El nombre de David está tan estrechamente ligado con el libro de los Salmos que bien podríamos considerar su relación con estos hermosos poemas tan conocidos. En la versión King James de la Biblia, aparecen en prosa; pero muchos de los traductores más recientes los han puesto en forma métrica.
Si bien más de setenta de los ciento cincuenta salmos están descritos como salmos “de David”, especialmente en los encabezamientos que preceden a muchos de los poemas, la frase hebrea le Dawid también puede traducirse literalmente como “para David” o “en honor de David”. Esto sugiere que algunos, por lo menos, no fueron escritos por el mismo David sino dedicados a él. La verdad es que algunos de los salmos presuponen situaciones históricas anteriores a la época de David. Otros, claramente se refieren a acontecimientos que tuvieron lugar mucho después de su época.
El autor de 2 Samuel al relatar “las palabras postreras de David” (23:1), lo describe como “el dulce cantor de Israel” — el poeta más famoso en la historia nacional hebrea. Los rabinos llegaron hasta adjudicarle todos los salmos. Bien puede ser que le debamos a este rey poeta el núcleo de esta inspirada colección de primitivos himnos hebreos. Sin embargo, parece que muchos autores, conocidos o anónimos, han contribuido a esta colección, como sucede con la compilación de himnarios en nuestra propia época, muchos de los cuales todavía hacen uso del Salterio bíblico.
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