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Reemplazando los síntomas con la evidencia

Del número de marzo de 1978 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Podemos desprendernos de los síntomas materiales de mala salud reconociendo la evidencia espiritual de la bondad de Dios precisamente donde esos síntomas parezcan manifestarse. Este cambio de falsos síntomas por la evidencia verdadera es esencialmente un acontecimiento mental. Ocurre en el pensamiento. Por muy inquietante o dolorosa que sea la condición que nos encare, podemos enfrentarla de inmediato sobre una base espiritualmente científica y hallar alivio y curación.

Todo lo que está presente o puede evidenciarse es el Espíritu y su idea — esto es metafísicamente cierto. Y porque es metafísicamente cierto, es literalmente cierto. La verdad espiritual del ser es que Dios es bueno e infinito, y todo lo que parezca contradecir el bien divino es un error. Y se puede demostrar que es así.

Porque Dios es eternamente infinito, Su totalidad jamás puede declinar o disminuir. No existe lugar al que pueda retirarse. Se sigue, entonces, que todo lo que puede realmente evidenciarse, en cualquier parte, es el bien divino. Visto científicamente, ningún síntoma de enfermedad o de mal mental puede surgir y aparecer en la totalidad de Dios. Justamente donde parezcan estar los signos alarmantes de la enfermedad, sólo están la sustancia y presencia perfectas del Espíritu.

El magnetismo animal, sugiriendo falsamente que Dios es finito, y el hombre irrefutablemente físico, quisiera distraernos del ser verdadero con insinuaciones de enfermedad, o tal vez quisiera tratar de agobiarnos con un batallón de problemas. Pero a medida que comprendamos gracias a la Ciencia divina que únicamente Dios puede estar expresado por doquier, dominamos progresivamente los síntomas materiales y podemos demostrar la falsedad de éstos.

La experiencia por la cual pasó Moisés con la vara/serpiente puede verse como una ilustración interesante de los resultados que un cambio de pensamiento tiene en las aparentes condiciones externas. Como lo relata la Biblia: “Jehová dijo: ¿Qué es eso que tienes en tu mano? Y él respondió: Una vara. Él le dijo: Échala en tierra. Y él la echó en tierra, y se hizo una culebra; y Moisés huía de ella. Entonces dijo Jehová a Moisés: Extiende tu mano, y tómala por la cola. Y él extendió su mano, y la tomó, y se volvió vara en su mano”. Éx. 4:2–4;

Mary Baker Eddy comenta sobre este incidente en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras: “Se demostró que la materia es sólo una creencia. La serpiente, o el mal, bajo el mandato de la sabiduría, fue destruida por el entendimiento de la Ciencia divina, y esta prueba llegó a ser para él como un báculo en que apoyarse. La ilusión de Moisés perdió el poder de alarmarle, cuando descubrió que lo que aparentemente había visto no era en realidad sino una fase de la creencia mortal”.Ciencia y Salud, pág. 321;

Un hecho espiritual de lo más tranquilizador es que jamás, en modo alguno, ha habido la prueba auténtica más insignificante de que Dios es finito y que el hombre es carnal. ¡Qué manera de pensar! Pero es lógica en la Ciencia de la Mente y, por lo tanto, demostrable. Podemos quitarle a los síntomas de enfermedad todo vestigio de autoridad o prestigio. Lo hacemos al comprender que metafísica y literalmente es imposible que podamos ser mortales que viven en un universo de materia, a pesar de que pueda parecer que hay montañas de pruebas de que lo somos.

El propósito del Científico Cristiano no es el de meramente deshacerse de los síntomas físicos de enfermedad, o el de disminuir estos síntomas de manera que sean menos inquietantes, o simplemente apartar el pensamiento e ignorarlos. El propósito es reconocer y demostrar que ninguna pretensión de imperfección puede surgir jamás en el universo perfecto de Dios y que no existe otro universo. Recuperamos la salud en el grado en que reconocemos que la salud es siempre un hecho divino presente — que irresistiblemente es evidenciado a través de toda la existencia verdadera.

Si estuviésemos atormentados por aparentes indicios de enfermedad, debiéramos hacernos preguntas como éstas: ¿Estoy avaluando mi salud de acuerdo con síntomas materiales o de acuerdo con la evidencia espiritual? ¿Estoy admitiendo los síntomas materiales como verdaderos y los estoy usando como una base para lo que es, de hecho, un diagnóstico médico que yo mismo me estoy haciendo? ¿O estoy auténticamente comprendiendo que la identidad del hombre es totalmente espiritual — la manifestación del Espíritu divino, Dios — y llegando a la conclusión, gracias a esto, de que el hombre puede manifestar únicamente condiciones espirituales?

Ocuparse con el diagnóstico de síntomas físicos es malsano, para decir lo menos. Mas el basar nuestro razonamiento en la omnipotencia de Dios y la perfección del hombre es tratar eficazmente las pretensiones de enfermedad, cualquiera que sea su forma. Nada de lo que puedan comunicarnos los sentidos físicos personales puede jamás probar verdaderamente que el hombre no es espiritual y que no es perfecto. El hombre, siendo la idea espiritual de Dios, no tiene un pasado morboso ni un presente morboso ni un futuro morboso. No hay enfermedad. Y aunque la hubiera, es inconcebible e ilógico en la Ciencia que la enfermedad pudiera adherirse al hombre espiritual por siempre armonioso. “Es el conocimiento que la Verdad tiene de su propia infinitud lo que excluye la existencia genuina de siquiera una pretensión del error”,No y Si, pág. 30. señala la Sra. Eddy.

El reemplazar los síntomas materiales con la evidencia espiritual, sencillamente se reduce a reemplazar la nada con algo — o, para decirlo más claramente, reconocer que en la realidad de la bondad de Dios jamás ha surgido un síntoma que necesite ser reemplazado con el Espíritu. El hecho puro y científico es que la Verdad siempre ha estado presente y activa en todas partes y nada más que la Verdad puede aparecer, ser vista o sentida. Comprender esto es rechazar la tentación de ser un médico ocasional y ser, en vez, un metafísico consistente. Dios es el bien, y el hombre es la idea de Dios. Todo lo que esté sugiriendo lo contrario es un falso argumento, no un hecho científico.

El reemplazar los síntomas materiales con la evidencia espiritual no es meramente un asunto de empeño personal. Es el efecto de la actividad del Cristo, el resultado de la idea espiritual de Dios manifestando las cualidades y la naturaleza de Dios a través de las extensiones infinitas y en el rincón más mínimo de la existencia espiritual. Lo único que realmente ha ocurrido es la eterna autoexpresión de Dios, la cual no incluye ni siquiera el más pequeño vestigio de algo que sea desemejante al Ser Supremo.

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