Todos debiéramos considerarnos como si tuviéramos hijos a quienes cuidar. Hasta los solteros, los recién casados y los abuelos tienen la oportunidad de dar a los niños una buena parte de su amor y atención. Los niños en la sociedad necesitan urgentemente de la especial contribución que los Científicos Cristianos pueden aportar para su bienestar.
Una breve investigación de la actitud del público hacia los niños, nos muestra hoy en día que el bienestar de éstos está en peligro. Estudios recientes indican que hay un gran número de madres que si se les diera nuevamente la oportunidad de elegir, no tendrían hijos. En los últimos años ha habido una plaga de películas mostrando niños como si estuvieran poseídos por el demonio. El mal trato que se da a los niños, la falta de cuidado y un promedio más alto de suicidios entre la juventud, indican claramente la gran necesidad de proteger a los niños y traer curación a la actitud de la sociedad hacia ellos.
Los padres amarán a sus hijos en la medida en que los comprendan. Y se obtendrá una genuina comprensión cuando el pensamiento de la humanidad comience a entender la verdadera naturaleza espiritual del niño. El niño de la creación de Dios es sano y puro, expresa bondad, madurez, alegría y amor. Aun en medio de evidencia contraria, la verdadera naturaleza del niño permanece intacta. A medida que la mentalidad de los padres se vaya espiritualizando, reconocerán las auténticas características espirituales de los niños, y las actividades de éstos comenzarán a estar de acuerdo con la visión de los padres.
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