Una vez que hemos experimentado la inspiración espiritual no queremos perderla jamás.
La inspiración nos permite liberarnos de la creencia en la restrictiva vida material y nos conduce hacia el conocimiento del Espíritu infinito. La inspiración, esto es, la comprensión y el sentimiento de la verdad espiritual, es invalorable. Y está más a nuestra disposición que el aire que respiramos, porque es tan infinita como su fuente, el Espíritu. La inspiración no se pierde pues proviene de Dios y Él la sostiene y protege.
Disfrutamos de más inspiración, y la disfrutamos más permanentemente, cuando comprendemos que es la manifestación de la consciencia espiritual y no un estado fluctuante del pensamiento humano. La consciencia verdadera es tan omnipresente y eterna como la Mente divina, porque ambas son inseparables.
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