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[Original en portugués]

Tengo catorce años y nací a una familia de Científicos Cristianos.

Del número de febrero de 1978 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Tengo catorce años y nací a una familia de Científicos Cristianos. He asistido a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana desde la edad de tres años y allí siempre he aprendido la verdad acerca del hombre, el hijo de Dios.

Cuando tenía ocho años sufría frecuentemente de dolores de cabeza, náuseas y dolores físicos. Mi madre y yo estudiábamos lo que la Sra. Eddy dice acerca del hombre perfecto, sabiendo que un hijo del Amor divino no pasa por condiciones materiales. Meditábamos en “la declaración científica del ser” que comienza con estas palabras (Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, pág. 468): “No hay vida, verdad, inteligencia ni sustancia en la materia”.

Pero el error persistió, hasta un día en que tuve los mismos síntomas otra vez. Despúes de ayudarme declarando las verdades acerca del hombre como la expresión de Dios, mi madre tuvo que salir. Después que ella se fue me sentí peor. Mi tía, que no es Científica Cristiana, se alarmó mucho y llamó por teléfono al hospital en el cual otra de mis tías trabajaba. Me llevaron al hospital rápidamente y después de examinarme dijeron que tenían que operarme de apendicitis. Yo no quería operarme porque sabía que como hija bienamada de Dios no necesitaba de ningún tratamiento material.

Cuando mi madre llegó a casa y supo lo que había ocurrido, inmediatamente fue al hospital y oramos juntas. Supimos que el error no podía hacer real una condición falsa que no pertenecía a una amada hija del Amor divino. Como mi madre no tenía en esos momentos ni un artículo para estudiar, declaró el Padrenuesto con su interpretación espiritual como la da la Sra. Eddy, especialmente la frase que dice (Mateo 6:10): “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”, y (Ciencia y Salud, pág. 17): “Capacitanos para saber que — así en la tierra como en el cielo — Dios es omnipotente, supremo”. El médico que había sido llamado antes llegó, y luego de examinarme encontró que la fiebre ya había disminuido. No me operaron, pero pidió un nuevo examen para la mañana siguiente.

Nos sentimos agradecidas. Mi madre fue a pedir ayuda a una practicista de la Ciencia Cristiana quien con mucho amor me dio tratamiento mediante la oración. El resultado al día siguiente fue el que esperábamos: Ya no había síntomas de infección, dolor o fiebre. Con nuestros corazones rebosantes de luz comprobamos que la fe mueve montañas. Esto ocurrió hace seis años y nunca he vuelto a sentir síntomas de ese problema. Fue lo que podría llamarse un verdadero caso de cirugía mental.

No tengo palabras para expresar mi gratitud a nuestro amado Padre-Madre Dios por nuestro Maestro, Cristo Jesús, y por la Sra. Eddy y la religión maravillosa que nos dejó, la cual nos da tanto consuelo y protección.


Con gratitud y alegría confirmo el testimonio de mi hija. Nuestra familia ha tenido maravillosas curaciones desde que conocimos la Ciencia Cristiana. Por esto estoy inmensamente agradecida a nuestro Padre-Madre Dios.

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