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El enaltecimiento de la mujer

Del número de mayo de 1978 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cada uno de nosotros posee un potencial para expresar ilimitadamente la Vida infinita. Este potencial parece estar oculto a nuestros ojos por la falsa creencia de que el ser es materia. Y la mente de esta creencia, la mente mortal, divide a su creación viviente en dos géneros, femenino y masculino, que dependen del sexo para la reproducción y continuidad de la vida.

Mas lo que vemos en la naturaleza como atracción sexual y reproducción sexual para perpetuar la vida es un concepto invertido y material de las cualidades que siempre están manifestándose y revelándose por sí mismas, cualidades de la única Mente, el Espíritu, Dios. El inspirado escritor del primer capítulo del Génesis percibió la verdadera creación en la cual el hombre y la mujer caracterizan la idea, o linaje, del Espíritu infinito. Él vio al hombre como la creación de Dios, creado “a imagen de Dios...; varón y hembra los creó”. Gén. 1:27; La Ciencia Cristiana nos enseña a mirar en toda circunstancia más allá de lo materialmente natural a la idea espiritual y completa de la Mente divina. Cuando así lo hacemos, discernimos el universo espiritual, donde el Principio divino, el Amor, no la sexualidad, es el Espíritu que motiva, vitaliza y perpetúa la verdadera creación.

En la ilusión de una creación material, el macho de la especie generalmente domina a la hembra. Pero este concepto acerca del hombre es una falsificación — muy mala — de la idea divina. El hombre a imagen de Dios no se divide en sexos. Cada expresión individual del único Espíritu, Dios, refleja la paternidad y maternidad de Dios. La Sra. Eddy escribe: “La cualidad vivificante de la Mente es el Espíritu, y no la materia. El hombre ideal corresponde a la creación, a la inteligencia y a la Verdad. La mujer ideal corresponde a la Vida y al Amor”.Ciencia y Salud, pág. 517;

El hecho de que Dios es a la vez Padre y Madre y que el hombre, la imagen de Dios, tanto individual como colectivamente refleja las cualidades masculinas y femeninas, es elemental en la revelación que recibió la Sra. Eddy con su descubrimiento de la Ciencia Cristiana. Lo que descubrió fue mucho más que la mera emancipación de la mujer y la reclamación de sus derechos. Los hombres y mujeres deben despertar y percibir su identidad completa, como el hombre y la mujer que son el reflejo de Dios. Cada persona debe finalmente comprender que las verdaderas cualidades masculinas y femeninas no son propiedad de un sexo o del otro, sino elementos espirituales de la individualidad completa expresada en toda la creación de Dios.

A medida que aprendemos a discernir la naturaleza espiritual del hombre, el concepto espiritual de vitalidad y atracción reemplaza lo material en nuestro concepto de la naturaleza. Y en la proporción en que vamos reemplazando lo falso con lo verdadero, la llamada lucha entre los sexos va desapareciendo, y la armonía de la verdadera masculinidad y femineidad aparecerá. La Sra. Eddy dice: “La mujer es la especie más elevada del hombre, y esta palabra es el término genérico para todas las mujeres; pero ni una sola de todas estas individualidades es una Eva o un Adam. Ninguna de ellas ha perdido su estado armonioso, en la economía de la sabiduría y el gobierno de Dios”.La Unidad del Bien, pág. 51;

Cristo Jesús ilustró el potencial que tenemos cuando llegamos a reconocer el estado completo del hombre. Concebido sin padre humano, su concepto de la vida no estaba limitado por la creencia del hombre dividido en sexos. Conscientemente reflejó el poder de Dios para amar, perdonar y sanar. Era tanto decisivo como intuitivo en todas sus acciones.

Hoy en día, cada uno de nosotros se ve en la necesidad de elegir entre tomar parte o no, en el conflicto entre la creencia material y el entendimiento espiritual. Éste es el conflicto que resolverá cualquier duda que tengamos con respecto a nuestro potencial. Si decidimos ponernos del lado de la Verdad, necesitaremos comprender mejor nuestras cualidades femeninas ya sea que pensemos de nosotros como hombre o como mujer. La Sra. Eddy nos dice: “Las hipótesis materialistas desafían la metafísica para confrontarse en combate final. En este período revolucionario, tal como el joven pastor con su honda, la mujer se adelanta para luchar con Goliat”.Ciencia y Salud, pág. 268.

El hombre o la mujer que no reconoce las cualidades femeninas de su naturaleza espiritual, la cual refleja el Amor divino, no está preparado para este conflicto. Y su trabajo sanador llegará a un punto donde no pueda progresar más. El adelanto más allá del tratamiento superficial hacia la demostración progresiva del poder de la Vida y del Amor para sanar y mantener la salud, así como para probar la naturaleza eterna del ser, requiere el reflejo completo del Padre-Madre Dios. “La especie más elevada del hombre” debe manifestarse en la consciencia y en la acción.

Ni hombres ni mujeres de hoy en día manifiestan todavía las verdaderas cualidades femeninas. Si así lo hicieran, veríamos victorias más convincentes sobre el materialismo de las que se ven. Pero todos podemos comenzar inmediatamente a reconocer el estado completo del hombre en la Ciencia del ser, elevando nuestro concepto de la mujer. Los hombres necesitan valorar más a la mujer y las mujeres necesitan valorarse más a sí mismas — no como miembros de un sexo sino como reflejos del Padre-Madre. Pero el intento de hacer esta revisión enaltecedora será fútil a menos que esté basada sobre la realidad espiritual. Y la realidad espiritual revela a la mujer en aquello que el concepto material llama un hombre así como en aquello que llama una mujer.

A medida que aprendamos no sólo a apreciar las cualidades femeninas como cualidades de “la especie más elevada del hombre” sino también a cultivar y atesorar estas cualidades en nosotros mismos y en los demás, descubriremos el potencial que necesitamos para solucionar nuestros problemas y los de la humanidad. Los problemas de la humanidad provienen de hipótesis materialistas. Al reconocer a la mujer de la creación de Dios, realizaremos el potencial de nuestra condición diferente de hombre o mujer. Tendremos así un concepto completo de nosotros mismos. Y esa realización del concepto completo, del hombre y la mujer, sanará al enfermo, armonizará las relaciones humanas, pondrá fin al crimen, vencerá la escasez, traerá paz al mundo — como demostraciones de la realidad en el camino hacia la expresión de nuestro pleno potencial como ideas espirituales de Dios.

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