En la actualidad se piensa mucho en lo malo que le ocurre a las personas en muchas partes del mundo. “Temor de ser perjudicado es el ‘tema latente’ de América”, informaba una encuesta periodística. La pregunta que muchos ansían que se les conteste en forma práctica y convincente es: ¿Qué podemos hacer contra la violencia?
Habiendo aceptado que la única causa del hombre y de la creación es Dios, el Espíritu, quienes comprenden Ciencia Cristiana reconocen que el efecto de esa causa es espiritual. Este punto de vista científico de la existencia lleva a la conclusión de que la violencia, el fratricidio, la división, no son parte de la creación de Dios. Ni pueden pretender fascinar, en lo más mínimo, a la consciencia que sabe que la causa primaria de la vida es el Espíritu y reconoce que toda atracción real es espiritual.
Esta única atracción, la atracción de la Mente divina que dirige, gobierna y protege todo, se expresa en el hombre espiritual individual y en el universo. Esto nos autoriza a rechazar cualquier descripción, ya sea histórica, periodística, o cualquier otra, que implique que la verdadera identidad del hombre puede ser atraída por el mal — que podría ser depravada, maliciosa, destituida, o peligrosa.
Es muy fácil aceptar para sí mismo la conclusión científica de que el hombre espiritual es el resultado de la Mente creadora, el Espíritu, y creer al mismo tiempo que “alguien más” tiene su ser en una historia material de la creación, con sus posibilidades de engaño, descontento, etc. Este razonamiento es inconsistente. O el hombre no ha caído y todos representan ese estado, o nadie tiene esa libertad. La Sra. Eddy escribe: “Al hablar de los hijos de Dios, no de los hijos de los hombres, Jesús dijo: ‘El reino de Dios dentro de vosotros está’; esto es, la Verdad y el Amor reinan en el hombre verdadero, demostrando que el hombre a la imagen de Dios no ha caído y es eterno”.Ciencia y Salud, pág. 476;
La historia humana quisiera hacernos creer que los descendientes de Caín deben continuar matando a Abel y que el ciclo del mal debe seguir desde ese primer asesinato. Pero la única ocasión o lugar en que Caín se levantó para matar a Abel fue en un mito — una supuesta creación material, y es sólo en esta supuesta creación material que el crimen ocurre hoy en día.
En el “Harvard Business Review”, H. Justin Davidson escribió: “... el aumento del crimen se concentra en dos sectores: en las minorías y en nuestros jóvenes. Ambos indican el fracaso de nuestras familias, y ambos describen una enajenación que desgarra la trama y urdimbre de nuestra textura social”.Harvard Business Review, marzo-abril, 1977, pág. 98; Profundizando aún más en este análisis, vemos que es muy necesario confrontar la mentira de que el hombre puede posiblemente ser separado de su Padre-Madre Dios. A pesar de que la evidencia humana afirma lo contrario, el hecho espiritual es que Dios amorosamente incluye y bendice cada idea individualmente. Si aquellos que han recibido menos cuidado y menos cariño son los que aparentemente parecen cometer la mayoría de los crímenes, entonces, el remedio está claro. Los que verdaderamente aman a Dios pueden impartir el espíritu de amor y cuidado en cada pensamiento y acción. Podemos persistentemente afirmar la presencia de la ley del Amor para ajustar, consolar, y corregir cada fase de desesperación. La Sra. Eddy dice: “La Verdad, la Vida y el Amor son las únicas demandas legítimas y eternas al hombre, y son legisladores espirituales, obligando a la obediencia por medio de estatutos divinos”.Ciencia y Salud, pág. 184;
El mejor sentido de cuidado y amor requiere identificación espiritual. Verdaderamente amar al prójimo como a sí mismo, como dijo Cristo Jesús, es reconocer que el Espíritu es la fuente de todo ser, es no admitir realidad alguna en actividad o intención (ya sea nuestra o de otro) que no refleje el bien, Dios.
