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Visión de la Pascua de Resurrección

Del número de marzo de 1978 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La crucifixión y resurrección de Cristo Jesús ofrecen a los cristianos una lección muy significativa que debemos aprender — nos enseñan a ser hombres y mujeres de visión.

Es evidente que Jesús era un hombre de incomparable visión. A lo largo de toda su carrera terrenal vio más allá de las superficiales circunstancias humanas. Donde otros veían al enfermo, al pecador, al empobrecido, al muerto, Cristo Jesús tenía la visión espiritual para ver lo bueno, lo completo, lo perfecto. Y su clara visión prevaleció sobre los oscuros puntos de vista de los demás. Su modo de enfrentar cada desafío no se caracterizaba por hacer hincapié en lo discordante, sino por penetrar la niebla de la creencia mortal — viendo directamente a través de ella el genuino hecho espiritual.

Jesús no sólo vio venir la crucifixión, sino también profetizó la resurrección. Dijo: “Destruid este templo, y en tres días lo levantaré”. Juan 2:19; Su capacidad para ver más allá de las restrictivas condiciones humanas tenía el efecto de destruir esas falsas y limitadoras creencias. Así como al lavar lo sucio de una ventana se aclara el panorama, también la naturaleza purificante de la visión pura revela aquello que está más allá del sentido material.

Ver más allá de los límites aparentes, es mucho más que la mera anticipación de mejores condiciones materiales para el futuro. Es, en realidad, la eliminación de esos límites. Ver más allá de la restricción de la mortalidad significa percibir que ahora, eternamente ahora, la perfecta voluntad de Dios está establecida. Ahora y para siempre Su creación es completa y libre. Es nuestro entendimiento, nuestra certeza inspirada, lo que nos muestra aquello que la creencia mortal quisiera esconder. Es la iluminación de la consciencia lo que disipa la ignorancia. Este discernimiento espiritual es lo que sana.

Si Cristo Jesús no hubiera visto más allá de la crucifixión, no hubiera superado la crucifixión. Sus acciones iban al unísono con su visión. ¿Y después de la resurrección? Él vio mucho más allá de la cómoda actividad humana. Reconoció lo inevitable de su ascensión — esa libertad de todo vestigio de mortalidad. La ascensión fue una consecuencia necesaria de la creciente pureza y espiritualidad de su vida. Su visión invariable de esa expresión total de perfección, lo llevó a vencer exitosamente todas las pretensiones de la mortalidad.

Esta lección vital de visión, ejemplificada tan claramente en la vida de Cristo Jesús y específicamente en su crucifixión, resurrección y ascensión, es una lección muy apropiada para todos nosotros hoy en día.

Si nuestros pensamientos están fijos en nuestras comparativamente pequeñas crucifixiones, en nuestras aflicciones, resentimientos o temores, entonces ya es tiempo de elevar nuestra visión. Debemos ver más allá de estos falsos límites. Es esencial que miremos más allá de la mortalidad si esperamos superarla. La Sra. Eddy escribe: “Al caminar somos guiados por la vista. Miramos delante de nuestros pies; y si somos sabios, miramos más allá de un solo paso en la línea del progreso espiritual”.Ciencia y Salud, pág. 429;

Los discípulos no vieron más allá de la crucifixión. Después de que Jesús fue sepultado, Pedro y sus compañeros abandonaron la obra que su Maestro les había enseñado a hacer y volvieron a sus redes de pescadores. Mas sus miradas se elevaron nuevamente cuando Jesús los llamó desde la orilla y los alentó a echar sus redes a la derecha. Además de una abundante pesca, encontraron una cena ya preparada para ellos al regresar a la costa.

¿Hemos sentido alguna vez que todo está perdido, alejándonos de nuestra iglesia, volviendo a usar un método inferior de curación, o reincidiendo en el pecado? El Cristo, la verdadera idea de Dios, todavía nos llama y nos alienta a mirar hacia adelante, a través de las oscuras escenas materiales, y a reconocer el bien que Dios ha establecido — allí mismo donde pensábamos que ya no había esperanza. Allí mismo se encuentra la abundante provisión del Amor, que bien puede sostener nuestra demostración de Iglesia, alimentar nuestros esfuerzos para curar y elevarnos por encima del mal.

María buscó en la tumba esperando encontrar a su Maestro, mas su pensamiento percibió el llamado de alejarse del sepulcro y vislumbrar al Cristo resucitado. Respondiendo a este llamado, vio mucho más de lo que jamás hubiera podido verse en una tumba vacía. A veces, nosotros también tenemos nuestra visión tan fija en una creencia de muerte, o en un cuerpo enfermo, o en una actitud pecaminosa, que no podemos reconocer la presencia del Cristo — hasta que somos lo suficientemente receptivos a su llamado. La Sra. Eddy sabiamente nos aconseja: “Los mortales tienen que mirar más allá de las formas finitas y perecederas, si quieren obtener el concepto verdadero de las cosas”.ibid., pág. 264;

Uno de los cristianos primitivos aprendió la lección de ver más allá de los límites de la vida humana. El fiel Juan vio un nuevo cielo y una nueva tierra. Su mirada penetró hasta la verdad del ser y pudo verla.

La Sra. Eddy comenta sobre este hecho: “El autor del Apocalipsis estaba en nuestro plano de existencia, cuando ya contemplaba lo que los ojos no pueden ver, — aquello que es invisible para el pensamiento no inspirado. Este testimonio de las Sagradas Escrituras confirma la realidad científica de que los cielos y la tierra para cierta consciencia humana, aquella consciencia que Dios imparte, son espirituales, mientras que para otra, la mente humana no iluminada, la visión es material”.ibid., pág. 573.

Mediante su ejemplo, Cristo Jesús nos enseñó a ser hombres y mujeres de visión inspirada. Su vida fue un ejemplo que reveló la importancia de mirar, a través de las pruebas, los triunfos — la realidad pura. Él vio más allá de cada tumba del sentido material. Cuando verdaderamente vemos y conocemos la perfección, despojamos a todo problema de su supuesta vitalidad y sustancia.

La Ciencia Cristiana nos recuerda a cada uno de nosotros en la temporada de la Pascua de Resurrección, la necesidad de elevar nuestra visión diariamente y ver a través de lo material, de modo que nuestra mirada pueda posarse en lo real. Debemos ver más allá de la limitada visión de las creencias materiales hacia el amplio horizonte de la verdad espiritual. La fortaleza y constancia de nuestra visión espiritual nos sostienen a través de esas amortajantes experiencias materiales y nos conducen permanentemente a la luz de la Vida.

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