíritu consolador del Cristo, los resultados de la argumentación no serán concluyentes. La espiritualización del pensamiento no se habrá logrado.

Todo ser humano tiene sentido espiritual, y este sentido une a cada individuo con la Mente, o Verdad, divina. El grado de espiritualidad que uno manifiesta depende de su honesto amor a Dios y al hombre. Y a la Verdad nunca se la puede engañar en este respecto. Es mediante el sentido espiritual que la Verdad divina, o inteligencia, encuentra una puerta abierta para alcanzar al pensamiento humano, entrar en él y gobernarlo. Al gobernar el pensamiento humano gobierna el cuerpo humano proyectado por ese pensamiento. Y debido a que la Verdad divina es la inteligencia misma, trae propósito y dirección a cada átomo del cuerpo humano. La inteligencia excluye de la consciencia a las fuerzas mentales negativas que constreñirían, contraerían, congestionarían o distorsionarían los órganos y la acción del cuerpo. Entonces la inteligencia establece en la consciencia las fuerzas de la Verdad que armonizan, desenvuelven y desarrollan la acción correcta, esencial para la salud. Y las fuerzas de la Verdad — amor, armonía, pureza, integridad — operan invariablemente como ley.

El Salmista dijo: “Tu ley [es] la verdad”. Salmo 119:142; Cristo Jesús declaró: “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. Juan 8:32; La Sra. Eddy dice en uno de sus sermones publicados: “El ego [el yo] no es la materia existente de por sí, animada por la mente, sino que es la mente en sí; por eso una mente llena de Verdad hace un cristianismo puro y una mente y un cuerpo sanos”.La idea que los hombres tienen acera de Dios, pág. 5;

El concepto de “una mente llena de Verdad” es un paso hacia afuera del dualismo humano — la creencia en el bien y el mal, el Espíritu y la materia, la Verdad y la falsedad — un paso en el esfuerzo por liberarse de la tiranía de las creencias humanas y materiales y encontrar así la salud y la paz como idea viviente de la Mente divina. La meta de la Ciencia Cristiana, como se la expone en Ciencia y Salud, es la revelación del ser espiritual, o idea, inseparable del Espíritu y sin conexión alguna con la materia. Ni siquiera el haber alcanzado “un cristianismo puro y una mente y un cuerpo sanos” nos permite dejar de buscar y adquirir plena consciencia del ser absoluto del hombre, quien, en la Ciencia divina, es la perfecta imagen de la Vida.

La Ciencia Cristiana ha probado, durante más de un siglo, que el Padre actúa por conducto de la ley de la salud, y que esta ley, una vez que se la comprende, anula los estados mentales que contradicen la verdad de la salud y que reducirían a la humanidad a la impotencia.

La ley puede tener distintas definiciones, pero ninguna es más apropiada para usarla en la curación de la humanidad que la de la Sra. Eddy al definirla como divina, concepto del cual están imbuidos todos sus escritos. En su obra Miscellaneous Writings (Escritos Misceláneos) la Sra. Eddy declara: “La ley de Dios es la ley del Espíritu, una fuerza moral y espiritual de la Mente inmortal y divina”.Mis., pág. 257; Y en el libro de texto, afirma: “La Verdad, la Vida y el Amor son una ley de aniquilación para todo lo que sea su desemejanza, porque no proclaman sino a Dios”.Ciencia y Salud, pág. 243.

La fuerza que es ley divina está en constante movimiento, produciendo, gobernando y manteniendo todo lo que Dios crea. Comprender que esta ley es la única ley impone el gobierno divino sobre los asuntos humanos. Detiene las fuerzas destructivas del pecado, la enfermedad y el deterioro — todos ellos creencias negativas — y los elimina de la consciencia del individuo. De este modo se hace la voluntad de Dios y se demuestra que la salud es la única ley del ser del hombre.

Una doctrina básica de la Ciencia Cristiana, que Ciencia y Salud afirma, es que toda enfermedad es mental y que, por lo tanto, es necesario conocer el estado mental del paciente en vez de su condición física. El cuerpo responderá inevitablemente al estado de pensamiento mejorado, sencillamente porque el pensamiento es el único responsable de lo que parece ser un trastorno físico. La obediencia moral y espiritual a las demandas de la Deidad produce la paz mental y la unidad consciente con Dios que son esenciales para experimentar la salud.

Ilustración de la curación científica

A continuación se reproduce el relato de una curación que da una idea del sistema espiritual de la Ciencia Cristiana y de la función que desempeña Ciencia y Salud en la obra sanadora.

Una Científica Cristiana dice:

“Una mujer me llamó para decirme que tenía una dureza en un seno, junto con dolores físicos, y que sentía mucho miedo.

