La oración generalmente es una experiencia muy apacible, muy tranquila y enaltecedora, en la cual no se hace hincapié sobre el cuerpo material. El tratamiento eficaz, por medio de la oración, nace de una más profunda comprensión de la espiritualidad pura del hombre y de su relación con Dios, el Alma. El estar cada vez más consciente de que Dios es el Alma infinita y siempre presente tiene consecuencias importantes en el tratamiento por la Ciencia Cristiana.
El estar unido al Alma es estar conscientemente en paz. El sosiego y la tranquilidad son concomitantes de la totalidad del Alma. Dentro de esta atmósfera mental, el reconocimiento de la realidad viene al pensamiento sin esfuerzo, y el efecto es la curación. La discordia es esencialmente el clamor del sentido material. Siendo así, la quietud del Alma inevitablemente sana.
Porque el Alma imparte la percepción del cielo mismo, la armonía perfecta empieza a penetrar aquella vida que está siendo despertada por el Alma. Podemos empezar a experimentar una sensación plena de seguridad. Una sosegada y serena obediencia a Dios. Una serena confianza en Su bondad.
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