Un ejemplar reciente de una revista norteamericana hace notar que se supo que el Asistente del Presidente de los Estados Unidos para Asuntos de Energía hizo referencia a la historia de la viuda en el Antiguo Testamento cuya vasija de aceite nunca se vació. Él comenta que hoy en día en los Estados Unidos “no hay vasijas de viudas”.Time, 4 de abril de 1977, pág. 60;
Es una alusión a la historia de la provisión de Dios para el profeta Elías y una viuda que estuvo dispuesta a compartir su provisión de alimentos con él durante una sequía severa. Aunque la mujer creía que sus recursos eran insuficientes para suplir sus necesidades y las de su hijo, “ella fue e hizo como le dijo Elías; y comió él, y ella, y su casa, muchos días. Y la harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó”. 1 Reyes 17:15, 16;
La Biblia registra muchos casos que revelan que no podemos confiar en el testimonio de los sentidos materiales en lo que se refiere al abastecimiento adecuado de las necesidades diarias. El sucesor de Elías, Eliseo, probó esto cuando alimentó a cien hombres con lo que para otros parecía ser una escasa provisión de pan. Ver 2 Reyes 4:42–44; Y aún una ilustración más notable fue suministrada por Cristo Jesús cuando satisfizo las necesidades de cinco mil hombres con unos pocos panes y peces. Ver Juan 6:5–13;
Los recursos nacionales y mundiales pueden parecer peligrosamente inadecuados. Pero las estimaciones realizadas desde el punto de vista no inspirado y materialista son, por sí mismas, ilusorias y a menudo resultan en acciones y planes humanos imprudentes. La Ciencia Cristiana, que interpreta al hombre y al universo espiritualmente, mira la evidencia del sentido espiritual para hacer una estimación apropiada de las probabilidades de la humanidad.
Nuestros verdaderos recursos son espirituales y nunca pueden gastarse o agotarse. La necesidad primordial, entonces, va más allá de descubrir nuevas reservas de carbón y petróleo, o de confiar en el desarrollo febrilmente acelerado de otras fuentes de energía. Lo que necesitamos es un conocimiento actual de Dios, el Espíritu, como creador y la única causa del universo. Dios, la Mente infinita, es la fuente actual y eterna de todo el poder.
“La creación está siempre manifestándose”, nos asegura la Sra. Eddy, “y tiene que seguir manifestándose perpetuamente, debido a la naturaleza de su fuente inagotable.”Ciencia y Salud, pág. 507; Esta inspirada declaración, o verdad metafísica, puede comprobarse. Pero esta declaración no implica que debemos tomar una actitud complaciente o superficialmente optimista sobre el tema de la energía y los recursos. Antes bien, pueden llevarse a cabo medidas humanas inteligentes para conservar energía y promover el desarrollo de nuevas fuentes y puede hacérselo con confianza cuando mantenemos en lo más elevado de nuestro pensamiento las verdades espirituales que realmente sostienen la vida y la actividad del hombre. Empezar con un deseo de comprender la primacía del Espíritu es empezar con la actitud recomendada por Jesús cuando enseñó a sus seguidores cómo orar. Nuestra necesidad fundamental no es delinear los resultados materiales que pensamos que deberían producirse. La necesidad primaria y más urgente es la de elevar nuestro pensamiento al reconocimiento de la unidad del hombre con el Espíritu. Porque Cristo Jesús dijo: “Vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis”. Mateo 6:8;
En tal estado de pensamiento — un estado de identificación consciente con la fuente inagotable de todo el bien — estamos libres de temor o de sentirnos presionados a tomar una decisión apresurada. Los planes humanos inspirados por la sabiduría divina son amplios, equitativos y no ponen en desventaja a un grupo en beneficio de otro.
En nuestros esfuerzos por administrar y desarrollar los recursos de este planeta para que todos sus habitantes puedan compartir en abundancia, debemos comprender que el recurso primordial que tenemos que desarrollar y mantener puro es nuestro propio pensamiento. El nivel de nuestro pensamiento determina nuestro nivel de vida. Si el concepto que abrigamos acerca de la tierra y del hombre es material, temporal y finito, con seguridad que experimentaremos solamente un sentido de provisión limitado y decreciente. Nos atormentarán los temores de que haya escasez de algún artículo o de recursos naturales que consideramos esenciales para nuestro nivel de vida o que se acaben del todo.
La Ciencia Cristiana acepta como el único concepto verdadero del hombre el que describe la Biblia — que el hombre es la imagen de Dios, el Espíritu. Acepta como verdadero el relato de la creación expuesto en el primer capítulo del Génesis y en el principio del segundo, donde leemos que los cielos y la tierra — la creación de Dios — fueron “acabados” — completos — y que Él vio lo buenos que eran el cielo y la tierra que Él creó. Cuando buscamos espiritualizar nuestro pensamiento para poder así percibir el cielo, la tierra y el hombre de la creación de Dios como las únicas realidades, estamos desarrollando y administrando con inteligencia el recurso más valioso que tenemos.
Desde esta perspectiva espiritualmente científica, el hombre y el universo no son materiales y temporales, sino espirituales y eternos, están sostenidos eternamente por la sustancia del Espíritu que es imperecedera y está continuamente desarrollándose. Una comprensión de esto, por pequeña que sea, trae renovación a la escena humana. En Lamentaciones leemos: “Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana”. Lam. 3:22, 23;
En el Glosario de Ciencia y Salud la Sra. Eddy hace una distinción clara entre el significado material y el espiritual de las palabras de las Escrituras. Estas definiciones, aplicadas al estudio de la Biblia, pueden comenzar a abrirnos el significado espiritual de las Escrituras y adelantar el proceso de elevar y purificar nuestro pensamiento. Por ejemplo, la definición de la Sra. Eddy de “tierra” no solamente nos da nuevas vislumbres del significado de los pasajes bíblicos, sino que espiritualiza nuestro concepto de sustancia. La definición dice: “Una esfera; un símbolo de la eternidad e inmortalidad, que no tienen ni comienzo ni fin.
“Para los sentidos materiales la tierra es materia; para el sentido espiritual, es una idea compuesta”.Ciencia y Salud, pág. 585;
La espiritualización del pensamiento es un proceso que imparte energía. Siempre lleva al descubrimiento y a la acción, a un mejoramiento de la condición humana — aunque una finalidad principal en la Ciencia Cristiana es superar el sentido mortal y material de la vida en lugar de mejorar simplemente la condición humana. Si nuestro deseo es regular la energía y dirigirla por vías seguras y eficaces para producir el mayor bien humano, es necesario que oremos para obtener una comprensión clara de que “tenemos la mente de Cristo”. 1 Cor. 2:16; Es necesario que entendamos que nuestra fuente, y la fuente de nuestros recursos, es la Mente infinita, Dios.
“Hambrientos y sedientos de una vida mejor”, nos dice la Sra. Eddy, “la obtendremos, y nos convertiremos en Científicos Cristianos; llegaremos a comprender a Dios correctamente, y a conocer algo acerca del hombre ideal, el hombre verdadero, armonioso y eterno. Este movimiento de pensamiento tiene que dar impulso a todas las eras: tiene que encauzar correctamente el razonamiento, educar los afectos hacia recursos más elevados, e impedir que el cristianismo sea influido por las supersticiones de una época ya pasada”.Miscellaneous Writings, pág. 235.