En la actualidad se piensa mucho en lo malo que le ocurre a las personas en muchas partes del mundo. “Temor de ser perjudicado es el ‘tema latente’ de América”, informaba una encuesta periodística. La pregunta que muchos ansían que se les conteste en forma práctica y convincente es: ¿Qué podemos hacer contra la violencia?
Habiendo aceptado que la única causa del hombre y de la creación es Dios, el Espíritu, quienes comprenden Ciencia Cristiana reconocen que el efecto de esa causa es espiritual. Este punto de vista científico de la existencia lleva a la conclusión de que la violencia, el fratricidio, la división, no son parte de la creación de Dios. Ni pueden pretender fascinar, en lo más mínimo, a la consciencia que sabe que la causa primaria de la vida es el Espíritu y reconoce que toda atracción real es espiritual.
Esta única atracción, la atracción de la Mente divina que dirige, gobierna y protege todo, se expresa en el hombre espiritual individual y en el universo. Esto nos autoriza a rechazar cualquier descripción, ya sea histórica, periodística, o cualquier otra, que implique que la verdadera identidad del hombre puede ser atraída por el mal — que podría ser depravada, maliciosa, destituida, o peligrosa.
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