Pero muchas personas sienten una preocupación muy personal respecto al crimen y a la violencia. Les parece difícil superar el temor por su propio bienestar. Tal vez pregunten: ¿Cómo pueden las afirmaciones acerca del estado espiritual del hombre tener un efecto sobre nuestro ambiente humano?
Cuando hemos aceptado el hecho de que aun lo que parece ser un ambiente humano debe, sin embargo, estar bajo el gobierno del Amor divino, podemos liberarnos del temor. Esta liberación del temor trae curación y la habilidad de salir con seguridad a nuestras actividades diarias. No existen leyes que autoricen o permitan la destrucción del hombre. Dios y Su ley dicen: “Sea la luz”, Gén. 1:3; y esta luz disipa toda oscura pretensión de que la vida depende de un punto de vista material y limitado acerca del hombre.
Mirando más allá de toda aparente justificación de temor, de todos los etcéteras y aprensiones que nos puedan acosar, podemos ver en el crimen y la violencia sugerencias hipnóticas de que existe algo además de Dios. Ya sea que nos acose el temor de una guerra lejana o nos sintamos nerviosos en la fría penumbra de suburbios inquietantes, el origen de nuestro temor es una creencia equivocada de que una idea espiritual de Dios puede estar desprovista del refugio del Amor.
En el Evangelio según San Juan leemos que en una ocasión Jesús estaba enseñando a la gente, y ésta se enfureció a causa de sus dichos. “Tomaron entonces piedras para arrojárselas; pero Jesús se escondió y salió del templo; y atravesando por en medio de ellos, se fue”. Juan 8:59;
En un sentido el metafísico cristiano, basando su definición de la realidad en lo espiritual en lugar de en lo material, contínuamente se halla “atravesando por en medio de” antagonismos materiales. Él aprende a insistir serenamente sobre la presencia de Dios, la perfección del ser, y sobre la verdadera identidad del hombre como la imagen y semejanza del Espíritu, en cada instante del día. Todo lo que sugiera que la existencia está materialmente circunscrita — ya sea limitaciones de tiempo o la búsqueda del mero placer físico — es un impedimento de la libertad y armonía. En la proporción en que consistentemente vayamos “atravesando por en medio de” toda creencia de existencia material podremos reclamar nuestro dominio espiritual.
Comprendiendo la completa satisfacción y seguridad que pertenecen al hombre como idea espiritual, y expresando sentido común y sabiduría en nuestras acciones, no tenemos por qué dar lugar en nuestro pensamiento a la posibilidad de desarmonía. Nada puede interponerse en el camino de la totalidad del Amor divino, aunque se presente como un ego mortal que se llame a sí mismo yo u otro. No sólo no existe ninguna mente que pueda temer en este reino del Amor; sino que en realidad no hay nada que temer. Orando de esta manera, logramos la habilidad de demostrar inmunidad al daño. Una vez que disipamos el temor de que una mentira pueda ser verdad, habremos quitado cualquier poder que la mentira quisiera atribuirse.
La Sra. Eddy escribe: “No hay sino un solo Yo o Nos, un solo Principio divino o Mente divina, gobernando toda la existencia; el hombre y la mujer, intactos para siempre en sus caracteres individuales, al igual que los números, que jamás se mezclan entre sí, a pesar de ser regidos por un mismo Principio”.Ciencia y Salud, pág. 588; Sobre esta base resistimos cualquier ilusión de vida material, ya sea que quiera atemorizarnos o que trate de alejarnos del bien. No le debemos credulidad al llamado ego que piensa que la existencia se compone de personalidades materiales. Este falso ego es desechado mediante la comprensión de que la Mente divina es el único Ego y que el hombre es espiritual y no material.
Por lo tanto, el impedimiento y solución acertados para el crimen y la violencia es reconocer que el poder que es Dios está presente con el hombre. El hombre está libre de todo aspecto de crimen —él no puede ser ni agresor ni víctima, que teme o es temido — porque su causa infalible, el Amor divino, está siempre presente, identificándose a sí misma. Como lo promete el conocido Salmo: “Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, al Altísimo por tu habitación, no le sobrevendrá mal”. Salmo 91:9, 10.
