Nunca olvidaré cómo aprendí la lección de amar a mi prójimo como a mí misma. Todo comenzó cuando estaba en tercer grado en el colegio. Nuestro colegio era pequeño con sólo unos treinta alumnos por grado, de manera que todos nos conocíamos. Luego llegó una nueva alumna llamada Nélida. Era muy pobre, y no pasó mucho tiempo hasta que algunos de mis amigos y yo decidiéramos que ella era un buen blanco para nuestra diversión y para ridiculizar.
Nos reíamos y burlábamos de ella porque no se vestía bien y su cabello estaba a menudo despeinado. Incluso escribimos un poema burlándonos de ella, y un día a la hora del recreo salimos al patio y comenzamos a cantarlo en voz alta. Recuerdo que nuestra maestra nos llamó a que entráramos y nos dijo que no estábamos siendo muy amables con esta chica que necesitaba nuestra ayuda y amor. Pero me parece que no ayudó mucho. Dejamos de cantar, pero no nos hicimos amigas.
Para empeorar las cosas yo tomaba el mismo ómnibus de colegio, y ella parecía necesitar tan desesperadamente una amiga que a pesar de que yo había sido desagradable con ella, aún deseaba sentarse conmigo. Pero yo simplemente no le hacía caso.
Finalmente, un día en quinto grado, algo ocurrió que ya no pude ignorar más a Nélida. Ella envió invitaciones a una fiesta. Invitó aproximadamente a seis chicas, y cuando le mostré la invitación a mi mamá, me dijo: “¡Bien! Ahora verdaderamente vas a poder llegar a conocer a esta chica y ver cuán agradable es en realidad”. Yo estaba horrorizada porque pensé que me obligaría a ir a esta fiesta y yo no quería ir. Pero recuerdo que mamá me dijo que debemos expresar amor hacia todos, no sólo hacia aquellos que deseamos como amigos. Dijo que Nélida era mi prójimo y que aquí había una oportunidad para amar a mi prójimo como Cristo Jesús dijo que debiéramos hacer.
Como alumna de la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, sabía a qué se refería. La Ciencia Cristiana enseña que amar significa ver a cada persona como Dios la creó realmente, no como pueda aparentar ser. No podía haber ninguna criatura abandonada en la familia de Dios. Ese cuadro es sólo una falsa imagen de la criatura de Dios, criatura que sólo puede expresar hermosura y felicidad espirituales. Ninguna criatura de Dios puede menos que expresar Su amor. Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, dice en el libro de texto: “El obrar bien es propio de la Ciencia Cristiana, y nada que sea menos que obrar bien puede aspirar a ese nombre”.Ciencia y Salud, pág. 448; Pronto yo iba a descubrir cuán cierto era esto.
Aunque mi familia no tenía mucho dinero, mi madre salió y compró un regalo especialmente lindo para Nélida.
Y fui a la fiesta, no exactamente con muchos deseos, pero fui. Y fui la única chica que fue. Cuando Nélida me abrió la puerta estaba tan contenta que le aparecieron lágrimas en los ojos y todo lo que podía decir, una y otra vez, era cuán contenta estaba.
Esa fiesta ciertamente me abrió los ojos. Jamás olvidaré el sentimiento de pesar y vergüenza que sentí por mis acciones pasadas hacia esta chica. Su hogar era una vieja, dilapidada casa de campo que había sido abandonada por otros. Nélida, cinco hermanos, y una hermana vivían allí con su madre y padre, quien era un alcohólico. No había electricidad ni agua corriente, y obviamente poco dinero. Pero había mucho amor allí. La madre de Nélida la amaba lo suficiente como para darle esta fiesta. Me sentí avergonzada de haber expresado tan poco amor.
Pero jamás olvidaré lo que sentí cuando vi la felicidad de Nélida porque yo había ido a su fiesta. Desde ese día ella y yo fuimos buenas amigas. Una vez que yo me puse firme en la escuela, mis amigas dejaron de criticarla y se hicieron sus amigas también.
La lección que aprendí aquí fue que obedeciendo el mandamiento “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” Marcos 12:31; trae verdaderas recompensas. La falta de bondad sólo puede ocasionar desdicha y arrepentimiento. La Sra. Eddy lo sintetiza así: “La felicidad es espiritual, nacida de la Verdad y el Amor. No es egoísta; por lo tanto no puede existir sola, sino que requiere que toda la humanidad la comparta”.Ciencia y Salud, pág. 57.