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LA CONTINUIDAD DE LA BIBLIA

[Serie de artículos que indica cómo se ha revelado progresivamente el Cristo, la Verdad, en las Escrituras.]

David y el surgimiento de su liderato

Del número de febrero de 1978 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En los últimos años del reinado de Saúl, su enemistad contra David se había vuelto más y más encarnizada. Por esa causa, el hijo de Isaí huyó al desierto, congregando a su alrededor en la cueva de Adulam, cerca de la frontera con Filistea, a un grupo de hombres que habían sido forzados a vivir al margen de la ley. En seguida David pasó a ser líder indiscutido de cuatrocientos leales seguidores (ver 1 Samuel 22:1, 2).

Por haber desafiado al monarca reinante, David colocó a su familia, que vivía en Belén, en una situación peligrosa y por eso puso a sus padres bajo la protección del rey de Moab, una decisión prudente y lógica en vista de que su bisabuela Rut era moabita (ver versículos 3, 4).

Diversos aspectos de las experiencias de David en el desierto arrojan luz sobre su carácter. Aunque Saúl estaba haciendo todo lo posible para capturarlo, David no tuvo en cuenta el peligro que corría su persona al ir pronta y valientemente a ayudar a sus amigos en Keila, un pueblo de Judá que estaba sufriendo un ataque violento de los filisteos. La valentía de David y la forma en que dirigío a sus hombres hizo que el curso de la batalla favoreciera a Keila, y los filisteos fueron derrotados (ver 23:1–5).

David no tuvo dificultades para evadir a Saúl entre las colinas de la campiña de Judá, que le eran familiares por su experiencia como pastor. Pero el hecho de que David ahora había entrado a Keila para proteger y salvar a sus habitantes fue considerado por Saúl, no como una tentativa de salvamento para ayudar a sus propios súbditos, sino como una oportunidad para asesinar a su rival. Saúl estaba preparado para enviar un ejército a sitiar y capturar Keila y especialmente a David y sus seguidores. Al tener conocimiento de este plan, David recurrió a Dios en su necesidad; y él y sus hombres, que eran ahora unos seiscientos, escaparon nuevamente a los lugares fuertes en las montañas (ver versículos 7–14).

Las fuerzas de Saúl continuaron esforzándose por cercar a David y a sus hombres. Cuando parecía que estaban a punto de cumplir su propósito, David fue salvado una vez más, porque Saúl recibió un mensaje urgente que lo obligó a ir a proteger a su país de una invasión inesperada de los filisteos (ver versículos 26, 27).

El capítulo 24 de 1 de Samuel arroja más luz sobre la generosidad de David para con Saúl. Ignorando que David estaba allí, Saúl entró en la cueva en la que David se estaba escondiendo. Con toda seguridad, ésta era la oportunidad de David para asesinar a su rival, pero se rehusó aun a tocarlo. Sin embargo, como prueba de su presencia, cortó una parte del manto real de Saúl. Más tarde, se la mostró al rey como evidencia del hecho de que no tenía intenciones de hacerle daño. Saúl se arrepintió momentáneamente y exclamó con lágrimas en los ojos: “¿No es esta la voz tuya, hijo mío David?” (versículo 16).

En un pasaje posterior (ver capítulo 26) aparece lo que aparentemente es un relato alternativo, en el que se dice que David se acercó a Saúl, que estaba rodeado de sus hombres, cuando todos estaban profundamente dormidos. De acuerdo con este relato, David se llevó la vasija de agua que estaba a la cabecera de Saúl, y también la lanza grande, que era símbolo de autoridad real, la que estaba clavada en la tierra a su lado. Después, cuando David dio voces desde el otro lado del valle al sorprendido monarca, Saúl dijo, como en la ocasión anterior: “¿No es esta tu voz, hijo mío David?”, agregando estas palabras de arrepentimiento: “He pecado; vuélvete, hijo mío David...” (versículos 17, 21).

La respuesta de David es significativa: “Jehová te había entregado hoy en mi mano, mas yo no quise extender mi mano contra el ungido de Jehová” (versículo 23).


Persiste tú
en lo que has aprendido
y te persuadiste,
sabiendo de quién has aprendido;
y que desde la niñez
has sabido las Sagradas Escrituras,
las cuales te pueden hacer sabio
para la salvación
por la fe que es en Cristo Jesús.

2 Timoteo 3:14, 15

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