“Como es miembro de La Iglesia Madre y de una filial de la Iglesia de Cristo, Científico, analizamos la enseñanza de la Sra. Eddy relativa al diagnóstico de los síntomas físicos, sobre el cual dice en el libro de texto Ciencia y Salud (pág. 370): ‘Un diagnóstico físico de la enfermedad — toda vez que la mente mortal tiene que ser la causa de la dolencia — tiende a fomentar la enfermedad’.

“Examinamos esta advertencia en relación, no sólo con un diagnóstico médico, sino también con el diagnóstico emitido por una persona basándose en el testimonio del sentido material y de sensación en la materia. Vimos que tal diagnóstico sólo era un esfuerzo de la mente mortal para actuar como causa y pretender poseer identidad. El análisis cristianamente científico comienza con la perfección espiritual y termina con la perfección espiritual.

“Afirmé la completa y actual libertad de la paciente y su total independencia, en realidad, de cualquier imposición de la materia o de la llamada ley material, y orienté su pensamiento hacia la verdad inmaculada, pura y perfecta de su verdadera naturaleza espiritual como la única realidad de su ser.

“La curación se produjo en un lapso de dos a tres meses. La lealtad de esta mujer a la Ciencia Cristiana, y su creciente determinación de persistir en su adhesión a las enseñanzas de la Ciencia, contribuyeron enormemente a que adquiriera la liberación.

“Mi trabajo metafísico comenzó con mi gratitud por su obediencia y lealtad. También estuve agradecida por comprender que no hay enfermedad de ninguna clase para nadie, que nunca la ha habido y que nunca la habrá. También expresé mi gratitud por el descubrimiento de esta verdad, hecho por nuestra Guía, y que consta en Ciencia y Salud.

“El elemento más importante que había que dominar era el temor. Negué cabal y cuidadosamente la creencia general agresiva y persistente en la existencia de esta enfermedad, así como también las implacables creencias médicas relacionadas con ella.

“Este trabajo puso de manifiesto cualidades mentales que se habían hecho un hábito y que se debían eliminar como imposiciones de la mente mortal: estados de pensamiento pasivos, negativos y dependientes que, debido a creencias en leyes hereditarias y a hábitos en la manera de pensar adquiridos en la niñez, pretendían formar parte de la identidad de la paciente. Este estado de pensamiento degeneró en una apatía para estudiar la Ciencia Cristiana y en un sentido de resentimiento y frustración frente a la poca habilidad de su esposo para cumplir con sus deberes de tal y como sostén de la familia.

“Al avanzar en este trabajo, la paciente comenzó a comprender la naturaleza subjetiva de toda su experiencia y a darse cuenta de la responsabilidad que le cabía en esta experiencia y a aceptar esta responsabilidad, así como también su habilidad otorgada por Dios para expresar la voluntad divina. En lugar de exigir a otros, comenzó a exigirse a sí misma un pensamiento correcto y obediente.

“Como en su hogar había habido un problema crónico de falta de provisión, se le señaló que la provisión guarda relación con la actividad espiritual individual. ¿Hasta qué punto había sido activo espiritualmente su pensamiento? ¿En qué medida de inteligencia y gratitud estaba utilizando su actual sentido de provisión? ¿Cuán abundante era su amor a Dios? ¿Apreciaba realmente a la Sra. Eddy?

“Le vino al pensamiento de que tenía habilidad para desempeñar trabajo de secretaria y que podía buscar un puesto de jornada parcial. En menos de una semana encontró empleo a diez minutos de distancia de su hogar y arregló su horario de modo de estar de regreso en casa cuando su hija llegara de la escuela. También pudo arreglar para poder estar en casa con su familia durante los meses de verano, pues su hija que iba a la universidad podía substituirla en el empleo durante ese tiempo.

“Luego de algunas semanas en su nuevo empleo, me llamó para decirme que la dureza y los dolores habían desaparecido. Su esposo estaba encantado de contar con un ingreso adicional. La paciente comentó cuán maravilloso era sentirse libre de un tremendo miedo corrosivo y, naturalmente, de una falsa evidencia. Asimismo, manifestó su agradecimiento por haber comprobado su capacidad para desempeñarse satisfactoriamente en nuevas y mayores actividades”.

El impacto de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras sobre el pensamiento humano está manifestando gradualmente sus efectos. Muchas personas de pensamiento amplio que se dedican a ayudar a los enfermos reconocen que el pensamiento tiene una profunda importancia como causa de la enfermedad, y que es en el pensamiento donde debe lograrse la curación.

Una característica maravillosa de la curación espiritual, como se la utiliza en la Ciencia Cristiana, es que las verdades son aplicables a todo tipo y clase de problema humano. Nada es demasiado grave, nada está demasiado oculto mentalmente, o nada es demasiado jactancioso en el error como para resistir el poder de la tierna voluntad del Padre. Su ley ha sido revelada y sólo necesita una oración diligente, compasiva e inteligente para dar a la humanidad el beneficio de su gobierno divino y perpetuo.

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