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Necesitamos apoyar correctamente al gobierno

Del número de mayo de 1978 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La autoridad y la responsabilidad son parte integral de la sociedad humana organizada. Pero es posible que sean, a veces, el blanco de grandes y opositoras presiones, terreno de desacuerdo y rivalidad. ¿Qué realidades espirituales puede considerar el cristiano científico si él mismo estuviere ocupando un cargo de autoridad — como resultado de procesos justos o democráticos — o si está procurando cumplir su obligación para apoyar correctamente tales cargos?

Nada presta mayor apoyo a los que ocupan cargos de confianza — desde presidentes de una nación o primeros ministros, cancilleres o presidentes de universidades, hasta miembros del directorio de una iglesia, dirigentes de sindicatos, etc.— que nuestro reconocimiento de que la Mente divina es el poder que gobierna todas sus ideas, la que tiene bajo su dominio todo lo que realmente existe. Tal comprensión penetra a través de la evidencia materia de que cada uno de nosotros es uno entre millones de mortales, que tiene que enfrentar una existencia a merced de la casualidad y bajo el gobierno y la dirección de otros mortales. Esta comprensión evidencia la necesidad de identificarnos a nosotros mismos y a los demás como ideas de la Mente. Las percepciones espiritualmente científicas ayudan a aligerar el peso que recae sobre los que tienen que llevar a cabo funciones gubernativas y administrativas. Y si nosotros estuviésemos en el poder, podemos encontrar, por medio de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), la manera de aliviar las pesadas de la responsabilidad personal.

Vivimos en una época en la que a veces cambios sociales, políticos y económicos sacuden los gobiernos y las instituciones. La Ciencia Cristiana puede adelantar el día en que los hombres lleguen a comprender que no son mortales gobernados caprichosamente, sino que, en realidad, poseen una identidad espiritual que está siempre bajo el cuidado del Principio infalible. Podemos contribuir a que se acerque ese día manteniendo una actitud espiritual de apoyo que trascienda los puntos de vista políticos y las opiniones personales — independientemente de cuán humanamente válidos puedan ser o qué tan deseable pueda parecer que se los exprese y se actúe de acuerdo con ellos.

Los discernimientos metafísicos que se encuentran en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras y en las otras obras de Mary Baker Eddy nos elevan por encima de las apariencias de una jerarquía de mentes materiales, o una dicotomía entre gobernantes y gobernados, y podemos discernir y demostrar que la Mente gobierna el universo. La Sra. Eddy nos da este firme consejo: “Debéis sentir y saber que sólo Dios gobierna al hombre; que Su gobierno es armonioso; que Él es muy puro para ver el mal y no comparte Su poder con algo que sea malo o material; que las leyes materiales no son sino creencias humanas, las cuales gobiernan a los mortales erróneamente. Estas creencias proceden de estados subjetivos del pensamiento, produciendo las creencias de lo que se denomina un universo material y mortal, y de la enfermedad material y la mortalidad”.Rudimentos de la Ciencia Divina, pág. 10;

Muchas personas arguyen que en el mundo actual hay necesidad especial de que haya dirección inspirada y que existe una escasez poco usual de la misma. Por muy persuasivo y auténtico que tal juicio pueda parecer, en el fondo esto es un alegato ilegítimo de escasez — de falta de inteligencia, percepción, habilidad, amor. En el universo infinito de la Mente esta escasez no tiene ninguna validez, y, en realidad, no hay otro reino o existencia.

En lugar de sólo quejarnos de las deficiencias políticas y la falta de buenos gobernantes, sería mejor que adoptásemos una perspectiva más elevada. La sugestión de que vivimos en un mundo sin orden ni concierto, sin objeto ni propósito determinado, o potencialmente anárquico, es magnetismo animal — la supuesta pretensión de que existe algo fuera del reino de la Mente y de sus ideas gobernadas de manera ideal. Podemos anular tal pretensión al saber que la Mente es omnipotente y omnipresente. Ningún vástago del magnestismo animal — ninguna creencia falsa — puede nacer en el universo de la Mente omnímoda. En realidad, el magnetismo animal no tiene descendencia, porque no es causa.

Cristo Jesús conocía y aplicaba la autoridad de la Mente. En su Evangelio, Mateo dice de él: “Les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas”. Mateo 7:29. ¡No es extraño que lo hiciese! Su sentido de la realidad provenía de su Padre, la Mente infinita, y no de la materia o la personalidad. Hablaba con autoridad porque se rehusaba aceptar las imposiciones del sentido material que pretenden que el hombre y el universo existen como entidades materiales y que están separados de Dios. Y esta comprensión de Jesús destruía las creencias de locura y enfermedad.

A nuestra comunidad y a nuestro mundo les es necesaria nuestra comprensión de que Dios gobierna al hombre y a sus asuntos. Nuestra clara comprensión de que el Principio infinito, el gobernador universal de todo, está dirigiendo todos los aspectos de nuestro ser, es una obligación que no podemos pasar por alto si hemos aceptado las enseñanzas de la Ciencia Cristiana. Podemos anular la pretendida acción destructiva de la crítica injusta y fastidiosa, comprendiendo el por qué de su falta de origen: no tiene inteligencia y es negativa, y por no procede de Dios.

Quienes tienen cargos de responsabilidad en el gobierno, en la iglesia, o en el ámbito local o internacional, a menudo necesitan de nuestro apoyo y espíritu generoso. Examinemos nuestra actitud reconociendo que el gobierno mejorará apoyado por nuestra comprensión y explicadas en la Ciencia Cristiana.

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