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El poder verdadero

[Original en indonesio]

Del número de febrero de 1978 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En todo el mundo, la gente acosada por la desesperación, el temor, la ansiedad y la confusión busca un poder fuera de sí misma para que la ayude. Algunos saben que la materia no tiene poder para ayudar, pero hay muchos que creen que la materia tiene inteligencia y poder y que se puede confiar en algún talismán para que los cuide y proteja. Muchos creen en la existencia y en el poder de espíritus buenos y malos.

La Ciencia Cristiana enseña que hay un poder, una Mente e inteligencia divinas, una Vida, un Espíritu, el amoroso y bienamado Padre-Madre Dios. Esta Ciencia muestra que es imposible que el hombre esté separado de Dios, que es totalmente bueno, porque Dios es el único creador e hizo al hombre a Su imagen y semejanza; es decir, espiritual y perfecto. La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud: “La unidad científica que existe entre Dios y el hombre tiene que demostrarse en la práctica de la vida, y la voluntad de Dios tiene que hacerse universalmente”.Ciencia y Salud, pág. 202;

Todo poder que no refleje a Dios, el Amor divino, es una simple ilusión, una teoría mortal o creencia en alguna deidad hecha por el hombre, la cual no tiene ni realidad ni poder. Si todo lo que se opone a Dios fuera verdadero y real, habría más de un poder, y Dios no podría ser llamado Uno o Todopoderoso. “¿Puede la Deidad ser todopoderosa, si otra causa poderosa y autocreativa existe y domina a la humanidad?”,ibid., pág. 357; pregunta la Sra. Eddy.

Cuando se le preguntó a Cristo Jesús que nombrara el gran mandamiento en la ley de Dios, Jesús respondió: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente”. Mateo 22:37; Es Dios únicamente quien gobierna, quien tiene poder; no hay otro poder, y Su poder no puede ser reemplazado por un objeto, un talismán, o residir en él. El objeto o “imagen” hecha por los hombres no tiene poder propio, vida propia e inteligencia propia. Los mortales le atribuyen poder.

Para Dios no hay días u horas especiales; toda vida verdadera es la expresión de Su amor y de Su poder ilimitado. Creer que hay tan siquiera un día o un momento en el que Dios no conoce totalmente a Su creación y no emplea Su poder es creer que Dios es menos que Dios. Pero no hay tiempo o circunstancia que pueda atemorizar a Sus hijos. Como escribe Pablo a los Tesalonicenses: “No nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo... para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él”. 1 Tesal. 5:9, 10;

¿No surge de esto que todos nuestros días son los días de Dios y, por lo tanto, son días de salvación para nosotros? Nuestro gran ejemplo, Cristo Jesús, en su vida entre los hombres probó que el reflejo del poder ilimitado de Dios echa fuera el mal. Cuando fue tentado a honrar la ambición mundana, dijo: “Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás”; Mateo 4:10; y por ser Jesús fiel sólo a Dios, aquellos de quienes la gente pensaba que estaban poseídos por demonios, eran sanados. Mostró que el verdadero poder es espiritual y no puede estar limitado por días o ser influido por la voluntad humana o por ceremonia material. El verdadero poder está en la consciencia espiritual que ve únicamente la gloria de Dios y sigue humildemente Su guía. A medida que nuestro entendimiento espiritual crece, podemos ver que todos nuestros días son días buenos porque pertenecen a Dios.

Tuve un amigo que antes de conocer la Ciencia Cristiana, siguiendo un deber de tradición familiar, durante muchos años había quemado incienso al atardecer de ciertos días considerados santos, para agradar a los espíritus. Cumplía obedientemente con este deber cada semana, aunque esta práctica nunca le dio la seguridad de estar a salvo. Uno de sus hijos estaba a menudo enfermo y mi amigo vivía lleno de temor y ansiedad. Sin embargo, no tenía el valor de romper la tradición porque temía ofender a los espíritus. Cuanto más pensaba que era visitado por los espíritus, tanto más aumentaba su temor.

Un día un hermano estuvo de visita y le habló de la Ciencia Cristiana; le presentó a un practicista de la Ciencia Cristiana con quien habló y quien le explicó la intacta y afectuosa relación que existe entre Dios y el hombre como Padre e hijo. Aprendió que hay únicamente un Espíritu — a saber, Dios — y no muchos espíritus; y que el hombre es espiritual, la imagen y semejanza del Espíritu, Dios, en una unidad que nunca ha sido dividida y nunca puede serlo.

Uno de los pasajes de la Biblia que recuerda que el practicista le citó es el siguiente: “No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás”. Éx. 20:3–5;

Vio entonces que su vida no estaba gobernada por espíritus buenos y malos, sino por Dios, el Amor divino. Cada día estaba más consciente de la presencia de Dios en su hogar. Llevó a sus hijos a la Escuela Dominical y se sintieron felices y bien. Desechó con firmeza la creencia en espíritus por tanto tiempo mantenida, y la reemplazó con la afirmación alentadora de “la declaración científica del ser”, dada por la Sra. Eddy en Ciencia y Salud. Empieza así: “No hay vida, verdad, inteligencia ni substancia en la materia. Todo es la Mente infinita y su manifestación infinita, porque Dios es Todo-en-todo”. Y termina así: “El Espíritu es Dios, y el hombre es Su imagen y semejanza. Por lo tanto el hombre no es material; él es espiritual”.Ciencia y Salud, pág. 468. Tuvo muchas curaciones; y al estar libre del temor su vida se liberó de la esclavitud a supuestos espíritus.

No debemos someternos a ninguna creencia en un poder irreal, ya se trate de pecado, enfermedad o temor a espíritus. Podemos vivir con la consciencia de la omnipresencia de Dios, que es del todo bueno, y con alegría en nuestra búsqueda por comprender más claramente nuestra relación eterna y armoniosa con Dios. Estar más y más conscientes de nuestra verdadera individualidad como hijos de Dios, y, por lo tanto, espirituales en naturaleza — viviendo y moviéndonos únicamente en Dios, gobernados únicamente por Dios, el Amor, la Vida y la Verdad divinos — es el medio por el cual encontramos el poder verdadero.

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