Una ventaja de la curación espiritual científica sobre otros métodos terapéuticos, es que la persona que es sanada mediante su ministración no necesita sufrir una recaída de la dolencia. Sobre esta base científica la curación es permanente. La visión del profeta se cumple concerniente al poder de Dios para destruir lo que es contrario a Su bondad: “Él hará destrucción completa; no se levantará la aflicción segunda vez”. Nah. 1:9 (según la Versión Moderna);
Ninguna aflicción puede repetirse después que Dios la ha sanado. Toda condición maligna ocurre en la vida humana por la falsa creencia en un poder y presencia separados de Dios, el bien. Cuando se obtiene la verdadera comprensión acerca de la siempre presencia de Dios y es destruida por completo la falsa creencia específica, las condiciones corporales malsanas que son las manifestaciones externas de esta creencia, se sanan.
La Ciencia Cristiana enseña que las enfermedades físicas — todas las discordancias humanas — son la objetivación de pensamientos que pasan por alto la ley de Dios de armonía o que la niegan, y aceptan como reales alguna discordia o creencia en el mal. Ellas son la consecuencia, en creencia, de la reversión de la verdad —en creencia, solamente, ya que es realmente imposible que la verdad pueda ser revertida. De hecho, la materia, en su conjunto, es el estado subjetivo del pensamiento mortal — la objetivación de la falsa creencia. La discordia física es producida por la reversión mental de la verdad. Su base es una mentira.
La curación verdadera se efectúa al invertir esta reversión, o mentira. Se logra mediante una mejor comprensión y aceptación, de nuestra parte, de la verdadera perfección del ser verdadero creado por Dios. Cuando el Cristo, la idea verdadera, viene a la mente humana y la mejora, el cuerpo físico y sus condiciones también mejoran. Un reconocimiento más claro de la verdad del ser tiene un efecto externo benéfico. Puesto que el cuerpo físico y sus condiciones son meramente pensamiento manifestado, el cuerpo tiene que mejorar. Tiene que purificarse, renovarse, hacerse más armonioso y vigoroso en la proporción en que la consciencia humana se purifica, renueva y fortalece al adquirir mayor conocimiento de la Verdad del todo armoniosa. De allí en adelante el cuerpo no puede recaer en la condición enferma que ha superado, de la misma manera que la mentalidad, una vez iluminada por la Verdad, no puede recaer en un estado oscurecido de ignorancia y falsa creencia.
¿Puede parecer, a veces, que se evidencia recaída en un caso? ¿De que hay un regreso de una enfermedad que creímos haber curado? La Ciencia Cristiana nos enseña cómo podemos negar tal evidencia e invertir el concepto de que la manifestación de la Verdad puede ser revertida. La Sra. Eddy escribe: “Una creencia mejorada no puede retroceder. Cuando Cristo cambia una creencia de pecado o enfermedad por una creencia mejor, entonces la creencia se convierte en entendimiento espiritual, y el pecado, la enfermedad y la muerte desaparecen”.Ciencia y Salud, pág. 442; Esta declaración es verdad, y cuando se acepta en el pensamiento, actúa como ley contra sugestiones de recaída y las elimina. Cuando es aplicada firmemente en un caso que estar deteriorando, destruirá eficazmente la falsa evidencia de recaída en la condición física, mostrando que la retrogresión no es más que una ilusión.
Un practicista de la curación espiritual y científica jamás necesita alarmarse por la aparente recaída en un inválido. La mejor manera de encarar tal reversión se logra rechazando vigorosa e insistentemente las sugestiones negativas — mediante el restablecimiento en el pensamiento de la verdadera idea de Dios, la cual niega la posibilidad de que el bien pueda alguna vez ser revertido.
Después de un período de concienzuda y profunda oración que exigía un informe alarmante de reversión en un caso de enfermedad aparentemente severo, una practicista dio vuelta a los botones de un aparato de televisión para sintonizar un programa de noticias y pronóstico del tiempo. De pronto apareció en la pantalla una escena de un película antigua. Una diligencia tirada por caballos corría a trote rápido por un camino. Era evidente que aquí había una acción de adelanto. La diligencia se dirigía hacia su destino, sin embargo, si pudiera darse crédito a nuestros ojos, esto era poco menos que milagroso puesto que, según parecía, las ruedas se movían hacia atrás.
La practicista observó esto por un momento. La ilusión óptica le era familiar, pero la anomalía de la aparente acción en reverso de las ruedas le llamó ahora su atención. El carruaje se movía hacia adelante pese a la evidencia de que sus ruedas iban hacia atrás. Por cierto, detrás de este incidente uno podía ver un mensaje divino mostrando cómo encarar la pretensión de reversión en el caso que exigía atención.
De inmediato, todo el temor por el progreso del paciente, aparentemente enfermo, se evaporó. La practicista vio que los síntomas de reversión no eran más legítimos que la aparente acción en reverso de las ruedas. Desafió la evidencia de los sentidos físicos, encarando la pretensión de éstos a retrogresión en el caso, con la certeza de que la verdad — la verdadera perfección del hombre establecida por Dios — jamás puede ser revertida. Insistió la practicista en que este hecho, una vez comprendido, invierte la mentira de que el hombre haya caído alguna vez de su condición de perfecta salud establecida por Dios. Expresó la conclusión de que, como consecuencia de este cambio de consciencia, tiene que establecerse una mejor condición de salud en el cuerpo material. Y afirmó con convicción que, en las palabras de la Sra. Eddy, “una creencia mejorada no puede retroceder”. El resultado fue inmediato. El paciente respondió y empezó a mejorar. En conclusión, fue probado indisputablemente en este caso, como puede probarse en cualquier otro caso, que, como dice la Sra. Eddy: “En realidad no puede haber recaída en los mortales o en las tituladas mentes mortales, porque sólo existe una Mente, un Dios”.ibid., pág. 419.
