La gente por lo general no relaciona el comercio con la religión. Quizás se deba a que las transacciones comerciales no siempre están a la altura que exige la norma de Cristo Jesús, el cristiano por excelencia, quien dijo: “Como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos”. Lucas 6:31;
Pero hoy en día se evidencia el comienzo de un despertar a la necesidad de la Regla de Oro en el mundo del comercio, al cual tantos están dedicados directa o indirectamente. Para relacionar el cristianismo con los negocios necesitamos reemplazar el propio interés con el interés por los demás, el engaño con la honestidad, la codicia con la generosidad, las aspiraciones humanas y las prácticas astutas con motivos y hechos cristianos.
En general, el mundo aún mantiene el concepto de comercio simplemente como el intercambio de bienes y moneda. Pero por medio de la espiritualización del pensamiento, la gente puede llegar a considerarlo como el intercambio de servicio y gratitud. El dinero puede considerarse como un medio conveniente para expresar gratitud por los bienes recibidos. La venta puede verse como un servicio. El concepto de servir es lo ideal en toda rama del comercio. Eleva la actividad comercial por encima de lo que significa meramente hacer dinero. Si el objetivo primario del vendedor es comerciar un artículo que realmente llenará las necesidades del prójimo, verá que sus clientes están tan deseosos de comprar como él de vender.
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